En defensa del neoliberalismo
 


La enfermedad del Islam Wahabita
 

 

 

Por Adrian Morgan

Antecedentes e historia 

El reinado de Arabia Saudita alcanzó existencia oficial en 1932. El clan Al Saud, dirigido por Abdul Aziz bin Saud (ca. 1880 -1935), había ganado para entonces el control total de la región conocida anteriormente como Arabia. El proceso de forzar la sumisión de los clanes rivales comenzó al comienzo del siglo XX. Aziz fue apoyado por miembros del movimiento llamado Ikwhan, o Fraternidad. Azis fundó el Ikhwan a partir de distintas tribus beduinas en 1912. Estos fanáticos religiosos compartían la misma clase de fe fundamentalista de Aziz, pero posteriormente objetaron la alianza del líder del clan con los ingleses ”cristianos”. Eventualmente, las relaciones entre Ikhwan y Azis se agriaron, y hacia 1930 el futuro monarca los había aniquilado como fuerza.    

El Ikhwan siguió la rama del Islam conocida como Wahabismo. Esta ideología intolerante y extremista había sido formulada por Muhammad Ibn al-Wahab (1703-1792). Wahab había tenido que  huir de Medina, y encontró protección en la persona de Muhamad Ibn-Saud,  antecesor de Abdul Aziz, en 1744. En ese tiempo, la familia al-Saud estaba radicada en el pueblo de As-Dariyah, en la región Najd, cerca de Riyadh. La filosofía de Wahab provenía directamente de Ibn Taymiyyah: estaba prohibido la adoración en los templos lo que condujo a prohibir las lápidas. Quien no siguiera la estricta interpretación de Wahab era herético, y merecía la muerte. Al igual que Ibn Tammiyah, Wahab consideraba cualquier  ”innovación” (bida) en el Islam como herética.  Para los teólogos de la Universidad Al Hazhar en Egipto, la teología de Wahab era primitiva.

A Muhhamad Ibn Saud se le dio “legitimidad” religiosa como gobernante de Najd por su asociación con Wahab. Al tiempo de su muerte en 1765, la familia que se había desarrollado como dueños de olivares en el siglo XVI, era tan poderosa como cualquier otro grupo tribal en Arabia. Muhhamad Ibn Abd al-Wahab estaba virulentamente opuesto a la rama chiíta del Islam, y condenaba sus pregrinajes a los templos de sus santos. Después de su muerte, sus seguidores (que se autodenominaban muwahiddunes o “unitarios” )  tomaron la ciudad chiíta iraquí de Karbala en  1802, donde destruyeron el templo de Imam Husaim. Al año siguiente tomaron control de la Meca, impulsando al Califato Otomano a enviar una fuerza para reclamar la ciudad sagrada.       

En 1891, la familia Al-Saud fue expulsada de Arabia por sus rivales del clan Rashidi, que tomaron control de Riyadh y sus alrededores. Los Al-Saud establecieron residencia en Kuwait hasta enero 15-16 de 1902, cuando Abdul Aziz bin Saud y sus partidarios expulsaron a los Rashidis de Riyadh. Los Rashidis permanecieron poderosos, apoyados por los Otomanos y por Turquía. En 1921, apoyados por sus beduinos, jinetes de camellos, seguidores del Ikhwan, Abdul Aziz forzó la sumisión de los Rashidis, seguida por una alianza.

La intromisión  británica en la política del Medio Oriente había visto a dos hermanos Hashemitas situados como gobernantes en Irak y Transjordania en 1921. Los Hashemitas proclaman descender de Mahoma, y desde el siglo X el gobernante (sharif)  de la Meca fue tradicionalmente un Hashemita. Desde 1916, Sharif Hussein ibn Ali, apoyando los intereses británicos, declaró Hejaz (el noroeste de Arabia, a lo largo del Mar Rojo, abarcando Yeddah, Meca y Medina) independiente de los turcos otomanos. El hijo de Sharif Hussein ibn Ali, Abd Allah, fue Rey de Transjordania y su hermano Faysal fue Rey de Irak. En marzo de 1924 Sharif Hussein se autoproclamó “Califa,” poco después que el califato otomano fue abolido el día 3 de ese mes. Para septiembre de 1924, Abdul Azis bin Saud y los Ikhwanitas tomaron control de la Meca, haciendo abdicar a Sharif Hussein ibn Ali en octubre 5, y partir al exilio. 

