En defensa del neoliberalismo
 

          
          Cómo sobrevivir en Villa Marista


ADOLFO RIVERO CARO

El tema central del último número de esa excelente 'Revista Hispano Cubana', que se edita en Madrid, es la represión en Cuba. Infortunadamente, lejos de ser una reminiscencia histórica el tema tiene una creciente actualidad. No sólo por el incremento del acoso interno contra la disidencia cubana, sino porque venezolanos, bolivianos y probablemente peruanos harían bien en estudiar el modelo de represión cubana. Pudiera ser su futuro. ¿Por qué? Porque no hay modelo de reconstrucción radical de una sociedad que no implique la necesidad de una represión de masas. Creer que sólo va a ser necesario reprimir a una pequeña minoría de la población es profundamente equivocado. La historia es elocuente.

En la revista hay interesante trabajos de Julián B. Sorel, Enrique Ros, Angel Cuadra y otros amigos. También incluye un viejo ensayo mío: Cómo sobrevivir en Villa Marista (que puede leerse en http://www.neoliberalismo.com/villita.htm. Hablo, por supuesto, de una experiencia personal. La primera vez estuve tres meses en Villa y la segunda cinco, aunque allí el tiempo tiene una dimensión especial.

Villa Marista, como es sabido, es parte del Departamento de Operaciones de la Dirección de Contrainteligencia del Ministerio del Interior. Fue creada en 1963 y es el equivalente cubano de la Lubianka de Moscú. Instructores de la KGB, veteranos estalinistas, trasmitieron a los cubanos su vasta experiencia represiva.

En Villa Marista el objetivo fundamental de la Seguridad es conseguir la rendición moral del detenido, derrotarlo moralmente. No se pretende convencerlo ideológicamente, el objetivo es más modesto. Se trata de convencerlo de la omnipotencia del aparato represivo y de que los detenidos están absolutamente inermes. La celda habitual en Villa mide unos 3 x 2 metros. Ciertamente no es aconsejable para los que padezcan de claustrofobia. Las literas son planchas de hierro o madera encadenadas a la pared. Hay una o dos literas en cada pared. Las celdas tienen una especie de persianas de concreto que no permiten ver hacia afuera, aunque dejan entrar el aire y alguna claridad. La letrina es un simple agujero en el piso. Un pequeño chorro de agua cae sobre el hueco. Los detenidos beben de ese chorro. Un pedazo de tubo que sobresale de la pared, sobre la letrina, sirve de ducha. A los detenidos no se les permite afeitarse ni peinarse ni cortarse las uñas. No hay espejos. No tienen acceso a ningún contacto con el mundo exterior. Hay una visita familiar de 5 minutos, una vez a la semana. En presencia de un oficial. Sobre la puerta de hierro hay un bombillo perpetuamente encendido cubierto por una malla metálica. Los suicidios son frecuentes. El traslado a una cárcel normal es considerado una excelente noticia.

Es común que los interrogatorios se hagan de madrugada. Los detenidos nunca deben perder de vista que ahora se encuentran en un universo particular que se rige por sus propias leyes. Los usos y costumbres de la vida normal han perdido su validez. Carece de sentido, por ejemplo, tratar de convencer de su inocencia a un oficial interrogador. Eso es olvidar que los éxitos profesionales de ese oficial son directamente proporcionales a la cantidad y gravedad de los ''delitos'' que logre descubrir. No poder demostrarlos es un fracaso profesional. Al olvidarlo y tratar de convencer de algo a un interrogador, el detenido sólo consigue trasmitir una información que inevitablemente va a ser usada en su contra. Lo mejor es hablar lo menos posible.

Venezolanos, bolivianos y quizás otros tienen que prepararse para los que les viene encima. El objetivo fundamental de los gobiernos revolucionarios no es mejorar las condiciones de vida. Eso es sólo el pretexto para llegar al poder. Su objetivo real es establecer una dictadura. Una vez establecida la misma, la creación de instituciones como Villa Marista es inevitable. Siempre habrá opositores dispuestos a luchar por la libertad.


 


                                                                                                   www.neoliberalismo.com