En defensa del neoliberalismo

 

Victoria en Japón

 



Me pregunto cuántos de mis lectores estarán conscientes de lo que sucedió el domingo pasado en Japón. La prensa le dio muy poca cobertura. El Partido Liberal Democrático (PLD), encabezado por el primer ministro Junichiro Koizumi, arrasó en las elecciones. Fue una excelente noticia para el presidente Bush. El rival del PLD, el Partido Democrático de Japón (socialista), quería retirar las tropas japonesas de Irak. Un triunfo socialista hubiera sido recibido con jubilosos titulares en la primera plana del New York Times. Se quedaron con las ganas. Ganó Koizumi, un firme aliado de EEUU. No es de extrañar que hayan querido ignorarlo. Díganme extraño, pero me gusta tener a Japón de aliado. Me simpatiza, desde que descubrí su violento pasado feudal a través de la cinematografía de Kurosawa, desde que vi Rashomon por primera vez. Japón tiene prácticamente el tamaño de California y su extensión cubriría casi toda la costa del este. Tiene 127 millones de habitantes que inventaron el suchi y muchos de los automóviles que manejamos. Son muy pronorteamericanos y son la segunda potencia industrial del mundo.

El melenudo Junichiro Koizumi es un convencido reformista. El país lo necesita. Desde hace varios años, la economía japonesa se encuentra en un relativo estancamiento. El Partido Liberal Democrático se ha esclerotizado. Sus propios éxitos lo han vuelto excesivamente conservador y su principal preocupación es mantener el status quo, y los privilegios asociados al mismo. Koizumi lo comprende. Ha tratado de promover grandes cambios. No lo han dejado.

Su caballo de batalla ha sido la privatización del servicio postal de Japón. No parece gran cosa. Como dijo Zaratustra, las apariencias engañan. El servicio postal de Japón es un monstruo. Le sirve de caja de ahorros y de principal asegurador a millones de ciudadanos. Los hogares japoneses tienen activos por valor de $3 billones (un 3 seguido de 12 ceros) en sus 27,700 sucursales. Como es de esperar, administrar esa enorme cantidad de dinero ha permitido establecer innumerables zonas de influencia, verdaderos shogunatos. Ha sido, como es el caso en la mayoría de las empresas estatales, una enorme fuente de corrupción.

La privatización del servicio postal no sólo haría más eficientes los servicios que presta actualmente, sino que dinamizaría extraordinariamente al sector privado de Japón. La privatización que Koizumi propuso no era precisamente fulminante: completarla llevaría 10 años. Su moderación no le sirvió de nada. Veintidós miembros de su propio partido votaron contra la misma en la cámara alta. Fue entonces que disolvió la cámara baja y convocó a nuevas elecciones. Fue una jugada audaz porque el Partido Democrático de Japón había estado ganando terreno en las últimas elecciones y, de haber conseguido la mayoría, hubiera podido formar gobierno. Koizumi le retiró el apoyo de su partido a los 37 miembros de la cámara baja que votaron contra la privatización. En su lugar, postuló a jóvenes reformistas y, entre ellos, a muchas y brillantes mujeres. Kozumi convirtió las elecciones en un referendo sobre la privatización. Su victoria fue abrumadora. Ahora, su coalición de gobierno controla 327 de los 480 escaños del Shugi-in o Cámara de Representantes. El PDJ, por su parte, perdió 62 de los 175 que tenía.

El triunfo de Koizumi ha sido muy importante en términos de política exterior. Koizumi confronta una Corea del Norte hambrienta, agresiva y decidida a chantajear al mundo con sus armas nucleares. Y que cuenta con el apoyo de China. El gobierno de Corea del Sur, por su parte, encabezado por lamentables socialistas, sueña con ganarse el afecto de los coreanos del norte y piensa que Kim Jong Il es un incomprendido. Inocentes de todo conocimiento histórico, muchos de sus jóvenes miran con disgusto la presencia de tropas americanas en su país. Están en su perfecto derecho. Es más, creo que debemos complacerlos. Hoy por hoy, Corea del Sur es un país rico y bien armado. En 1950, cuando Corea del Norte lo invadió, más de 50,000 soldados americanos dieron su vida por preservar su libertad. Gracias a esa libertad y a su propio espíritu de empresa, se han convertido en una gran potencia industrial. Estupendo. Ahora pueden cuidarse por sí mismos.

En este marco geopolítico, Junichiro Koizumi quiere fortalecer las fuerzas armadas del Japón. Comprende algo que ya decían los romanos hace 2,000 años: ``Si quieres paz, prepárate para la guerra''.