El control de la region Hashemita de Hejaz impulsó al Ikhwan a ir al norte, a Transjordania, en 1924, y reclamar el territorio para sí. Los británicos, aunque aliados de Abdul Aziz bin Saud, y financiándolo, se enfrentaron con fuerza al Ikhwan, dejando con vida sólo a ocho de una legión de 1,500. Los Wahabitas objetaban los minaretes, el baile y la música. En 1921 Winston Churchill había advertido al  parlamento de Gran Bretaña sobre el extremismo de los Wahabitas, diciendo: “Austeros, intolerantes, bien armados, y sedientos de sangre, en sus propias regiones los Wahabitas son un factor específico que debe ser tenido en cuenta, y han sido, y aún son, muy peligrosos para las ciudades sagradas de Meca y Medina”.   

En junio de 1926, el Ikhwan atacó una procesión tradicional llamada mahmal. Murieron 25 personas. El mahmal era una procesión en caravana, portando cortinas  adornadas de Egipto y la Meca, donde estas telas eran colocadas en el templo de la Kaaba durante el peregrinaje Hajj.  Según Abdul Aziz bin Saud, la violencia tuvo lugar cuando miembros de la procesión sonaron trompetas en la vecindad de un “lugar sagrado”. Bin Saud había tratado, con anterioridad, de evitar que el mahmal tuviera lugar. 

A partir de 1926, los Ikhwan escenificaron pequeñas revueltas en contra de Abdul Aziz, y hasta una facción trató de destruir la Kaaba en la Meca. En 1929, los antagonismos entre Abdul Aziz bin Saud y el Ikhwan condujo a un enfrentamiento. Las autoridades religiosas apoyaron al Rey, que aplastó al Ikhwan. Estableció una Guardia Nacional, y en 1932 se autoproclamó Rey de Arabia Saudita. Había dado el nombre de su clan a toda la región de Arabia.  

Vandalismo en nombre de Alá.

En 1924 los Wahabitas habían comenzado una campaña de destrucción de tumbas de imanes y santos musulmanes. Hasta la tumba de Fátima, hija de Mahoma, de cuyo linaje nacerá el Mahdi (Mesías), fue destruida. Los ikhwanes habían tratado inclusive de profanar la tumba de Mahoma, pero habían sido contenidos por el jefe de Al Saud. Bajo el gobierno del rey Abdul Aziz y sus descendientes, la destrucción de lugares religiosos se ha ido acelerando hasta el día de hoy. Durante las últimas dos décadas, de acuerdo con el Instituto del Golfo, el 95%  de los antiguos edificios de la Meca han sido demolidos. Un arquitecto saudita, el Dr. Sami Angawi, afirma que al presente sólo quedan 20 edificios de los tiempos de Mahoma.    

La tumba de Mahoma está en Medina. En los 1950s, el establecimiento saudita decidió construir una biblioteca  sobre la tumba. El arquitecto obtuvo un acuerdo permitiendo que la tumba permaneciera bajo la biblioteca. Las autoridades pretendían poner concreto sobre la tumba y convertirla en lugar para estacionamiento de carros. En 1998, la tumba de la madre de Mahoma, Amina Bint Wahb, fue aplanada a ras de tierra.  La casa de Khadija, esposa de Mahoma, ya no existe. Ha sido reemplazada por servicios sanitarios públicos. La casa de Abu Bakr, primer Califa y padre de Aisha, la última esposa de Mahoma, ha desaparecido bajo los cimientos de un hotel Hilton.

