En defensa del neoliberalismo
 


LA REVISTA FRONTPAGE ENTREVISTA  A PAUL HOLLANDER

 

 

FP: Dr. Hollander, bienvenido nuevamente a FrontPage Interview. Hemos disfrutado mucho su último libro “The End of Commitment”.

Hollander: Gacias por la oportunidad de decir algunas palabras sobre el libro.

FP: ¿Qué lo motivó a escribirlo?

Hollander: Creo que fue el hecho de que se ha escrito muy poco sobre la desilusión con el comunismo desde The God That Failed y ciertamente nada remotamente comprensivo. Ha habido particularmente poco sobre la desilusión con los sistemas comunistas no soviéticos.

El libro también pudiera verse como una contrapartida de Los Peregrinos Políticos en el que examinaba las ilusiones y los enamoramientos políticos. Sigo fascinado por la forma en que la gente puede aferrarse a estas ideas.

La primera vez que escribí sobre la desilusión con el comunismo fue en la tesis para un seminario cuando estaba en la universidad, hace más de cuarenta años. Ahora me ha parecido que examinar la desilusión en medios ambientes distintos pudiera ayudar a elucidar los atributos comunes a los sistemas comunistas que han existido en la realidad.

FP: Cuéntenos algo sobre los ingredientes que atraen creyentes a una fe política.

Hollander: Son muchos los que influyen en el tipo de creencia política que he discutido en el libro. Probablemente, el más importante sea una necesidad humana genérica, la disposición a creer en algo que trascienda el marco de los intereses personales e inmediatos.

Como planteo en el libro, estas creencias políticas se parecen mucho a las religiosas: búsqueda de significado, trascendencia de la personalidad individual, afán de participar en un grupo de gente que piensa igual, etc.

Condiciones históricas y sociales ayudan a explicar por qué las personas escogen algunas unas creencias sobre otras en las diferentes sociedades. La mayoría de las personas discutidas en este libro estuvieron motivadas por impulsos altruistas; eran idealistas o, por lo menos, empezaron como idealistas.

Los ideales comunistas atraen a todos los que encuentran el individualismo, la competencia y el aislamiento social de las sociedades modernas, capitalistas y democráticas como poco atractivos y difíciles de soportar. Aunque la justicia social era un objetivo importante, la búsqueda de comunidad era lo más importante para estos idealistas

FP: ¿Qué descubrió usted sobre los que terminaron desencantados?  ¿Quiénes fueron los que renunciaron a su fe?

Hollander: Los desencantados tenían en común la experiencia de la realidad de los sistemas comunistas; la mayoría de los que se mencionan en el libro eran exiliados, desertores, disidentes. Así que tenían una experiencia de primera mano. Por supuesto que la personalidad también era importante. Después de todo, mucha gente que pasó por la misma experiencia no terminó desencantada o, al menos, nunca lo expresó. En algunos casos, el desencanto también se vio acelerado por el peligro personal o por desventajas experimentadas dentro del sistema.

Más difícil de explicar es el desencanto de los simpatizantes occidentales que no tenían la experiencia personal de vivir en uno de esos sistemas represivos. En su caso, la personalidad fue un factor todavía más importante: la disposición a desafiar la exclusión de su antigua sub-cultura, la capacidad de utilizar sus facultades críticas; un temperamento rebelde, verdaderamente no conformista y, de nuevo, el idealismo, el no estar dispuesto a aceptar la mendacidad de la propaganda comunista, etc.

Por supuesto, en algunos casos la experiencia personal también cuenta: las visitas a los países socialistas abrió algunos ojos pero, de nuevo, otros pasaron por alto los aspectos negativos de esas sociedades.

Así que, en última instancia, la personalidad juega un gran papel cuando la gente toma esas opciones. Algunos de los protagonistas de mi libro se desilusionaron de sus amigos izquierdistas de Occidente, de sus flaquezas humanas. Pero la clave de la desilusión es la capacidad de generalizar, de discernir los patrones y, muy especialmente, de comprender el abismo entre la teoría y la práctica, entre la promesa y la realidad. Pero la desilusión era más difícil de explicar en Occidente, donde poderosas subculturas adversarias ayudaban a mantener la fe, o alguna versión modificada de la misma.

FP: ¿Qué nos puede decir de esos creyentes que, pese a la realidad empírica, pese a que sus ideas engendran monstruosas maldades, se resisten a la desilusión?

