En defensa del neoliberalismo

 

Cuidado con las alianzas

 

Adolfo Rivero Caro

No hay nada que triunfe como el éxito. El reciente viaje del presidente Bush por Europa permitió constatar el probable inicio de un cambio de la actitud europea ante la política norteamericana en el Medio Oriente. Hasta los más arrogantes han sentido el impacto de las elecciones del 30 de enero en Irak. Más de uno se tiene que estar acordando de que se equivocaron con Reagan y más de uno tiene que estar temiendo haberse equivocado también con Bush. Me refiero, claro, a ''la vieja Europa'', a la que sólo le interesan sus negocios con Saddam Hussein, como ahora sólo le interesan sus negocios con los ayatolás de Irán; a esa cohorte a cuyas filas ha venido a sumarse el lamentable gobierno socialista de España, cuyos únicos éxitos observables son en el terreno de la ficción cinematográfica. Existe, afortunadamente, otra Europa, la que se liberó del comunismo con ayuda de Estados Unidos y que no lo ha olvidado todavía.

El Presidente insistió en una unidad de valores que él percibe gracias al privilegio de una mirada de halcón. En todo caso y sin menospreciar la importancia de Europa Occidental, no creo que Estados Unidos tenga que comerse las uñas ni tomar Valium porque no pueda contar con la solidaridad de la vieja Europa. Después de todo, nuestros amigos están bastante agobiados con sus propias problemas. Alemania, la que se suponía fuera la locomotora económica del viejo continente, ha superado su propio récord de desempleo, que ahora llega al 12 por ciento de la población laboral, y su crecimiento económico en el 2004 ha sido de un anémico 1.8. Con locomotoras como ésa es mejor ir a caballo.

Estados Unidos es la única superpotencia mundial y tiene responsabilidades realmente planetarias. Donald Rumsfeld, nuestro formidable secretario de Defensa, ha dicho que la misión determina la coalición. A principios del siglo XXI, Estados Unidos tiene dos misiones claves para alcanzar el objetivo estratégico de preservar la actual Pax Americana: transformar la política del Medio Oriente y contener el creciente poderío militar de la República Popular China.

Muy pocas otras naciones tienen interés en estos objetivos. Europa, en particular, ha subrayado que no lo tiene. Pero hay otras que pudieran tenerlo. Japón, sin duda, está entre ellas. En las últimas dos semanas se ha filtrado que Japón ha estado básicamente de acuerdo con participar en una defensa conjunta de Taiwan con Estados Unidos. Esto es un acontecimiento de enorme importancia y requiere verdadero coraje político por parte del gobierno japonés.

Japón está participando directamente en operaciones militares y de reconstrucción en Irak y considerando las grandes vinculaciones estratégicas de su política global. Tokio comprende que las perturbaciones en el Medio Oriente crean potenciales perturbaciones en el sudeste asiático.

Los norcoreanos están jactándose de tener armas nucleares y han disparado misiles por sobre el archipiélago japonés. China, por su parte, está extendiendo su influencia global. No es de extrañar que los estrategas japoneses estén revalorizando su papel militar en el mundo. Para Japón, el equilibrio militar en el Estrecho de Taiwan ha cobrado una importancia decisiva. Militarmente tienen mucho que ofrecer. Su simple ubicación es particularmente importante: los aeropuertos y otras instalaciones en Japón son esenciales para cualquier operación militar en la región. Además, sus fuerzas armadas son muy capaces, especialmente la marina y la fuerza aérea. Los japoneses han estado dando pasos para mejorar tanto sus propias capacidades como su compatibilidad con las fuerzas americanas. Esto contrasta agudamente con la mayor parte de las fuerzas armadas europeas, que se están retrasando cada vez más de la tecnología y los estándares tácticos norteamericanos.

La India, otro país de enorme importancia estratégica, pudiera llegar a las mismas conclusiones. Cuidado con las alianzas. Sí, sería preferible mantener la alianza transatlántica. Pero, para EEUU, no es la única alianza importante.