Hasta la cueva donde se dice que Mahoma recibió sus primeras revelaciones, en la montaña Al Nour, se está considerando para demolición. El Príncipe Turku al-Faisal escribió, en respuesta a un artículo periodístico de 2005  condenando tal destrucción, que Arabia Saudita estaba gastando más de 19,000 millones en preservar los legados de Meca y Medina. “Estamos conscientes de lo importante que es la preservación de esta legado, no sólo para nosotros, sino para millones de musulmanes alrededor del mundo, que visitan las dos mezquitas sagradas cada año. Es algo que difícilmente vamos a permitir que sea destruido.”

La gran mezquita de la Meca está haciéndose insignificante por proyectos de construcción muy elevados, incluyendo la Torre Zam Zam, que está siendo edificada por la familia Bin Laden. Una ideología religiosa que puede hacer obsoleto su propio legado, en caso de que tenga lugar un peregrinaje (señalado como “shirk” o politeísmo), es destructiva y anti-cultural. La tribu de Al Saud disemina esta ideología por todo el mundo proveyendo fondos para madrassas y escuelas. A los seres humanos que viven bajo el mando intransigente del wahabismo se les niegan algunos de los derechos básicos que damos por entendidos en Occidente.         

Abuso en nombre de Alá.

Arabia Saudita exporta su ideología whabista por todo el mundo. En el 2005, el Príncipe Alaweed bin-Talal donó $20 millones a las universidades estadounidenses de Georgetown  y Harvard,  para promover el “entendimiento Musulmán-Cristiano”, a pesar de que en Arabia Saudita no se tolera ninguna otra fe. Los visitantes no pueden llevar biblias ni crucifijos, y celebrar servicios religiosos cristianos puede conducir a encarcelamiento.    

Desde 1926 los wahabitas han tenido mutawi’oon (también deletreados mutawa o mutawi), policía religiosa que impone “la virtud”. Estos vigilantes islámicos usan kefiyas o turbantes rojos y blancos, y tienen autoridad para arrestar personas. Pertenecen a un cuerpo oficial llamado Comisión para la Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio, que tiene 10,000 miembros en 486 centros a través del Reino. El presidente de la comisión es Sheikh Ibrahim Al-Ghaith. El declaró en marzo de este año que se había promulgado un decreto real en septiembre 7 de 1980. Ese decreto, dijo Al-Ghaith, hace que el muttawa siga guias procesales estrictas

El dijo: La Comisión desempeña un gran papel en capturar gente que practica brujería o engaños ya que son vicios que afectan la fe de los musulmanes y causan daño tanto a nacionales como a expatriados. La Comisión ha designado centros en ciudades y pueblos para vigilar a esos hombres. En cuanto a su suerte, son arrestados y transferidos a las autoridades competentes.   
La Comisión tiene también el papel de romper los hechizos mágicos, que se encuentran en el mar. Cooperamos con buceadores en ese aspecto. Después que los hechizos son encontrados, son rotos siguiendo recitaciones del sagrado Korán. No usamos magia para romper hechizos mágicos, ya que eso es contrario a las enseñanzas del Islám,, según ha mencionado el Supremo Ulema. Pero usamos el Korán como lo hizo el Profeta Muhammed (Que la paz sea con él)       

Creer en hechicerías y brujerías parece anacrónico en el siglo XXI, pero en noviembre de 2005 un profesor de química se vió condenado a 3 años de cárcel y 750 latigazos por burlarse del Islám y estudiar brujería. Los que acusaron a Muhammad Al-Harbi fueron sus propios estudiantes. En diciembre, el Rey Abdullah otorgó perdón a Mr. Al-Harbi.  

En junio del año pasado, Sheik Ibrahim Al-Gaith lanzó una campaña para borrar las prácticas de “brujería” entre los trabajadores inmigrantes hindúes y africanos en el Reino. Anteriormente, la agencia rusa RIA Novosti informó del caso de una “bruja” africana desnuda que paró el tráfico en Medina. La mujer había sido vista caminando desnuda, y fue rastreada hasta un burdel. Trató de huir por una ventana, pero cayó a través de un techo y se alejó caminando indemne, mostrando su “brujería”. Fue capturada más tarde. La situación de practicantes extranjeros de brujería condujo a Al-Gaith a establecer centros de emergencia a través del Reino para “inscribir denuncias contra hechiceros y charlatanes, rastrearlos y terminarlos”.