Hollander: Se resisten porque les resulta más soportable que renunciar a profundas creencias sostenidas durante mucho tiempo.  De nuevo, es un asunto de psicología: el cambio de actitud siempre es difícil, especialmente en temas de moralidad personal entretejidos con las creencias políticas. También se trataba de un sentido de identidad, anclado en el idealismo político.

Como he observado anteriormente, persiste una subcultura política con muchas creencias compartidas, lo que facilita aferrarse a las viejas concepciones. Por ejemplo, en este país, los años 60 permanecen idealizados por gente que era joven e idealista por aquella época. Puede que ya no admiren a la China de Mao o la Cuba de Fidel Castro pero siguen convencidos de las maldades del capitalismo y de su nueva manifestación: la globalización. En su caso, un sentido de identidad personal también ayuda a la preservación de ciertas creencias.

FP: ¿Qué piensa usted del nuevo romance de la izquierda con el islamismo en esta guerra contra el terror (i.e., Chomsky abrazando a Hezbolá, etc) ¿No es ésta la continuación de los peregrinajes políticos?¿Son los palestinos los substitutos de los regímenes  comunistas que los antiguos creyentes adoraban?

Hollander:  El nuevo romance de la izquierda con los radicales musulmanes tiene las mismas raíces que la pasada simpatía con los regímenes comunistas. Yo he escrito mucho sobre las fuentes de su rechazo a sus propias sociedades en los Los Peregrinos Políticos y Antiamericanismo.

Lo más interesante y singular en el actual flirt con los radicales islámicos es que sus valores ¡chocan de frente con todos los tradicionales valores izquierdistas! Ahora resulta que los supuestos izquierdistas seculares simpatizan con rígidos y fanáticos sistemas religiosos que discriminan duramente contra las mujeres y los homosexuales, defienden y practican los castigos más crueles contra los delincuentes, incluyendo la mutilación, y otras cosas por el estilo.

Aquí hay una mucha mayor disonancia intelectual que en la pasada admiración con los sistemas comunistas que, por lo menos, podía alegar la respetable herencia ideológica del marxismo.

¿Cómo es posible poder pasar por alto esas características de los radicales islámicos? Muy sencillo. Porque son los más feroces enemigos de Estados Unidos, Occidente, y todo lo que eso representa. Esto es su principal atractivo y lo que permite ignorar otras características que, de otra forma, serían totalmente inaceptables.

Esta situación sugiere que el odio bien pudiera ser el factor más importante en la formación de una actitud política: no la clase, no la nacionalidad, no el origen étnico, no los intereses materiales. Sólo el apasionado odio por su propia sociedad puede explicar el atractivo que puede sentir gente como Chomsky, Ramsey Clark y sus seguidores por los movimientos islámicos radicales.

FP: ¿Tendremos entonces siempre en las sociedades libres gente que simpatice con las tiranías, que simpatice con sociedades donde ellos mismos serían exterminados? ¿Es esto un rechazo de la condición humana, un deseo inconsciente de muerte?

Hollander: De ser así, es probable que el fenómeno que estamos discutiendo aquí sea perdurable. Sistemas y movimientos represivos serán perdonados si son “los enemigos de nuestro enemigo”. Pero no lo llamaría un “deseo de morir”. Esa gente simplemente no piensa o no se puede imaginar que ellos mismos pudieran vivir bajo sistemas verdaderamente represivos que pudieran tratarlos muy duramente.

Creo que la mejor manera de enfocarlo es considerarlo una expresión duradera de la irracionalidad humana. Esta incluye seguir ciegamente convicciones obtusas pero profundamente sentidas, y permitir que uno mismo sea dominado por el odio.

FP: Paul Hollander, muchas gracias por estar con nosotros.

Hollander: Gracias a ustedes.

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Es probable que Paul Hollander sea el principal teórico mundial del antiamericanismo. Sus análisis sobre el atractivo de las ideas comunistas y de la izquierda en general, en libros como “Los Peregrinos Políticos” (existe en español) “Antiamericanism” y el último, “The End of Commitment,” son de un rigor y una amplitud excepcionales.

Ph.D in Sociology. Princeton University, 1963, B.A. London School of Economics, 1959
Professor Emeritus of Sociology, University of Massachusetts, Amherst
Center Associate, Davis Center

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413.586.5546
Hollander@soc.umass.edu

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Tomado de Frontpagemag.com
Traducido por AR 
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