Jorge Raventos *
Ana Barón, la aguda
corresponsal de Clarín en Washington, informa el miércoles 17 de julio
del resbalón que unos días antes perturbó al representante de Néstor
Kirchner ante el Banco Mundial, Alberto Camarassa. Sucede que el
funcionario se quejó a las autoridades del Banco por un reciente
informe técnico (Governance Matters, 2007) que exhibe a la Argentina
cayendo por tercer año consecutivo en materia de corrupción. La
periodista apunta con fina ironía que Robert Zoellick, el Presidente
del BM, recibió la carta de Camarassa "en vísperas de la renuncia de
Miceli", cuando los diarios del mundo ya hablaban del toiletgate y
"con todos los problemas del INDEC sobre la mesa". Un mal momento.
El trabajo que molestó al Gobierno
argentino es la actualización de un vastísimo informe, que un equipo
de especialistas conducido por Daniel Kaufmann, destacado investigador
del Instituto del Banco Mundial, viene desarrollando desde hace más de
una década. El estudio analiza la situación de 212 países en relación
a 6 variables: control de la corrupción; seguridad jurídica; calidad
regulatoria; eficacia del Gobierno; estabilidad política; y libertad
de expresión.
El gobierno de Kirchner exhibe fuertes
caídas en todas las materias, salvo (curiosamente), libertad de
expresión, único rubro en el que consigue una nota parecida a la que
Argentina obtenía en 1998. En todos los otros aspectos el descenso es
notable. La medición de los investigadores del BM revela que el
"control de la corrupción" en la Argentina cayó sensiblemente si se
compara con el gobierno de Carlos Menem. Para 1998, el país figuraba
con un valor del 58,5%, en el 2004 había descendido al 42,9%, en el
2005 al 39,2% y el último año estaba en 37,1%, notablemente por debajo
de la media de América Latina y ocupando el décimo puesto del ranking
regional. –
El estudio muestra asimismo que hubo
un marcado retroceso en materia de seguridad jurídica. En 1998, el
indicador marcaba 64,9%, mientras que en el 2005 superaba apenas el
30% y en 2006 había bajado aún de esa mezquina marca, para ocupar el
noveno puesto entre los países latinoamericanos.
La "calidad regulatoria" del Estado es
hoy tres veces más baja que durante la década del 90. En 1998 la marca
superaba los 70 puntos; hoy llega a gatas a los 20 puntos, con los que
Argentina se ubica en el puesto número 15 en la región, sólo por
encima de Bolivia, Ecuador y Venezuela.
En fin, en la materia "eficacia del
Gobierno" el descenso por comparación con la "década maldita" no es
menos significativo. Mientras en 1998 el estudio asignaba a la
Argentina 74,3%, tanto en 2005 como en 2006 la marca ha descendido por
debajo del 50% (entre 42 y 46).
El sospechoso moralismo verbal con que
este Gobierno y sus apologistas cargaban maliciosamente su dedo índice
para acusar a los 90, queda cruelmente iluminado por el trabajo del
organismo internacional. Y debe tomarse en cuenta que las cifras del
estudio registran la situación del año 2006, cuando todavía una
atmósfera de inmunidad parecía proteger al régimen kirchnerista y
muchas denuncias se omitían o eran silenciadas, fuese por miedo, por
interés o por, digamos, prudencia.
Podemos imaginar lo que mostrarán las
cifras del año próximo, las que registren los hechos de este 2007, en
cuya primera mitad ya saltaron a las primeras planas y a los
Tribunales casos como Skanska y los sobreprecios de la obra pública,
el toiletgate de Felisa Micelli (con más sus insinuadas ramificaciones),
la extensión sin consulta ni debate de concesiones petroleras o el
nepotismo despilfarrador y descontrolado de la Secretaria de Medio
Ambiente.
El estudio del Banco Mundial que ha
enojado al gobierno retrata muchos de aquellos temas de los que el
oficialismo prefiere no hablar. Y da la razón a los que opinan que es
difícil encontrar un momento argentino de tanta decadencia
institucional y tanta corrupción descontrolada.
Fuente:
Jorge
Raventos <http://www.lapaginaderaventos.blogspot.com/>
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