En defensa del neoliberalismo

Editorial: Muere Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco

¡Ay! De esos hombres con espíritu de rebaño 
Que no comprenden a los hombres de espíritu rebelde,
Que prefieren separar su cuerpo de su alma,
Con tal de verla marchar libre.

Laura Pollán, siempre al frente.

La muerte de Laura Pollán constituye una pérdida irreparable para el proceso democrático cubano, con ella pierde la causa por la democracia una de sus principales baluartes, pero gana la Patria una de sus mejores heroínas. Ya nada ni nadie podrán ensombrecer su imagen,  que se eleva al cielo en busca de un guía espiritual que interceda por el desvalido pueblo cubano. Su casa, que fue el Templo de las Damas de Blanco, hoy se convierte en un referente histórico de su gran batallar por la democracia en Cuba. Esperamos que el Movimiento de las Damas de Blanco “Laura Pollán Toledo" sepa honrar su memoria.

Tal parece que la vida quiso llevarse a Laura Pollán temprano, antes que los vicios del triunfo pudieran eclipsar su estirpe de heroína. Adelantándose a lo postulado por Máximo Gómez en la Proclama de Yaguajay, cuando dijo: “Que no os ofusquen los apasionamientos de la victoria, ni que los que se crean más  meritorios los ensoberbezca y ciegue el orgullo, pues por ese camino casi siempre se han perdido muchos hombres que principiaron siendo grandes y acabaron pequeños”.

Laura Pollán fue esa líder natural, que comprendió que su espíritu rebelde no le permitiría ante la injustica arrastrar con ese espíritu de rebaño, que como dogma impone el régimen cubano y por cuya razón muchos hombres han preferido separar su cuerpo de su alma, con tal de verla marchar libre.

Sin embargo, fue víctima de las circunstancias que la llevaron a desencadenar un final que tal vez ella no hubiese elegido. Su cuerpo incinerado, algo apartado de la tradición del pueblo cubano y de la propia religión católica que profesaba, pero sus enemigos hasta el último momento obraron con sarcástica inteligencia.

Laura Pollán se merecía un tributo nacional y regresar triunfante a su Manzanillo natal, recorriendo las carreteras de su país, como tantas veces lo hizo. Ahora en su despedida hubiese sido fuente de inspiración hasta de aquellos que no la conocían o nunca habían oído hablar de ella.

Sin embargo, las Damas de Blanco ya son un símbolo de la rebeldía nacional, pues sin el reconocimiento oficial, impusieron su personería jurídica recorriendo las calles de la Habana. Y su disciplina y perseverancia fueron sus principales armas, pues frente a las turbas envilecidas hicieron suyo el poema de José Martí cuando dijo: “Cuando, para manjar de la sangrienta fiesta humana, sacó contento y grave su propio corazón: cuando a los vientos de Norte y Sur vertió su voz sagrada,—La estrella como un manto, en luz lo envuelve, se enciende, como a fiesta, el aire claro, y el vivo que a vivir no tuvo miedo, ¡Se oye, que un paso más sube en la sombra! Y ese paso, lo ha dado Laura Pollán Toledo.

El régimen, su miedo lo convierte en crueldad, pero de su crueldad no escapa su miedo. Miedo al contagio patriótico,  como ya antes sucediera con Orlado Zapata Tamayo, pero hoy en cada municipio de nuestro país resurgirá una nueva Laura Pollán, vistiendo de blanco a cada madre, hija, hermana o esposa de nuestros inextinguibles presos políticos.

Laura, no te damos una despedida, sino un hasta pronto. Ya que en este camino de hacer Patria muchos te alcanzaremos, lo difícil será sobrepasarte pero estaremos ahí juntos en espíritu y cuerpo, en lo cercano y en la distancia pero al fin juntos. En tu caso,no se cumplirá aquel presagio de José Martí, de que todo el que riega luz, al final se queda solo. Todo un pueblo te sigue en propósito, porque el deseo der libre es universal, aun hasta para aquellos que nunca han conocido la libertad.

Octubre, 16 del 2011

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