En defensa del neoliberalismo
 

LIBERTAD ACADEMICA ¿PARA QUIEN?

 

Jorge A. Sanguinetty
DevTech Systems, Inc.

 Observar cómo en un foro académico profesores e investigadores universitarios presentan sus estudios e intercambian abierta y libremente puntos de vista con sus críticos ante un público abundante es participar de una de las más bellas y admirables tradiciones de este país. La libertad académica es una institución que ayuda a las sociedades a desarrollar nuevos conocimientos. Pero esa institución es una espada de doble filo. La libertad del ponente tiene que ser complementada con la libertad del crítico y la presencia libre de un público interesado. Este mecanismo permite poner a prueba la veracidad de las contribuciones del ponente, no importa si es una persona seria y capaz o si es simplemente un incapaz o un farsante. El libre ejercicio de la crítica es el filtro que tarde o temprano decantará lo que es falso y desechable de lo que es conocimiento útil para la sociedad. Y el público será el juez final del ejercicio.

En esos mismos foros participan ciertos profesores e investigadores que distorsionan la verdad y hasta mienten abiertamente sobre sus áreas de estudio. Farsantes y charlatanes académicos siempre han existido y siempre existirán, del mismo modo que existe todo tipo de persona en cualquier sociedad. Eso no debe preocuparnos. Lo que debe preocuparnos es que los foros sean organizados de manera que la crítica no pueda expresarse libremente y se cree una especie de monopolio de los ponentes, donde la distorsión deliberada de la verdad se logra con impunidad.

La semana pasada se celebró en San Juan, Puerto Rico la reunión de la Latin American Studies Association (LASA), que duró cinco días con un gran número de paneles o grupos de estudios sobre literatura, música, arte y las diversas ramas de las ciencias sociales, como la sociología, la economía, la antropología y las ciencias políticas, todo aplicado a América Latina. En uno de los paneles se discutió el problema de las visas de entrada en Estados Unidos para los cincuenta y tantos cubanos invitados por LASA y que el Departamento de Estado decidió negar. El número de asistentes a esta sesión era de unos ochenta y los panelistas se concretaron a protestar sobre cómo el gobierno de este país atentaba contra la libertad académica de ellos y qué hacer en el futuro. No mencionaron que todos los invitados de LASA eran empleados del gobierno cubano, ni que en Cuba no existen organizaciones académicas independientes. Tampoco discutieron la falta de libertades académicas en Cuba. Estaban preocupados porque el gobierno de Estados Unidos no les dejaba traer cubanos para hacer uso de las libertades académicas de ellos, no la de los cubanos. Para el panel, los disidentes no existían, los que están cumpliendo condenas por escribir a favor de la libertad y contra la tiranía castrista no merecían reconocimiento alguno. Extraña forma de defender la libertad académica.

Por la tarde asistí a otro panel. Me perdí al primer ponente. El segundo ponente, un joven economista, presentó su estudio sobre unas comparaciones de varias economías del mundo, entre ellas la cubana, y su presentación tenía la calidad académica que es de esperar en este tipo de evento. Pero el último ponente hizo gala de una total falta de respeto por la ética que debe ser la base de todo profesor e investigador serio. Este caballero presentó su estudio sobre la Asamblea del Poder Popular en Cuba advirtiendo de entrada que él no pretendía evaluar si la misma era mejor o peor que otros cuerpos legislativos. Hizo énfasis en las magníficas relaciones entre la asamblea y Fidel Castro, el cual según el ponente nunca se inmiscuía en sus asuntos; señaló que la asamblea era muy representativa de los diversos estratos de la población, incluyendo el racial, el profesional y el de género; y mostró una admiración por la eficiencia con que los asuntos legislativos se manejaban en Cuba. A una pregunta del público, el profesor indicó que nunca se había reunido con disidentes durante su visita de estudio a Cuba. A otra pregunta sobre la frecuencia y duración de las reuniones de la asamblea, el ponente respondió que se reunía dos veces al año por un par de días, pero que sus comisiones trabajaban todo el año. Siempre recordaré que durante este vergonzoso y flagrante despliegue de deshonestidad o imbecilidad académica, el joven economista, discretamente apenado por la presentación, movía sus ojos indicando asombro y embarazo ante las afirmaciones de su vecino de mesa.

Me preocupa que estos “académicos” estén a cargo de la educación de nuestros jóvenes, especialmente cuando existe una ciudadanía dormida y no me refiero solamente a los americanos. El tema cubano estuvo presente en un número elevado de paneles, una alta proporción de los cuales estaba dominado por los castristas que no pudieron venir y sus aliados de la quinta columna. Sin embargo, el exilio no estaba presente. A pesar de varios esfuerzos para atraer cubanos residentes en Puerto Rico a las presentaciones de nuestra Asociación para el Estudio de la Economía Cubana sobre el futuro de Cuba, el exilio brilló por su ausencia. Seguimos dejándole el terreno al enemigo. Parece que no sabemos hacer otra cosa que protestar por nuestro destino mientras esperamos que la libertad nos caiga del cielo.

 

Miami, 20 de marzo de 2006.