En defensa del neoliberalismo

 

UNA MIRADA A CUBA

 


Dr. Rodrigo Siman Siri*


Hablar de Cuba es hablar de un paraíso donde la belleza natural se
mentremezcla con el sueño de todo un pueblo bueno y trabajador. Estoy sentado en el balcón de un hotel de La Habana, viendo uno de los atardeceres más alucinantes que jamás haya imaginado, con una mezcla de sentimientos tan fuertes como el olor de los puros cubanos.
 
Pensé que escribir unas líneas sobre Cuba iba ser de lo m
ás sencillo después de estar aquí por una semana, pero es difícil ser objetivo cuando las ideas se nublan y los ojos se humedecen constantemente con la cantidad de sensaciones vividas en esos días.
  
Fui invitado por las autoridades de salud de este bello
país con motivo de un congreso medico, perfectamente organizado por los galenos cubanos. En el congreso tuve la oportunidad de ver al legendario Fidel Castro. Que no es más que los restos de lo que ha de haber sido un fornido guerrillero.

Lleg
ó fuertemente custodiado en su caravana de tres Mercedes Benz negros, exactamente iguales a los que utiliza el general Pinochet, casualidades de la vida, pensé. Vimos a un anciano vestido de verde olivo hablar confusamente en el foro por más de una hora sobre mil cosas, palabras sueltas sin mensaje alguno, desde la guerra en Iraq
hasta los mosquitos que causan el dengue.

Como m
édico llegué a Cuba sabiendo que si bien aquí no habría libertades, el sistema de salud era uno de los mejores del mundo, pues así lo reflejan sus indicadores de salud y sociales y nos lo repiten constantemente los dirigentes del FMLN. No se que parámetros utilizan los políticos en Cuba, pero ayer un niño que parecía de siete años me contó que acababa de cumplir 15, y en sus
pellejos traslucía una desnutrición severa y crónica.
  
Pedimos visitar un hospital y se nos llevo a un hospital turístico
, exclusivo para extranjeros, elegante e impecablemente limpio, para después enterarnos de que los hospitales públicos son paupérrimos y se ven más destrozados que nuestro hospital Rosales. Son viejos, con
filas eternas de gente esperando ser atendidas, escasos de medicinas y con un personal de salud exigiendo, por debajo de la mesa, algunos dólares extras a los usuarios si se quiere que el enfermo se atienda oportunamente y con las mejores medicinas. Y mi mayor sorpresa fue saber que un m
édico especialista gana mensualmente la cuantiosa suma
de $20 al mes. Así es 20 dólares al mes, cuando una botella de agua cuesta $1 en la calle, agua que por cierto no se puede tomar del chorro pues esta contaminada, según nos
advirtieron los colegas de Cuba. Si todo esto sucede en La Habana, me imagino lo que será en las provincias rurales.
  
En Cuba, o en La Habana vamos a decir,  verdaderamente no hay mendigos harapientos ni niños descalzos deambulando por las calles. Pero si sobran los viejos, jóvenes y niños que se acercan a los turistas en los restaurantes rogando por unas monedas o
un pedazo de pan. 

La prostitución, en breve, me preocupa como médico. Para el Máximo Caudillo, el Comandante Castro, es un cofre
lleno de Euros y Dólares de los turistas.
  
Los turistas tienen acceso a los lugares creados exclusivamente para ellos, hoteles gigantescos, restaurantes de lujo, todo en dólares
por supuesto.

Los cubanos s
ólo pueden ser testigos pasivos de la buena vida que se le ofrece al extranjero. Como me comentó un amigo taxista con los ojos humedecidos por la rabia y la tristeza: acá los turistas son los humanos y nosotros somos los extraterrestres.
  
Descubrir Cuba y su gente es descubrir el heroísmo y la valentía de un pueblo que vive o m
ás bien sobrevive en un régimen de opresión, miedo y miseria. Gracias al auge del turismo que hay en este país, los cubanos pueden ver ahora las diferencias entre ellos y el mundo libre.

Al bajar del aviso se me acercó calladamente un se
ñor y luego de preguntarme de donde era, me pidió un periódico de El Salvador; están hambrientos de noticias reales del mundo real, no de este fantasma creado por sus autoridades, que acá ya nadie se la cree. Muchos me han preguntado por nuestro presidente Flores, quieren saber como es
su personalidad, están impresionados con
él, ya que es el único que ha puesto a Fidel en su sitio.

De todo esto se han enterado porque alguien les ha contado, ya que esta noticia, como muchas otras, nunca se transmitió en Cuba.

En La Habana fueron fusilados
tres jóvenes por haber soñado con su libertad y haber tratado de huir de Cuba en una
lancha robada. Por este grave  delito, fueron juzgados en un día, y 24 horas después, fusilados salvajemente, como ejemplo para el pueblo de lo que le puede suceder al que est
é en contra del régimen.

Cuando me contaba este injusto hecho una hermosa cubana con una mirada conformista, s
ólo se me ocurrió decirle que hay que tener fe en que las cosas van a cambiar pronto. Que estúpido me sentí cuando me contestó que eso han esperado desde hace tantos años y acá siguen muriendo muchos. Unos a tiros como estos tres jóvenes y cientos que viven pero que les han fusilado la esperanza de ser libres, de trabajar y superarse, de exigir sus derechos sin ser reprimidos.

Pero ser
ía injusto hablar de Cuba y sólo mencionar las miserias de un régimen obsoleto y tiránico. Hablar de Cuba es hablar de sus mujeres, de las más lindas del mundo, del ritmo y de la calidez de su gente, de la mirada buena de su pueblo, de las bellezas de sus calles con olor a sal, tabaco y ron. Hablar de Cuba es hablar de un paraíso
donde la belleza natural se entremezcla con el
sueño de todo un pueblo bueno y trabajador que sigue esperando su verdadera revolución.

*Medico Pediatra y columnista de El Diario de Hoy en El Salvador.