Bolivia: Qué es autonomía y cómo se relaciona con la libertad
Alejandra Prado
A lo largo de estos últimos años, uno no puede dejar de conocer
nuevos términos o palabras que se usan diariamente en la política
boliviana. Hoy, intento explicar en las palabras más sencillas, el
título de este pequeño trabajo, no en un producto intelectual, ni en
un producto de orden legal, sino en un producto para que el
ciudadano de a pié pueda entender y comprender lo que la Asamblea
Plurinacional definirá los próximos días.
La Autonomía por la que tanto se lucha, es aquella que busca la
mayor descentralización posible del Estado, entendiendo por
descentralización la transferencia de competencias y recursos del
Gobierno central o nacional a los gobiernos autónomos, sean éstos
departamentales, regionales, municipales o indígenas. Se trata
entonces, del anhelo que tienen ciudadanos libres de tener una mayor
participación en el manejo de recursos y de manejarse quizás de
forma diferente, sin que por eso, se los descalifique. Son
simplemente ciudadanos libres, no libres de un país, al que
pertenecen, sino libres de poder pensar y expresar lo que sienten.
En ese sentido, no podemos imaginar democracia, si todos piensan
igual, la libertad de las sociedades hacen que exista la democracia.
Caso contrario, sería manipular al ciudadano con palabras de
libertad, participación y felicidad, para ocultar un aparato que no
corresponde con esos conceptos, bajo una falsa democracia.
Este ejercicio de dominación disfrazado de democrático, buscará
formar un ciudadano sumiso, falto de conciencia, que sólo tendrá voz
y voto en las elecciones, y por su poca participación activa en la
vida política, se convertirá en un sujeto receptor, mínimo y pasivo
del sistema, moldeado según los intereses del mismo, convirtiéndose
en un seguidor del paternalismo, que originará el surgimiento de un
nuevo adulador, conformista y esclavo del Estado, un Ser que
acrecentará la misma problemática social que lo hizo nacer a él.
No se trata que el gobierno sea de las mayorías, sino que en el
mismo se rescate la valoración de las minorías, rescatando su voz e
impulsando su autonomía, porque el negarle su oportunidad de ejercer
su juicio, e incluso el apelar los casos, es imponerle una
obligación que no ha aceptado libremente.
Autonomía será entonces, la capacidad que uno mismo tiene de darse
normas sin que existan influencias o presiones internas o externas.
En ese sentido, una norma o una ley, es la que debemos definir para
poderla aceptar de forma libre y responsable; lo que a su vez
significa que, no es que haya otro sujeto que a título de uno
imponga su forma de pensar, y estos pensamientos los conviertan en
leyes. De esa manera la persona se respeta a sí misma y respeta a
los demás; y con el respeto no se perjudica a los otros.
Las bases de las leyes serán la propia aceptación de la sociedad, y
con ello también estarán los individuos dispuestos a aceptarlas y a
someterse a las sanciones que éstas puedan contener. Por lo tanto,
las normas deben ser aprobadas en consenso para que el día de mañana
no sean desobedecidas.
La autonomía es un derecho que debe ser respetado, y no respetar ese
derecho, es utilizar ese título para otros fines, sería la
imposición de una norma que iría en contra de la esencia de cada
ciudadano.
Por tanto, no puede haber ciudadano auténtico si éste no tiene
libertad, y no puede haber ciudadano donde no haya autonomía. La
autonomía es además una herramienta para las relaciones de una
sociedad en la búsqueda de cambios estructurales, que forman parte
de grandes cambios históricos y de larga duración. Debemos entender,
que sin consentimiento no hay autoridad, es decir que una norma
impuesta hace que el ciudadano no reconozca como a sus autoridades a
quienes la imponen, entonces tiene que haber un involucramiento de
ambas partes. De ahí el respeto que debe existir hacia las leyes o
el derecho, caso contrario se llegará a pensar que la autoridad es
un “violador” fuera de cualquier sociedad minoritaria. A su vez, el
mutuo consentimiento sólo se puede basar en el hecho de que cada
persona es un centro autónomo de decisión al que no se puede violar
sin destruir lo básico en la convivencia humana. De ahí que el
siguiente principio que debe hacerse eco en nuestras mentes y
espíritus: “no hagas a otros lo que ellos no se harían a sí mismos;
y haz por ellos lo que con ellos te has puesto de acuerdo en hacer”.
Así, nos veremos obligados con nosotros mismos a garantizar a todos
los bolivianos el derecho a consentir antes de que se tome cualquier
tipo de acción con respecto a ellos; protegiendo de manera especial
a los débiles que no pueden hacerlo por sí mismos. Someterse será
perder la autonomía.
La libertad, es entonces la facultad que tiene la persona para poner
sus objetivos a un futuro, sus fines a los cuales quiere dedicar su
vida para llegar a conseguirlos. Esta libertad, es la que va ligada
a las leyes puesto que muestra el fuero íntimo del ciudadano para
escoger aquellos medios para que se acomoden a su felicidad. Esa
libertad del ciudadano, se ejercita bajo la libertad de expresión,
de pensamiento, de comercio, de imprenta, etc. Estas libertades nos
llevan entonces a buscar los medios para alcanzar aquellos objetivos
que nos proponemos, y que sólo deben estar limitados cuando no se
utilicen los conductos idóneos para hacerlo.
Por una Bolivia LIBRE Y AUTONOMA!
* Alejandra Prado es diputada nacional. |
|