Cuando no está buscando brujas, la Comisión para la Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio toma de objetivos a gente que se considera están actuando inmoralmente. Comúnmente buscan personas que estén “en reclusión”. Esta ruptura de la moralidad, llamada “khalwat” sucede cuando un hombre y una mujer están en compañía y no son ni casados ni familiares consanguíneos. La forma en que los muttawa determinan el “khalwat” es –para las mentes occidentales- extravagante.

En junio de 2006 una mujer incapacitada de 70 años entró a una tienda del mercado Al Deira en Riyadh sin estar acompañada de un hombre. En la tienda estaba el tendero masculino. Como resultado, la mujer (y no el hombre) fue acusada de “khalwat”. Sus familiares no fueron informados del arresto. La encontraron unos pocos días después en una cárcel.

Arab News radicada en Arabia Saudita informó recientemente que un nigeriano había estado en la cárcel por lo menos 50 días. Ibrahim Mohammed Lawal, un recién converso al Islam, había estado estudiando Ley Islámica en el Centro Islámico Vahadilla en Riyadh. Cuando oyó que su vecina, mujer de 63 años, estaba enferma, ofreció llevarla en carro hasta el hospital. Varios hospitales rehusaron admitir a la mujer. Más tarde, cuando  fue finalmente admitida en un hospital, el Sr. Lawal se preocupó por el bienestar de la mujer. Llamó a su apartamento, donde estaban tres amigas de la mujer. Cuando preguntó por la salud de la mujer, llego el muttawa y arrestó a Mr, Lawal y las tres mujeres. 

El Sr, Lawall no puede entender el porqué está en la cárcel. El dijo: “Quise hacer algo bueno por una mujer que estaba enferma, y esto es lo que recibo a cambio. Perdí el apoyo de mi familia en Nigeria, donde mi esposa y mis hijos están disgustados conmigo – y aquí estoy, languideciendo en prisión”.

En mayo de 2006 el ministro saudita del Unterior, Príncipe Nayev, anunció que los poderes de los muttawas, para arrestar y detener sospechosos por horas, serían limitados. El decreto, reimpreso en periódicos por todo el Reino, decía: “El papel de la autoridad para promoción de la virtud y prevención del vicio, termina con detener a individuos sospechosos y entregarlos a la policía, quien entonces los presentará ante los fiscales con un informe del incidente en cuestión.” 

A pesar de tales normas,  el celo de la policía religiosa excede los límites que deben observar. A veces musulmanes chiítas son detenidos por los muttawa, y sólo liberados cuando han firmado un documento denunciando su fe. La policía religiosa frecuentemente saca de las calles a hombres cuyos cabellos son muy largos. Los mechones del individuo son cortados a un largo aceptable antes de ser liberados. Tienen reputación de violentos. Este año, dos hombres han muerto bajo su custodia. En junio de este año, las noticias locales informaron que un hombre había sido arrestado por “khalwat” había muerto del corazón mientras estaba bajo custodia. Ahmed Al Bulawi, de 50 años, había sido arrestado en la provincia norteña de Tabuk. La mujer de la que se le acusó de estar demasiado “cerca”, era familiar de sus empleadores. 

Salman Al Huraisy, de 28 años, había muerto en mayo de este año, después de ser arrestado por los muttawa en Riyadh.  El Sr. Huraisy había sido acusado de comerciar en alcohol. Sus familiares clamaron que lo habían matado a golpes. 

En el mismo mes, el periódico saudita Okaz informó que una mujer fue severamente lesionada después de huir de los muttawa, que se habían introducido en su casa. La policía religiosa la sospechaba de “actividades indecentes”. Ella entró en pánico y saltó del cuarto piso de su bloque de apartamentos.

