En defensa del neoliberalismo
 

           

                        La libertad económica en el mundo
 

 
ADOLFO RIVERO CARO

Se acaba de publicar el Indice de la Libertad Económica 2007. En cierto sentido, es uno de los libros más importantes que se publican en el mundo. Es una obra conjunta del Wall Street Journal y de la Heritage Foundation, probablemente el think tank más importante de Estados Unidos. Todos los años, el Indice analiza el progreso de la libertad económica en el mundo. Clasifica la libertad económica en 157 países según 10 criterios: libertad empresarial, libertad de comercio, libertad fiscal, libertad del gobierno, libertad monetaria, libertad de inversión, libertad financiera, derechos de propiedad, libertad de la corrupción y libertad laboral. Según el resultado del análisis, los países más económicamente libres del mundo son Hong Kong, Singapur, Australia, Estados Unidos, Nueva Zelanda, el Reino Unido, Irlanda, Luxemburgo, Suiza y Canadá. Los menos libres, en orden descendente, son Birmania, Zimbabwe, Libia, Cuba y Corea del Norte, el 157.

No es casual que los países más libres estén entre los más ricos y los menos libres, entre los más pobres. Desde la publicación de La riqueza de las naciones, de Adam Smith, en 1776, la teoría económica ha subrayado que las instituciones básicas que protegen la libertad de los individuos para perseguir sus propios intereses económicos resultan en una mayor prosperidad para la sociedad en su conjunto. Infortunadamente, el apoyo popular a la libertad individual ha estado retrocediendo desde hace mucho tiempo bajo el ataque del colectivismo, ya sea democrático o dictatorial. En la economía, como en el deporte, la libre competencia inevitablemente produce ganadores y perdedores. Pero la libertad nos ha hecho tan prósperos que la sola idea de que haya perdedores nos ofende. Esta es la fuente última del igualitarismo. A pesar de todo, los modernos teóricos de la economía política están redescubriendo el papel esencial de las ''instituciones libres'' como ingredientes fundamentales de un rápido crecimiento a largo plazo. La difusión de estas ideas en China y la India ha disminuido significativamente la pobreza en el mundo.

Xavier Sala-i-Marin, profesor de Economía de la Universidad de Columbia, estudia la evidencia empírica y empieza su análisis en el Indice diciendo: ``Mirando el planeta en su conjunto, nunca en la historia la pobreza se ha erradicado tan rápidamente como durante nuestras vidas. Las diferencias en los ingresos han estado bajando y esta es la primera vez que han bajado desde el inicio de la revolución industrial en el siglo XVII. El crecimiento positivo del ingreso en miles de millones de ciudadanos asiáticos, junto con el crecimiento negativo experimentado por la mayoría de los africanos, ha convertido la pobreza, que era esencialmente un fenómeno asiático, en un fenómeno esencialmente africano''.

¿Qué pueden decir los populistas, los latinoamericanos y los del patio, ante el hecho de que la cantidad de pobres en el este de Asia ha bajado de 350 millones en 1970 a 41 millones en el 2000? En 1970, el 54 por ciento de los pobres del mundo vivía en el este de Asia; en el 2000, esa cifra se había reducido a 9.4 por ciento. ¿Qué decir de América Latina? Con casi 500 millones de habitantes --alrededor del 9 por ciento de la población mundial-- este continente ha tenido un desempeño mixto en los últimos 30 años. Los índices de pobreza se rebajaron en más de la mitad entre 1970 y el 2000. Esto sería muy alentador si no fuera porque todas las ganancias se hicieron durante la primera década. Muy poco se ha progresado desde entonces. En realidad, el índice de pobreza en América Latina aumentó de 3 por ciento en 1980 a 4.1 por ciento en 1990. La fracción de los pobres que vive en América Latina bajó de 4.3 por ciento en 1970 a 1.7 por ciento en 1980. Pero luego aumentó de 3.7 por ciento en 1990 a 4.8 por ciento en el 2000.

¿Por qué no aprovechan nuestros amigos mexicanos, venezolanos, colombianos, peruanos, brasileños y bolivianos la posibilidad de establecer vínculos con el Wall Street Journal y la Fundación Heritage? ¿Por qué no invitan a la formidable Mary Anastasia O'Grady, la responsable de América Latina de la página editorial del Wall Street Journal, la más prestigiosa e influyente del mundo, y a sus brillantes colegas a discutir sobre estos temas en nuestros países?

Hace poco, Francis Fukuyama estuvo en Caracas, criticando a Chávez. Pero la presencia de los grandes intelectuales norteamericanos que simpatizan con nuestra causa debiera de ser constante y no excepcional. Jay Nordlinger, por ejemplo, director administrativo de National Review, una revista que es el buque insignia del movimiento conservador norteamericano, escribe frecuentemente sobre los disidentes cubanos. Casi ningún otro intelectual norteamericano importante lo hace. Pero, ¿quién lo conoce aquí? ¿Por qué nadie lo entrevista ni lo ha invitado nunca a venir a Miami? Lo mismo sucede con Paul Hollander, el primer teórico del antinorteamericanismo en el mundo.

Existe un poderoso movimiento intelectual, llamado 'conservador' en Estados Unidos, defensor de la libertad y amigo de la causa del pueblo cubano. Pero no escribe en The New York Times ni en la revista Time ni aparece en CNN. Y es muy poco conocido en América Latina. Me esoy refiriendo a columnistas como Charles Krauthammer, Thomas Sowell, George Will y Victor Davis Hanson, entre muchos otros. Nosotros pudiéramos ayudar a cambiar esa situación. Miami es la capital del anticomunismo en Estados Unidos y tenemos brillantes comunicadores con prestigio e influencia para hacerlo. El próximo marzo se publicará la versión en español del Indice. ¿Por qué no propiciar una reunión latinoamericana para discutirlo? ¿Por qué la dinámica Oficina de Intereses no organiza una en La Habana? ¿Quiénes están interesados?

www.neoliberalismo.com