En defensa del neoliberalismo

LA REALIDAD DEL NARCOTRAFICO EN MEXICO Y LOS ESTADOS UNIDOS (III Parte)
Lic. Melo Dionisio Alvarez Rodríguez
melodr201051@gmail.com

Los despidos policiales en México y las deportaciones en los EEUU, caldo de cultivo del crimen organizado.

El alcalde del municipio de García, Jaime Rodríguez Calderón señaló que la ejecución del general Arturo Esparza García, ex secretario de Seguridad Pública de la localidad fue comandado por un policía que habían despedido hace nueve meses atrás y que cuando él asumió el cargo de 165 policías había despedido a 157. En el atentado que días atrás tuvo lugar en los límites de Monterrey y García, con saldo de tres pistoleros muertos y dos detenidos, tuvieron involucrados algunos de estos policías.  

Los policías despedidos por la razón que sea, son personas entrenadas y con información operativa de la policía, que las convierten en personas de gran interés para el crimen organizado. Unos ya venían sometidos a presiones intimidatorias y otros al quedarse sin empleos son vulnerables a las ofertas de los grupos irregulares del narcotráfico.

Muchos analistas justifican la corrupción policial, por los bajos salarios, que muchas veces se les paga a sus agentes, y aunque discrepo en cierta medida de ese concepto, la responsabilidad y riesgo de un policía amerita una justa remuneración. 

Como si fueran pocas, las condiciones que favorecen la violencia en México, ahora se le suma una más, la cantidad de deportados desde los Estados Unidos, individuos que llegan al país sin ninguna posibilidad de empleos. Los deportados tienen características muy especiales que pueden ser aprovechadas por los carteles del crimen organizado. Incluso, muchos de ellos tienen antecedentes delictivos, lo que los hacen vulnerables a las tentaciones delictivas.

Son muchos los factores que disparan las alarmas de este fenómeno: la cantidad de deportados diarios, las altas cifras que esperan ser deportados y la cantidad potencial que pueden engrosar la lista de deportados.  Lo más grave de todo esto es que estamos hablando de miles de personas, principalmente hombres, casi todos de buena vitalidad física y lo más importante, los conocimientos funcionales de la sociedad norteamericana, muchas veces dominan hasta el idioma  y lo peor, hasta pueden tener conexiones con bandas y diferentes grupos delincuenciales de los Estados Unidos.

Sin embargo, las agencias de inteligencia norteamericanas, no han sabido explotar las potencialidades de este fenómeno de las deportaciones, donde tienen un caudal de personas que podrían infiltrar en las bandas delincuenciales de México y Centroamérica. Las posibilidades son amplias, con solo darle protección legal y económica a los familiares de los deportados elegidos, podrían lograr una amplia red de información primaria de inteligencia que tendría un gran impacto positivo en la lucha contra el narcotráfico.

La violencia del narcotráfico y sus implicaciones en los Estados Unidos

Los Estados Unidos sufrió los efectos de la violencia y el narcotráfico en la década de los 80, aunque logró controlarla, no erradicó por completo este flagelo de la sociedad, principalmente su consumo, que por su volumen y la diferencia del valor del dólar con respecto a las demás monedas latinoamericanas, hacen del mercado norteamericano el principal destino de la mayor parte de las drogas de la región.

Muchos estudiosos del tema condicionan la entrada de dragas a los Estados Unidos motivada por su gran demanda y se les da la misma apreciación, que a cualquier otro producto comercial. Sin embargo, el problema es mucho más complejo. La ilegalidad de las drogas y el volumen con que entran a territorio norteamericano pone en dudas la voluntad jurídica de controlar este ilícito negocio. Tienen que haber intereses especiales y personas e instituciones de alto nivel, en complicidad con los encargados de ejecutar el cumplimento de ley. Tienen que haber muchos implicados en todo el proceso de ingreso de drogas a los Estados Unidos, para que se pueda garantizar de forma sistemática un mercado que satisfaga la demanda.

Si los grupos terroristas, como Al Qaeda, no estuvieran encaprichados en utilizar la vía aérea para sus acciones y utilizaran los mecanismos del narcotráfico para sus propósitos, comprometerían seriamente la seguridad de los Estados Unidos. Aunque hay un buen punto de observación, si le damos crédito a la hipótesis anterior, de la entrada permitida por ciertos grupos de interés, tal vez estos grupos no estén dispuestos a permitir la entrada de explosivos y otros medios logísticos para los atentados. Sin embargo, ciertos sectores de la cadena delincuencial, si puede negociar con los terroristas interesados en causar daños en territorio norteamericano.

La operación Héroe Caído, en memoria del agente Jaime Zapata, arrestó a unas de 676 personas, entre ellas a José Francisco Padilla, un miembro en activo de la Guardia Nacional en el área de McCallen, Texas, que suministraba armas y pertrechos militares a los cárteles de la droga en México. Esto demuestra que en el volumen de entrada de drogas y el tráfico de armas pueden estar implicados importantes funcionarios, que por sus propias funciones se les facilita dichas operaciones.

La detención miembros de una red, que operaba en distintas ciudades de Estados Unidos, lanzada en virtud de la muerte en México del agente de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE), Jaime Zapata, demuestra que hay presencia de los carteles en casi todos los Estados y su gran poder económico, ya que durante estos arrestos se incautaron un poco más de 12 millones de dólares.

