En defensa del neoliberalismo


 

Un discurso engañoso
Adolfo Riveo Caro

A mucha gente le gustó el discurso de Obama sobre el estado de la Unión. No es de extrañar. El inicio del discurso pudiera haber sido hecho por Reagan. “Los pesimistas que pronostican nuestra decadencia están equivocados. Somos la primera nación fundada en una idea, la idea de que cada uno de nosotros merece la oportunidad de conformar su destino. Es por eso que, durante siglos, pioneros e inmigrantes se lo han jugado todo para venir aquí”.


El elogio a los militares y frases como “nuestro sistema de libre empresa es lo que impulsa la innovación y tenemos que innovar más, educar más y construir más que el resto del mundo” parecían un reto lleno de optimismo y un llamamiento al sistema de libre empresa. Daba la impresión de que, súbitamente, el Presidente hubiera dado un giro a la derecha y se hubiera convertido en un campeón del capitalismo. Atención, las apariencias son engañosas.


El principal problema que enfrenta nuestro país es una deuda nacional aplastante. Estamos hablando de un promedio de $760 mil millones en los próximos 10 años y esos son solo los déficits anuales. El actual déficit presupuestario es de $1.3 billones (trillions en inglés, 1.300.000.000.000) y la Oficina de Presupuesto del Congreso espera que el total de nuestra deuda pública llegue a los $18 billones para el 2021.


Esta enorme deuda amenaza con la devaluación del dólar y con que éste pierda su carácter de principal moneda de cambio internacional. Varios países y hasta dirigentes del Fondo Monetario Internacional han estado discutiendo esta posibilidad. Es probable que muchos lectores hayan oído mencionar el tema. En la actualidad Estados Unidos no puede caer en bancarrota, porque simplemente puede imprimir el dinero que le hace falta. Pero si el petróleo, por ejemplo, dejara de comprarse y venderse en dólares, EEUU tendría que comprar la moneda o grupo de monedas con que comprarlo. Esto implicaría un fuerte aumento del precio de la gasolina y, por consiguiente, de todos los productos que es necesario transportar, es decir, casi todos. Esto, a su vez, llevaría a una grave reducción en el nivel de vida del pueblo americano. Sin embargo, en su discurso sobre el estado de la Unión, el Presidente enfrentó este enorme problema de manera totalmente insatisfactoria.


Obama pidió congelar parte del presupuesto federal, pero se trata de una parte muy pequeña del mismo, apenas el 15%. La Casa Blanca estima que pudiera ahorrar $400,000 millones en la próxima década. Sin embargo, un antiguo director de la Oficina del Presupuesto del Congreso observó que sólo los gastos en Medicare y Seguridad Social subirán en más de $100,000 millones cada dos años. Por otra parte, Obama está proponiendo, a nombre de “inversiones”, aumentar los gastos en educación, energía y la llamada infraestructura. Es conveniente señalar que en los últimos tres años, los gastos en educación han aumentado en 209 por ciento, 150 por ciento en energía, protección del medio ambiente 126 por ciento, transporte 71 por ciento y ciencia 47 por ciento. ¿Realmente hace falta más?

El Presidente dijo que este era “el momento del Sputnik de nuestra generación”. Es curioso que Obama, que canceló el proyecto espacial de la NASA de regreso a la Luna, un objetivo que están persiguiendo ansiosamente los chinos y una decisión duramente criticada por Neil Armstrong, el primer hombre que llegó a la Luna, escogiera la metáfora del Sputnik. Suponiendo que el Presidente se estuviera refiriendo a un gran reto nacional, para Obama ese reto nacional es la energía limpia, no petrolera. Ese es, a su juicio, “el proyecto Apolo de nuestro tiempo”. Y a continuación, propuso cubrir el país con trenes de alta velocidad y compañías de paneles solares. Por favor. En la actualidad, nuestro país deriva menos del 1% de su consumo de energía de la energía eólica y el sol. En realidad, consumimos más energía derivada de la madera, alrededor del 2%.

Por otra parte, si en realidad lo que queremos son más empleos, nada más importante que eliminar el punitivo triple gravamen del capital corporativo (35%), que pone a EEUU en una seria desventaja internacional. Nadie va a poner empresas en EEUU cuando es mucho más económico y lucrativo ponerlas en un país extranjero, según explica Mihir A. Desai, profesor de Harvard. Hong Kong, Singapur y Nueva Zelanda simplemente no le ponen impuestos a las ganancias del capital corporativo. Francia y Alemania, tradicionales bastiones del gran gobierno, recientemente aprobaron leyes que excluyen de impuestos el 95% de las ganancias del capital corporativo. Canadá tiene una exclusión del 50%. Japón y el Reino Unido tienen exenciones para las ganancias del capital que sean reinvertidas. La completa eliminación del impuesto a las ganancias del capital corporativo tendría enormes beneficios económicos. El triple impuesto es mala política económica y su eliminación crearía ganancias anuales de más de $20,000 millones. Por otra parte, también pudiera reducirse al 15%, lo mismo que la tasa individual.

Nuestro país se encuentra en una situación enormemente peligrosa pero, desgraciadamente, el plan de Obama no hace nada serio por aliviarla.

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