El mayor abuso de los poderes de la policía religiosa ocurrió en marzo 11 de 2002 , y sólo llegó a conocimiento público después que un miembro mayor del poderoso clan Al Saud, de 20,000 miembros, permitió que el incidente fuera reportado. Había estallado un fuego en el dormitorio para niñas en una escuela de la Meca. Las niñas que estaban dentro trataron de huir del edificio incendiado. Por estar vestidas impropiamente, la policía religiosa las hizo regresar a golpes al dormitorio en llamas. A la vez impidieron que los bomberos llegaran hasta las víctimas atrapadas. Como resultado, 15 inocentes niñas murieron. Cuando se informó del fuego por primera vez, se había dicho que las niñas habían muerto en la “estampida” tratando de escapar. 

En julio del año pasado, los muttawa causaron que perdieran sus empleos 69 mujeres que trabajaban en una cadena de tiendas de cosméticos. Una mujer dijo: “La Comisión para la Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio vino una vez a nuestra tienda. Estábamos usando ropas islámicas y no teníamos maquillaje alguno, a pesar de que trabajamos en una tienda de cosméticos. No lucìamos indecentes, como ellos claman, y definitivamente no merecíamos perder nuestros trabajos.”  Un miembro mayor de la compañía propietaria de las tiendas dijo que “la Comisión emitió una decisión ordenándonos cerrar nuestras tiendas dentro de tres días. Cuando objetamos, dijeron que o cerrábamos las tiendas o terminarían el asunto llevando a todas las mujeres a sus carros por la fuerza.” 

Las leyes impuestas en los tribunales religiosos sauditas indican un enfoque displicente sobre la dignidad humana. En marzo de este año, una mujer joven que había huido de su casa fue situada en un hogar adoptivo para niñas, y fue sentenciada adicionalmente a cincuenta latigazos.

En noviembre del año pasado, la Deutsche Presse Agentur (Agencia de Prensa Alemana), informó que una  joven que había sido violada por cuatro asaltantes, había sido condenada por “khalwat,” Antes de que la violación tuviera lugar había estado a solas con un hombre en un carro. Como resultado, fue condenada a 90 latigazos.

El siguiente mes, un indio que trabajaba en Arabia Saudita quiso visitar a su esposa, que acababa de dar a luz un niño. Se extravió y se encontró en un área de Medina exclusiva para musulmanes. Su visa de residencia, color rojo oscuro (indicando que no era musulmán) fue advertida, y se informó a la policía. Un tribunal religioso lo condenó a ser decapitado.

Las decapitaciones tienen lugar en público, donde se hace arrodillar a la víctima antes de que se le separe la cabeza con una espada. Hay casos numerosos de trabajadoras inmigrantes que se han defendido de ataques de violación por parte de sus empleadores y han muerto así. Las cifras de decapitación en Arabia Saudita han aumentado dramáticamente este año. En 2005, 83 personas fueron decapitadas, pero en 2006 la cifra descendió a 38. Solamente en este año han tenido lugar 107 decapitaciones públicas.    

Arabia Saudita es un país sin democracia y sin libertades religiosas. Sin embargo, aquí en Occidente permitimos a los sauditas dar fondos para mezquitas y escuelas, y promover su intolerante ideología wahabita. Grupos como CAIR, apoyados por los sauditas, se quejan de que se abusa de los derechos de los musulmanes en Occidente, mientras que los musulmanes y no-musulmanes no tienen derechos verdaderos en Arabia Saudita. Hay algo desequilibrado en esta ecuación.

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El Editor Contribuyente de FamilySecurityMatters.org.  Adrian Morgan, es un escritor y artista radicado en Inglaterra, que ha escrito para Western Resistance desde su fundación. También escribe para Spero News. Ha contribuído previamente a varias publicaciones, incluyendo el Guardian  y New Scientist y es un antiguo miembro de la Sociedad Antropológica Real.


Traducido por el Dr. E.A.Rivero