En defensa del neoliberalismo

Elecciones en Perú
Adolfo Rivero Caro

Perú es un país de enorme importancia en América Latina. Pese a la difícil situación internacional, ha conseguido un crecimiento anual de casi 7 por ciento en los últimos cinco años. Se ha facilitado la formación de negocios y se han flexibilizado las regulaciones laborales. El gobierno ha entrado en acuerdos comerciales con Canadá, Chile, China, Singapur y Estados Unidos, desde principio del 2009. También ha firmado acuerdos comerciales con la Asociación Europea de Libre Comercio en el 2009 y con la Unión Europea en el 2010.

Perú ha emergido de la inestabilidad política de mediados del siglo XX.  El ex presidente Alberto Fujimori (19990 - 2000) ha sido convicto y encarcelado.  Durante una década de gobierno autocrático se desarrollaron victoriosas campañas contra Sendero Luminoso y otros grupos insurgentes. El presidente Alan García, que fue electo en  1980 y reelecto en el 2006, ha ganado una reputación como la alternativa pro capitalista a Hugo Chávez. Sirvió un término e los 80s y fue reelecto en 2006. Ha mantenido la tendencia hacia el liberalismo económico, la liberalización del gobierno y la estabilidad fiscal y monetaria. Ha aumentado la flexibilidad en el mercado laboral.

Perú tiene importantes recursos naturales incluyendo, oro, cobre y plata.  Más del 40 por ciento del país vive por debajo del nivel de pobreza, pero el crecimiento económico está bien por encima del promedio latinoamericano.

Debilidades institucionales por debajo del nivel mundial, incluyen débil protección a los derechos de propiedad, un sistema judicial ineficiente y falta de voluntad política para confrontar la corrupción.  

En las elecciones del próximo domingo competirán el ex presidente Alejandro Toledo, el ex alcalde de Lima, Luis Castañeda, la congresista Keiko Fujimori (hija del ex presidente Alberto Fujimori) y el economista Pedro Pablo Kuczynski. Todos coinciden en lo esencial de profundizar el modelo económico liberal y privilegiar las inversiones extranjeras. Solamente Ollanta Humala ha mantenido con un discurso populista y la voluntad de retroceder a políticas socialistas. Tiene simpatías en la parte sur del país, la más atrasada. En ese sentido, es importante comprender que es simplemente imposible conseguir un desarrollo general y simultáneo. Cuando se construye un tren, se produce un desarrollo en la zona que lo atraviesa. Pero otras zonas del país quedan en la misma situación de atraso y desamparo. Esto es simplemente inevitable. Un desarrollo general sólo es posible como resultado de la suma de progresos parciales y, como consecuencia, un fenómeno a largo plazo.

Curiosamente, los sondeos que al principio dominaban Toledo y Castañeda, apoyándose en sus exitosas gestiones (estatal y municipal) han dado la vuelta y ahora entre los candidatos con mayores posibilidades de pasar a una segunda vuelta están los que también despiertan mayor rechazo, Ollanta Humala y Keiko Fujimori, una opción que según Mario Vargas Llosa seria “entre el cáncer y el sida”.  Vargas Llosa, por cierto, votará por Toledo.

Recientemente, Umala ha aparecido con un rosario en la campaña del cardenal Luis Ciprani, arzobispo de Lima. ¿Ha cambiado Humala?  Una muy buena campaña diseñada por los asesores brasileños, que Humala ha asumido disciplinadamente, ha cambiado su imagen y le ha permitido llegar a donde está. Le ayudó mucho también el hecho de que nadie creía que levantaría y, por tanto, nadie se ocupó de él. Hasta ahora.

Obviamente,  sigue siendo el mismo y solo ha disfrazado sus intenciones para ganar la elección y hacerse del poder. Una entrevista realizada a Hugo Chávez en 1998, antes de las elecciones que ganó, ha vuelto a difundirse en estos días. Es ilustrativa de cómo el comandante venezolano mintió descaradamente a los ingenuos electores de su país. Allí Chávez, con corbata, sonriente y amable, promete no quedarse en el poder ni un día más, incluso irse antes de cumplir cinco años; no estatizar empresas; favorecer la inversión privada; respetar la libertad de prensa y no tocar los medios de comunicación. Todo era mentira y ha hecho lo contrario de lo que prometió.

Humala parece ahora el vivo retrato de Chávez. Ha cambiado el polo rojo por el traje y la corbata, visita al Cardenal, dice que es católico conservador, que no estatizará y que respetará la democracia. Sería ridículo creerle.

Algunos dicen,  “Humala no ha cambiado, pero si gana, no podría imponer una dictadura socialista, no tendrá mayoría en el Congreso ni fuerza para hacerlo”.

¡Por favor! ¿Acaso Chávez, o Evo Morales, o Fujimori tuvieron mayoría al comienzo?

Hoy día el Estado peruano está boyante, la economía crece, hay más de 40 mil millones de dólares en reservas, etc. Humala echaría mano a ese dinero y mucho más. Aumentaría desmesuradamente los impuestos a las empresas y tendría una caja fiscal descomunal. Su popularidad crecería y, en esas condiciones, convocaría a una Asamblea Constituyente –cosa que ha repetido mil veces pero ahora calla–, con el pretexto de cambiar la Constitución “neoliberal”, pero con el objetivo de introducir la reelección inmediata.

De allí, a controlar todos los poderes del Estado –Congreso, Poder Judicial, Tribunal Constitucional, etc.– hay un pequeño paso. Y el siguiente, controlar los medios de comunicación, establecería prácticamente la nueva dictadura.  Esperemos que el pueblo peruano lo comprenda y rechace esa opción suicida.

 

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