En defensa del neoliberalismo
 


IMÁGENES DE OPRESIÓN


 

 


Fred Thompson
 

A veces  uno lee algo y en la mente se le forma una imagen que más nunca desaparecerá.  En mi caso, una de esas imágenes surgió a partir de unas noticias del año 2002. La cual la policía religiosa de la Meca, Arabia Saudita, había golpeado a unas jovencitas cuando intentaban escapar de una escuela en llamas. Debido a que no vestían de negro ni cubrían sus cabezas con pañoletas, no las dejaron salir a la calle. De esa forma, 15 muchachitas inocentes quedaron encerradas en un edificio en llamas donde murieron quemadas mientras los bomberos las contemplaban sin poder hacer nada.  

No todos los sauditas apoyan este género de extremismo, pero muchos musulmanes radicales rechazan la idea de que las mujeres deben gozar aunque sea de los derechos más básicos, que incluyen votar, trabajar, conducir vehículos, escoger marido, acusar a un hombre de abusar de ellas o, simplemente, a desplazarse sin escolta masculina.

 Uno de los peores ejemplos de esta opresión de la mujer fue el de Afganistán durante la época de los talibanes. A las mujeres no se les permitía asistir a la escuela, trabajar fuera de su hogar ni mostrarse en público sin estar acompañada de un hombre de la familia.  Una mujer que enfermara pero que no tuviese parientes masculinos que la llevaran a un médico sólo podía esperar el sufrimiento o la muerte.  Una mujer de edad sin nadie que la proveyera de alimentos estaba condenada a la muerte. Muchas murieron.

La vida de las mujeres en regímenes como el de los talibanes u otros semejantes debería de inspirar ira e indignación en todos nosotros, principalmente en los defensores de los derechos humanos. Sin embargo, no deja de sorprenderme la evidente apatía de muchos de los que dicen estar perpetuamente desvelados por los derechos de las mujeres y las minorías.

Dudo, por ejemplo, de que nuestras grandes cadenas de televisión hayan dedicado el mismo tiempo a las horribles vidas de millones de mujeres en Irak y Afganistán antes de la liberación que el que le dedicaron a los reportes sobre Abu Ghraib. Por alguna razón, atrocidades cotidianas como las golpizas endémicas, los asesinatos por honor y los matrimonios forzados de las mujeres no parecen tener interés periodístico.

La otra cara de esa moneda es que apenas nos enteramos de las mejorías espectaculares de la vida de las mujeres cuando se éstas se deben a iniciativas norteamericanas. Es por eso que tomaré un poco del tiempo de los lectores para ofrecerle algunas buenas noticias que pudieron haberse extraviado entre las grietas periodísticas.

Un estudio reciente de la Universidad John Hopkins indica que desde que los talibanes fueron expulsados del poder hace cinco años, las tasas de mortalidad infantil en Afganistán han mejorado espectacularmente. Cada año son más de 40,000 los niños afganos que hubieran muerto en la tiranía islamofascista y que hoy viven gracias a que las mujeres pueden acceder con mucha mayor facilidad a los cuidados médicos. Y las estadísticas siguen mejorando. 

Algunas personas, entre ellas los especialistas de la salud del Banco Mundial, afirman que las tasas de mortalidad infantil han mejorado mucho más que lo que muestra el estudio de la John Hopkins, debido a que los datos empleados en este tienen varios años de atraso. Sabemos, por ejemplo, que el número de niños afganos que son vacunados se ha duplicado y vuelto a duplicar en pocos años. Asimismo, el número de mujeres embarazadas que reciben asistencia prenatal se ha multiplicado por seis entre los años 2003 y 2006.

En Irak las estadísticas de la asistencia médica y educación son aún más positivas. Por supuesto, no son pocos los aspectos de la vida que deben mejorarse en ambos países, pero estamos avanzando.  La próxima vez que alguien me recuerde los sufrimientos de las mujeres en las culturas musulmanas radicalizada o de la apatía ante sus problemas en los propios Estados Unidos, voy a evocar la imagen de cuarenta o cincuenta mil mujeres musulmanas que hoy ríen ante los rostros de sus hijos saludables. Usted también podría intentarlo y recordar, al mismo tiempo, que esos bebés no estarían vivos si no fuera por los soldados de los Estados Unidos y la coalición.

Fred Thompson, ex senador y actor. La cadena radial ABC emite sus comentarios

 


Traducido por Félix de la Uz