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Los verdaderos
impuestos tienen curvas |
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Stephen Moore
Según dice la leyenda, la famosa Curva Laffer fue dibujada
originalmente por Arthur Laffer en 1974 en una servilleta de papel
durante una cena íntima en el hotel Washington a la que asistieron,
entre otros, el difunto Robert Bentley, Dick Cheney y Donald Rumsfeld.
La Curva Laffer ayudó a lanzar la revolución económica de Reagan (Reaganomics)
y un frenesí de rebajas de impuestos en todo el mundo, que continúa
hasta el día de hoy.
En realidad, la teoría es uno de los conceptos más sencillos de la
economía. Cuando uno sube los impuestos sobre la producción de un
bien, se produce menos de ese bien. Y al revés: bajar los impuestos
sobre la producción, el trabajo, las inversiones y la toma de riesgos
estimula esas actividades. Debido a ese aumento de la producción, el
gobierno suele recaude más impuestos y no menos. Es paradójico pero
real que bajar los impuestos permite recaudar más impuestos.
Sin embargo, esta sencilla lógica, validada por múltiples ejemplos de
la vida real, sigue eludiendo al lobby de la lucha de clases,
obstinado en que lo que beneficia a los empresarios tiene que ser
prejudicial para los trabajadores. Marx se niega a morir.
En los años 80, el presidente Ronald Reagan bajó la tasa superior de
impuestos personales de un confiscatorio 70%, a un 28% cuando dejó la
presidencia. Esto aparejó una expansión económica que hizo que las
recaudaciones federales de impuestos aumentaran en casi el doble: de
$517,000 millones a $1,032 millones.
Ahora tenemos la abrumadora prueba de las rebajas de impuestos de Bush
de mayo del 2002. La joya del plan económico de Bush fue la reducción
de las tasas de impuestos sobre los dividendos de 39.6 % a 15% y
sobre las ganancias del capital de 20% a 15%. Estas fuertes rebajas en
el doble impuesto sobre la inversión de capital tenía la intención de
invertir los efectos del crash de la bolsa del 200-01, que había
liquidado casi $6,000 billones de la riqueza de los hogares
americanos, e inspirar una reanimación de las inversiones de capital
de negocios, que también habían colapsado durante la recesión. Las
rebajas de impuestos fueron aprobadas, por estrecho margen, pese a las
quejas y protestas del lobby de la envidia sobre el "egoísmo"
republicano y las "rebajas de impuestos para los super ricos''.
Este mes, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) dio a la
publicidad su último reporte sobre los ingresos de recaudación de
impuestos. Las cifras son una asombrosa demostración de la Curva de
Laffer y del verdadero valor de las rebajas de impuestos de Bush. Los
ingresos por concepto de impuestos federales aumentaron en los
primeros ocho meses de este año fiscal en $187,000 millones. Esto
representa un aumenta en los ingresos por concepto de impuestos
federales de 15.4% en 2004. Los ingresos por concepto de impuestos
sobre los ingresos corporativos y personales han explotado como si le
hubieran quitado la tapa a un géiser: han subido 30% en los dos años
desde la rebaja de impuestos. Una vez más, las rebajas de impuestos
han producido una reacción en cadena de más crecimiento económico, más
empleos, más ganancias corporativas y finalmente, más recaudaciones de
impuestos.
Este efecto de la Curva Laffer también ha creado inesperados ingresos
para los estados y ciudades. En lo que la expansión económica ha
seguido su curso, y en algunas regiones del país inclusive se ha
acelerado, los ingresos por concepto de impuestos de los estados ya
han subido 7.5% en lo que va de año. Quizás la historia más notable
de la nación venga de la eternamente endeudada ciudad de Nueva York
que, súbitamente, se encuentra con más de $3,000 millones de superávit
gracias al inesperado aumento de sus ingresos. Muchos de los críticos
del presidente Bush pronosticaron tontamente que los estados y las
localidades sufrirían con su rebaja de impuestos.
Desgraciadamente, no todas las noticias fiscales son buenas. El CBO
también reporta que los gastos federales han subido $110,000
millones, o 7.2% este año, en lo que los republicano siguen con su
orgía de gastos. Sin embargo, ahora parece que el déficit
presupuestario será, por lo menos, $60,000 millones menor que el año
pasado, y los estados y ciudades, encabezadas por California, que
hace pocos años estaban hundidos en deudas, van a tener superávit de
por lo menos $50,000 millones. Esto significa que el total de
préstamos del gobierno estará por debajo de 2.5% del producto
nacional, lo que difícilmente pueda ser considerado como un nivel
crítico de deuda. Muchos de los opositores de las rebajas de impuestos
mantenían que éstas harían subir las tasas de interés, pero las tasas
de hoy están tan bajas que en las últimas semanas hemos visto
advertencias de confundidos economistas sobre la supuesta maldición
del bajo costo de los préstamos a largo plazo.
Del lado del sector privado, lo que estamos presenciando ahora es una
explosión de amplia base de las inversiones. Las rebajas de impuestos
sobre las ganancias del capital y los dividendos se han capitalizado
en mayores valores de las acciones y eso explica parcialmente por qué
el Dow Jones ha subido 24% desde mayo del 2003 mientras que el Nasdaq
ha subido 39%. Dan Clifton de la Asociación Americana de Accionistas
estima que este aumento en los valores de las acciones se ha traducido
en aproximadamente $3 billones en riqueza añadida para los hogares
americanos. El serio slump en los gastos capital de negocios del 2001
y 2002 ahora ha tomado una curva en U, con un extraordinario aumento
de los gastos en compras de capital de 22% desde 2003. Debido a que,
en gran medida, los aumentos de salarios y la creación de nuevos
empleos dependen de las inversiones de capital en los negocios, la mal
llamada "rebaja de impuestos para los ricos" ha beneficiado
enormemente a los trabajadores de medianos ingresos.
Todo esto nos lleva al punto crucial de si el Congreso prestará
atención a estos nuevos datos y tendrá el suficiente sentido común
para mantener una buena cosa hacienda permanente las rebajas de
impuestos. Gracias a las idióticas reglas presupuestarias del
Congreso, la rebaja de impuestos a las ganancias de capital y los
dividendos va a expirar para fines de 2008. (¿Cuándo fue la última
vez que un programa de gastos de Washington expiró?). Una cosa parece
segura: Subir los impuestos a las ganancias del capital y los
dividendos sería una fórmula para estrangular la expansión y revertir
la subida de la bolsa de valores. Hasta ahora, los demócratas han
estado coreando que el gobierno no puede permitirse el gasto que
significa hacer permanente la rebaja de impuestos. Pero, por supuesto,
todas estas nuevas informaciones indican precisamente lo contrario: lo
que no nos podemos permitir es no hacerla permanente.
Si las anteojeras ideológicas no les permiten ver la realidad ni
dejarse convencer por los hechos, eso es otro asunto.
El Sr. Moore es miembro de la Junta Editorial de The Wall Street
Journal.
Tomado de The Wall Street Journal.
Junio 19, 2005.
Traducido por AR