En defensa del neoliberalismo

Un iraní organizaba la delincuencia en Sonora
Lic. Melo Dionisio Alvarez Rodríguez
melodr201051@gmail.com
Nogales, Sonora 20 de octubre del 2013

El autor de este artículo es economista cubano, periodista y analista internacional

La captura de un comando, que se disponía a robar agroquímicos en la empresa de Fertilizantes Tepeyac, pudiera ser un caso más de la delincuencia en México. Lo que si no es común, es que ese comando estuviera dirigido por Nohsen Podrebrahin, un ciudadano iraní. Aquí hay mucho que analizar, principalmente por los antecedentes terroristas de muchos iraníes, su vinculación con organizaciones extremistas, y el uso, cada vez más extendido, de numerosos fertilizantes para fabricar explosivos.

Los hechos se sucedieron en Obregón, Sonora, el lunes 26 de agosto del año en curso, según un reporte del periodista Martín Alberto Mendoza, de Nuevo Día. Sin embargo, la noticia no tuvo repercusión y seguimiento por otros medios, y contra toda lógica, no tuvo la merecida trascendencia nacional e internacional.

Apresuradamente, el reporte periodístico, no sé si con soporte policial, aseguraba que el robo de fertilizantes era para elaborar drogas sintéticas. No sé de la veracidad de la fuente, pero lo que sí es sabido que los fertilizantes son muy codiciados por los terroristas para fabricar explosivos. Se debió hacer una investigación más profunda, para saber cuáles eran los propósitos verdaderos de este iraní, y quiénes estaban detrás de esta operación, tan cercana a la frontera con los Estados Unidos.

Uno siempre espera que las investigaciones resuelvan cualquier misterio y se aclaren mejor las cosas, pero en México no siempre sucede así. Se pensaba que con la captura de los narcotraficantes  Heriberto Lazcano Lezcano y Miguel Angel Triviño Morales, se podría, al menos saber que había pasado con los secuestrados que se les atribuían a los “Zetas”, pero con uno de ellos fallecido y el otro detenido, no ha trascendido información de importancia alguna. 

No resulta muy claro cómo un iraní, con las limitaciones de idioma, un fenotipo extranjero tan marcado, y una cultura que nada tiene que ver con la mexicana, haya podido reclutar un comando de tantas personas, pues al menos 13 participarían  en el asalto a la planta de fertilizantes.

Lo preocupante es que a veces pensamos que los Estados Unidos y México están muy al tanto de los problemas de Seguridad Nacional. Sin embargo, cuando personas entrenadas en los mismos Estados Unidos derriban las Torres de Nueva York,  y en  México, la delincuencia organizada opera impunemente, y no hay control sobre los territorios fronterizos, entonces te percatas que cualquier cosa puede suceder.

Si los migrantes centroamericanos, con  tan limitados recursos, son capaces de identificar las redes de tráfico humano que operan en México, y  pueden arribar en cantidades significativas a los Estados Unidos, cómo los terroristas árabes no lo van a lograr, sí cuentan con todo un potencial económico, y recursos superiores de inteligencia y espionaje.

Luego de los ataques del 11 de septiembre, informes de inteligencia estadounidenses alertaron de una posible activación de células de Al-Qaeda en América Latina, además de la actividad islamista radical en Sudamérica, como el grupo chiita libanés Hezbollah, que es apoyado por Irán, tanto ideológica como políticamente.

 Irán, durante décadas, ha intentado estratégicamente aumentar su presencia y actividad en América Latina. Para ello mantiene seis oficinas diplomáticas permanentes en la región, en países como Brasil, Venezuela, Uruguay, Argentina, México, y Cuba, así como enviados especiales en Chile y Colombia. El  ayatolá Jomeini, a través de sus enviados está construyendo relaciones sólidas en el continente, aprovechando la coyuntura de varios presidentes populistas en la región y la falta de acción de los Estados Unidos. En este sentido, son preocupantes para la seguridad de la región, tantos gestos solidarios, y de admiración oportunista, mostrados reiteradamente por gobernantes como Evo Morales, Nicolás Maduro, los hermanos Castro, Rafael Correa y Daniel Ortega, hacia todos los extremistas islámicos que insisten en destruir la civilización occidental.  

En el caso de México, un país con una relación tan interdependiente con EE.UU., el objetivo principal pareciera ser económico, pero lo más probable es que sea una estrategia política. La inestabilidad social en México y una violencia descontrolada e impune, pudieran ser las condiciones propicias para implementar una base logística de penetración hacia los Estados Unidos.

Agentes del servicio  secreto de inteligencia de la región aseguran que la red terrorista Al Qaeda intenta infiltrarse en  América Latina, donde la presencia de esta organización ha sido detectada en varios países, incluido México. Según el Servicio Secreto, consultado por la Agencia AFP, Al Qaeda habría efectuado una reunión en México, para establecer contactos, seguramente con capos del narcotráfico.

Los informes de inteligencia evocan la posibilidad de que América Latina se transforme en una  base de apoyo para grupos  terroristas, dotados de armas de destrucción masiva, como armas  biológicas. No es de dudar, que por la proximidad a los Estados Unidos, México sea su prioridad.

Con todos estos antecedentes, no se puede ver el caso del iraní, como un hecho aislado. No sé qué han arrojado las investigaciones, pero en México nunca se sabe que cursos toman y cuando menos uno se lo imagina, no llegan a ninguna parte.

Todo indica que si México no toma carta en el asunto, Estados Unidos, a mediano plazo va a reaccionar y las medidas podrán ser drásticas. La cuestión de las drogas y el tráfico humano no le ha preocupado demasiado, pero la existencia verificada de una red terrorista operando cerca de sus fronteras y con base y logística en el país vecino, es otra cosa.

El diferendo histórico entre México y los Estados Unidos no supera la realidad actual. Las autoridades mexicanas no admiten una cooperación efectiva con los órganos de inteligencia estadounidenses y mucho menos el uso de su tecnología. Eso avizora, que un endurecimiento de las acciones norteamericanas pudiera tener una reacción negativa en México; y si en la actualidad no hay mayor efectividad en la lucha contra el crimen organizado en México es por la no aceptación de la cooperación norteamericana. En Colombia, esa cooperación tuvo resultados muy positivos porque las autoridades colombianas tenían un concepto diferente de la violencia y era considerada una prioridad nacional, aunque ello haya cambiado con la llegada al poder de Presidente Santos.

México no tiene una política de vigilancia fronteriza, al menos en la frontera norte, y se considera políticamente correcto el cruce hacia los Estados Unidos, a través del territorio mexicano. Esta condición es bien conocida y pudiera ser aprovechada por los terroristas anti occidentales para atacar a los Estados Unidos, infiltrándose por tierra y  prescindiendo de la vía aérea y marítima, a las que se le han brindado toda la atención, mientras se descuida la vía terrestre.

Esperemos que el caso del iraní que organizaba la delincuencia en México llame la atención y dispare la alarma, para detectar cualquier conspiración mayor, que opere detrás de una simple fachada de delincuencia común.