La violencia en México producto del narcotráfico es mucha más peligrosa que la situación que vivió Colombia hace unos años.  La cercanía de México y la incapacidad de las autoridades norteamericanas de controlar la entrada de drogas y comercialización y tráfico de armas de todo tipo y calibre hacen la diferencia. El cártel de Los Zetas ha contratado a bandas criminales en los Estados unidos, tales como el Sindicato de Texas y el MS-13 para llevar a cabo asesinatos por encargo. 

Hay suficiente evidencias que los efectos del narcotráfico organizado han llegado a Estados Unidos. Los Zetas y el cártel del Golfo han logrado corromper a por lo menos dos sheriffs, uno en el condado de Cameron, en la frontera con Matamoros, y otro en el condado de Starr, en la frontera con Miguel Alemán. Recientemente la Oficina Federal de Investigaciones arrestó al jefe de policía de Sullivan City, fronteriza con Reynosa, por su presunto contubernio con narcotraficantes mexicanos.

El área de operaciones de Los Zetas en Estados Unidos es quizás más grande de lo que se imagina. Teniendo en cuentas las capacidades operativas, tácticas y estratégicas de esta organización criminal, se hace inminente detectar cualquier movimiento de Los Zetas antes que puedan controlar territorios, subvertir a gobiernos locales o corromper y coercionar personas, creando potencialmente zonas de ingobernabilidad en territorio estadunidense, como sucede en México.

Lo preocupante es que en la práctica y en casos muy puntuales por experiencia personal se ha evidenciado una gran burocracia en Agencias del FBI, que ponen en dudas su capacidad de controlar - de producirse - una ola del crimen organizado. Si partimos de que la burocracia y la inoperancia fueron las principales causas de que las agencias policiales y de seguridad mexicana hayan sido sobrenadadas por la capacidad operativa de los carteles del crimen organizado y este fenómeno se puede producir o estar produciendo ya en los Estados Unidos.

Los Zetas y sus métodos de reproducción están intactos. Aunque han perdido algunos de sus integrantes iniciales de origen y preparación militar, parece suceder que la inteligencia y la creatividad están del lado de la estrategia criminal y no de las instituciones gubernamentales de México y los Estados Unidos.

El control de la frontera.

El control de la frontera y la situación migratoria se han vinculado una con la otra, como una condición para no resolverse ninguna de las dos. A ninguna de las dos situaciones se le busca una solución real, hay demasiado temor político para presentar y aprobar una propuesta efectiva, como la militarización de la frontera y una política migratoria, que empiece por conocerse cuántos inmigrantes ilegales radican en los Estados Unidos.

Las deportaciones, han sido las medidas más recurrentes, de las autoridades norteamericanas, y aunque ya hablamos de algunos de sus efectos negativos, hay que sumarle a los deportados sus habilidades para cruzar la frontera, los que les facilita entrar y a los Estados Unidos por una frontera que carece de una vigilancia medianamente segura. Decimos entrar, porque salir de la Unión Americana no requiere de control alguno.

Los Estado Unidos, a pesar de haber invertido miles de millones dólares para establecer métodos de control de la frontera, se podrían catalogar de un rotundo fracaso. Son muchos los factores que complican el control fronterizo, desde la manipulación política hasta la falta de voluntad y disposición de las autoridades mexicanas de hacer del problema de la frontera una responsabilidad compartida.

El principal obstáculo para controlar la franja fronteriza es que México no tiene tropas guarda fronteras.  De lado mexicano se ha producido un fenómeno que debe ser objeto de análisis, los carteles de la droga han desplazado a los residentes, inclusive a los propietarios de haciendas y ranchos y tienen el control de todo el lado mexicano, desde donde mantienen el control territorial en la franja fronteriza, el paso de inmigrantes, campos de entrenamiento, retención de secuestrados, incluso algunos secuestrados han planteado que fueron obligados a trabajar en laboratorios ubicados en los extensos territorios mexicanos controlados por los narcotraficantes en dirección a la frontera, donde ni siquiera el Ejército   mexicano tiene acceso.

El lado mexicano controlado principalmente por los narcotraficantes sirve para toda la logística, desde fabricación de túneles hasta el uso de catapultas. Además como el tráfico humano no se ha podido controlar, los inmigrantes ilegales son utilizados como mulas para transportar drogas. Y desde el lado norteamericano se envían con regular facilidad un arsenal de armamentos para México y Centroamérica, ya que del lado mexicano no existe vigilancia alguna.

Si se sabe que las autoridades mexicanas no tienen la voluntad política de controlar la frontera, porque el principal móvil de confrontación histórica e ideológica con los Estados Unidos es la lucha o defensa de los “indocumentados” Entonces, de seguir el mismo camino,  Los Zetas controlarían porciones del territorio estadunidense, como ya lo hacen en México y Centroamérica, y se vincularían con grupos terroristas para aprender la fabricación de bombas y armas más letales. Esta fusión de intereses sobrepasaría la brutalidad y atrocidad de este nuevo grupo de criminales, con fines y propósitos más letales contra la comunidad norteamericana.

Ante este inminente peligro, que no se vislumbra solución alguna, a Estados Unidos sólo le queda, si quiere prevalecer como nación, controlar de forma efectiva la frontera, militarizando toda la franja fronteriza, construyendo bases miliares y declarando todo ese territorio zona militar, con entrenamientos militares, incluyendo ejercicios de aire y tierra, como los que se realizaban en la Isla de Vieques en Puerto Rico.