En defensa del neoliberalismo

 

Rebelión liberal contra los impuestos.

Algunos demócratas han decidido que prefieren tasas más bajas de impuestos. Obama no es uno de ellos.

No hay nada como una rebelión electoral para concentrar la mente de los congresistas y es por eso que, de repente, los demócratas en el Congreso están diciendo que, después de todo, no se deben dejar expirar las rebajas de impuestos de Bush del 2003. Pero, para esom necesitan persuadir al presidente de la Cámara, al secretario del Tesoro y al presidente Obama.

El aparente descubrimiento de que aumentar los impuestos pudiera dañar la economía ha sido revelado recientemente por los senadores Bayh de Indiana, Ben Nelson de Nebraska y, mayor sorpresa, hasta por Kent Konrad, de Dakota del Norte. En una escala de hechos improbables, esto es como si el Papa se pronunciara contra el celibato. Como presidente de la comisión de presupuesto del Senado, Conrad casi nunca ha visto un aumento de impuestos que no le haya gustado, pero esta semana manifestó que "En general, no se quiere ver un recorte de gastos o un aumento de impuestos en medio de una recesión."

En la Cámara, inclusive Boby Brighton, de Alabama, se atrevió a defender a los norteamericanos adinerados a quienes los demócratas han estado atacando desde hace muchos años. "No me preocupa si se trata de los más acaudalados de los acaudalados. No se aumentan sus impuestos”, le dijo al periódico La Colina. "En una recesión no se añaden impuestos, cargas o restricciones.." Sería mejor que se lo dijera a la presidenta de la Cámara

Inclusive Jerrold Nadler, un liberal centrista, está expresando públicamente su preocupación de que el aumento de impuestos afectará demasiado a sus electores. Y ciertamente tiene razón, dado que la tasa mayor de los impuestos, estatales y federales combinados, estará en la ciudad de New York cerca de un 54% en 2011. Nadler está proponiendo -seriamente- ajustar las tasas de impuesto sobre ingresos basado en el costo de la vida, de forma que menos neoyorquinos paguen las tasas que, durante una década, Nadler ha dicho que deben pagar los ricos. ¿Y qué tal un acuerdo por el cual se mantentan bajas las tasas conjuntas para Nebraska y New York?

 

Esas no son, en forma alguna, conversiones a la economía de la oferta, pero es un comienzo. La recuperación económica esta lejos de ser robusta, y golpearla en enero con uno de los mayores aumentos de impuestos de la historia no logrará que haya más disposición a invertir o crear nuevos empleos.

 

Inclusive Lord Keynes se opuso a elevar los impuestos durante una recesión, y buenos demócratas, como el desaparecido Walter Heller, persuadieron a JFK que recortara las tasas de impuestos en los 1960s. Esos recortes dispararon la explosión económica de esa década. Sólo en la época de Obama se han convencido los demócratas de que el mejor "estímulo" es el de mayores gastos y mayores impuestos.

Los líderes demócratas dicen que quieren preservar las tasas más bajas para los individuos que ganen menos de $200,000 anuales, pero aún eso significa aumentarlas para esos norteamericanos que, con mayor probabilidad, se arriesguen a estimular el crecimiento económico. Obama y Nancy Pelosi piensan jugar su acostumbrada carta de lucha de clases para justificar el aumento de impuestos a los ricos, pero eso es un juego político arriesgado con un desempleo de 9.5% . ¿Quienes piensan ellos que crearan nuevos empleos? ¿Los que ganan menos de $200,000 al año?

La realidad es que un aumento mayor de 41% en la tasa marginal más alta del impuesto sobre los ingresos golpeará de forma especialmente fuerte a los  pequeños negocios más productivos. Y eso es porque millones de dueños de negocios pagan tasas individuales bajo el Subcapítulo S del codigo de impuestos. Esto significa que pagan la misma tasa máxima de los 500 de la revista Fortune: 35%. Pero si expiran las tasas de impuestos de 2003, repentinamente pagarán más que Goldman Sachs.

Nueva información del Comité Conjunto sobre Impuestos, dirigido por los demócratas, muestra que en 2011 alrededor de 750,000 contribuyentes pagarán la tasa marginal más alta, de 39.6%, o la siguiente más alta, de 36.0% (anteriormente 33%). Cerca de la mitad del aproximadamente billón de dólares de los ingresos totales netos aparecerá también en esas declaraciones. De golpe, eso hará que decenas de miles de millones de dólares no estarán disponibles para invertir o para contratar nuevos trabajadores.

 

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