En defensa del neoliberalismo

     

Peña y el PRI suben la apuesta: vienen por todo

La noción prevaleciente de que los valores pagados por la comunidad para el servicio público retornan ese valor, es una gruesa falacia y un pretexto para el derroche y la dilapidación. El valor pagado a los gobiernos por parte de los contribuyentes es entregado sin ningún retorno equivalente.

                                                                                                                    Juan Bautista Say

Con la decisión de cambiar el artículo 154 del Programa de Acción del Partido Revolucionario Institucional, éste y su jefe nato, Enrique Peña Nieto, elevaron la apuesta en el esfuerzo por subir los impuestos y lograr que en México impere la mayor carga fiscal que sea posible.

Pese al creciente rechazo de dirigentes locales y sectoriales del PRI al cobro del IVA en alimentos y medicinas, los redactores del proyecto de reforma al Programa de Acción, que habrá de aprobar la próxima Asamblea Nacional, decidieron suprimir el texto vigente en dicho documento, que establecía: “El PRI defiende la economía popular y no aceptará la aplicación del IVA en alimentos y medicinas.” La tradicional y abyecta obediencia de los priistas a los designios del Señor Presidente, volvió a imponerse.

Los líderes nacionales priistas aducen que el cambio a su documento básico no significa que necesariamente los legisladores federales priistas van aprobar el IVA a alimentos y medicinas, sino que se trata de una decisión para que  estos tengan amplio margen de maniobra. O para decirlo claro: se trata de elevar la apuesta y de aumentar la amenaza, a fin de negociar con los demás partidos políticos y de intentar bolsear a los contribuyentes tanto como sea posible y que, encima, agradezcan la bolseada si, finalmente, no se aprueba el IVA en alimentos y medicinas.

Pero, si no es para poner fin a la exención del IVA a alimentos y medicinas ¿para qué habría ordenado Peña modificar el Programa de Acción del PRI?

Peña y el PRI sí quieren esta parte, la más odiosa para el conjunto de la población, del paquete de reforma fiscal. Y por supuesto ellos no ignoran los costos políticos que ello pudiera acarrear. No en balde la principal razón para no intentar la reforma en el primer período de sesiones del congreso en 2013, fue la celebración de elecciones locales en 14 entidades federativas en julio de este año.

Pero después ¿qué? Después también seguirá habiendo elecciones locales y en 2015 se celebrará la elección federal para renovar la Cámara de Diputados. Entonces, ¿no tendrá el PRI que pagar el costo del alza de impuestos, incluso con una resonante derrota electoral? Y, ¿qué tal en 2018 perder la Presidencia de la República?

El chiste es engrosar la legión de limosneros del Estado

Para mitigar los costos del alza de impuestos, sobre todo el IVA a alimentos y medicinas, Peña y sus estrategas ya tienen la fórmula. En la reunión nacional priista del fin de semana la delinearon así:
“El partido propone que cualquier impuesto, que por razones de generalidad grave a los grupos de bajos ingresos, conlleve una compensación en términos de bienestar social”. 

Es decir ya sea en especie (principalmente servicios públicos) o en efectivo, el mismo dinero que se quitará a las personas de más bajos ingresos, se les devolverá.

Pero ¿qué sentido tiene quitar para luego devolver?, ¿no sería más sencillo dejar las cosas como están? Como ya hemos advertido (Resistencia Fiscal No. 21 “Los políticos quieren hacer de México… ¡una nación de limosneros!”) estas preguntas retóricas corresponden a la perspectiva de los contribuyentes, independientemente de su nivel de ingresos, pero no a la perspectiva de los políticos.


Para empezar
, jamás hay tal devolución íntegra, los contribuyentes siempre pierden en términos materiales en sus tratos con el Estado. Ya mencionamos el ejemplo de personas de bajos ingresos, que aun pudiendo recurrir al seguro popular o al seguro social convencional prefieren gastar su dinero con médicos y farmacias particulares, no porque sean estúpidas sino precisamente porque no lo son: obtienen siempre más por su dinero en el ámbito privado de lo que reciben de los servicios públicos “gratuitos”.

 

En segundo lugar y suponiendo que hubiera una devolución íntegra en términos materiales, en términos de autodeterminación y dignidad hay una pérdida total. Cuando las personas mantienen en su poder el dinero que han ganado y deciden gastarlo según su voluntad, afirman cotidianamente su individualidad, su autodeterminación, su libertad y, en suma, su dignidad como seres humanos. Cuando, por el contrario, se les quita su dinero y luego se les “devuelve” vía subsidios, ven mermada su individualidad, su autodeterminación, su libertad y su dignidad. Se les convierte en limosneros del Estado, en “carne de acarreo” y clientela electoral cautiva de los políticos.

Eso es lo que buscan Peña y sus secuaces, pero también los demás políticos todos (… o casi todos). Por eso Andrés Manuel López Obrador y la izquierda en general carecen de la menor autoridad moral para encabezar una lucha contra el alza de impuestos y en particular contra el IVA a alimentos y medicinas. Ellos quieren lo mismo –hacer de México un país de limosneros- y juegan el mismo juego de todos los políticos profesionales: fomentar la pobreza para lucrar políticamente con ella 

Además, los izquierdistas que se oponen al IVA en alimentos y medicinas, nada dicen del aumento del IVA en productos no exentos ni de la homologación de este impuesto en todo el territorio nacional, mientras insisten en hacer todavía más “progresivo” (incautatorio) el Impuesto Sobre la Renta.

Por eso la lucha contra el alza de impuestos es tan importante. No se trata sólo de impedir que la anciana que a duras penas todavía puede adquirir un medicamento ya no pueda hacerlo o de impedir que las personas que comen carne tres veces por semana ahora lo hagan dos. Se trata además de defender la dignidad de las personas y su libertad, sin la cual México jamás saldrá del subdesarrollo. Se trata de ir minando el negocio perverso del fomento de la pobreza y su lucro político, hasta lograr su completa aniquilación.

Los contribuyentes enfrentamos enemigos formidables. Peña y sus secuaces están engallados por el apoyo de los kapos fiscales, de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis (CEPAL, OCDE, BM, BID) y hasta del muy estatista gobierno de Barack Obama. Profesan además un profundo desprecio por los ciudadanos de a pie. Ellos creen que -como ha ocurrido tantas veces- podrán cometer sus atropellos con escasa resistencia de sus víctimas.

Pero quizás se lleven la sorpresa de sus vidas. Pues para empezar casi nadie votó por Enrique Peña (ni por sus contrincantes) para que subiera los impuestos y al hacerlo comete un gran fraude político. Quizás esta vez el Atlas mexicano se rebele. De nosotros los contribuyentes depende.

Peña y el PRI suben la apuesta: vienen por todo (PDF)