En defensa del neoliberalismo

 

Yo me avergüenzo

 

Oriana Fallaci

CONTRA EL ANTISEMITISMO. La veterana periodista y escritora vuelve al primer plano de la actualidad al publicar un tenso alegato en el que denuncia el antisemitismo que subyace en el apoyo a la causa palestina y las duras críticas a Israel de los medios europeos. La periodista italiana ya provocó una extraordinaria polémica tras los atentados del 11 de Septiembre, cuando defendió los valores de la cultura occidental frente al Islam, arremetiendo contra la inmigración musulmana en Europa. Aquel artículo, La rabia y el orgullo, publicado por EL MUNDO, dio pie a un libro que en Italia havendido ya un millón de ejemplares y que publicará próximamente en España La Esfera de los Libros.

Me parece vergonzoso que en Italia se haga una manifestación de individuos que vestidos de kamikazes berrean infames injurias contra Israel, exhiben fotografías de líderes israelíes sobre cuya frente han pintado una esvástica e incitan al pueblo a odiar a los hebreos. Y que por volver a ver a los hebreos en los campos de exterminio, en las cámaras de gas, en los hornos crematorios de Dachau, Mathausen, Buchenwald, Bergen-Belsen, etc., estarían dispuestos a vender un harén a su propia madre.

Me parece vergonzoso que la Iglesia católica permita a un obispo para más inri alojado en el Vaticano, un señor que no procede precisamente de la casta de los santos y que fue pillado, en Jerusalén, con un arsenal de armas y explosivos escondidos en compartimentos camuflados de su sagrado Mercedes participar en dicha manifestación y colocarse ante un micrófono para dar gracias, en nombre de Dios, a los kamikazes que masacran a los hebreos en las pizzerías y en los supermercados, amén de llamarles «mártires que van a la muerte como a una fiesta».

Me parece vergonzoso que en Francia, la Francia de la Libertad-Igualdad-Fraternidad, se quemen las sinagogas, se aterrorice a los hebreos y se profanen sus cementerios. Me parece vergonzoso que en Holanda, en Alemania y en Dinamarca los jóvenes alardeen del pañuelo palestino como antaño las vanguardias de Mussolini hacían ostentación de las insignias fascistas. Me parece vergonzoso que en casi todas las universidades europeas los estudiantes palestinos siembren y alimenten el antisemitismo. Que, en Suiza, hayan pedido que se le retire el Premio Nobel de la Paz a Simon Peres, concedido en 1994, y que se reivindique el símbolo de la paloma con el ramo de olivo en el pico, que se identifica con Arafat. Me parece vergonzoso que los eximios miembros del Comité, un Comité que (por lo que parece) premia más el color político que el mérito, haya tomado en consideración tal petición. Al infierno el Premio Nobel y gloria a quien no lo reciba.

Me parece vergonzoso (centrándome de nuevo en Italia) que las televisiones estatales contribuyan al resurgimiento del antisemitismo llorando sólo los muertos palestinos, mientras ningunean a los muertos israelíes, hablan de ellos de pasada y, a menudo, de una forma negligente. Me parece vergonzoso que acojan en sus debates con tanta deferencia a los bellacos que ayer celebraban la masacre de Nueva York y hoy celebran las matanzas de Jerusalén, Haifa, Netania o Tel Aviv. Me parece vergonzoso que la prensa escrita haga lo mismo, que se indigne porque en Belén los tanques israelíes rodean la Iglesia de la Natividad y que no se indigne porque en esa misma iglesia 200 terroristas palestinos, bien pertrechados de ametralladoras, municiones y explosivos (entre ellos varios jefes de Hamas y de Al Aqsa), sean huéspedes bienvenidos de los frailes (que, sin embargo, aceptan de los militares de los tanques las botellas de agua mineral y las cestas de miel).

Me parece vergonzoso que, al dar el número de los israelíes muertos desde el comienzo de la Segunda Intifada (412), un conocido periódico haya considerado justo subrayar con grandes caracteres tipográficos que en sus accidentes de carretera mueren más (600 al año).

Me parece vergonzoso que el Osservatore Romano, es decir el periódico del Papa, un Papa que no hace mucho tiempo dejó en el Muro de las Lamentaciones una carta pidiendo perdón a los hebreos, acuse de exterminio a un pueblo exterminado a millones por los cristianos europeos. Me parece vergonzoso que a los supervivientes de aquel exterminio (gente que lleva todavía el número marcado en el brazo) el citado diario les niegue el derecho a reaccionar, a defenderse, a no dejarse exterminar de nuevo. Me parece vergonzoso que en nombre de Jesucristo (un hebreo sin el cual hoy estarían todos en el paro) los curas de nuestras parroquias o centros sociales cortejen a los asesinos de los que, en Jerusalén, no pueden salir a tomar una pizza o a comprar huevos sin saltar por los aires.Me parece vergonzoso que estén de parte de los mismos que inauguraron el terrorismo matándonos en los aviones, en los aeropuertos, en las Olimpiadas, y de los que hoy se siguen divirtiendo matando periodistas occidentales. Fusilándolos, secuestrándolos, degollándolos y decapitándolos. (Tras la publicación de La rabia y el orgullo alguno en Italia hubiera querido hacérmelo a mí. Citando versos del Corán exhorta a su hermanos de las mezquitas de la Comunidad islámica a castigarme en nombre de Alá. A matarme. Incluso a morir conmigo. Como es un tipo que conoce bien el inglés, en inglés le contesto: «Fuck you» [Jodéte]).

Yo encuentro vergonzoso que casi toda la izquierda, esa izquierda que hace veinte años permitió a una marcha sindical poner un ataud (cual advertencia mafiosa) delante de la sinagoga de Roma, olvidando el tributo que dieron los judíos en la lucha antifascista. Desde Carlo y Nello Rosselli, por ejemplo, desde Leone Ginzburg, Umberto Terracini, Leo Valiani, Emilio Sereni, desde las mujeres como mi amiga Anna Maria Enriques Agnoletti fusilada en Florencia el 12 de junio de 1944, desde los setentacinco de los trecientostrentacinco matados en las Fosse Ardeatine, desde los infinitos otros muertos bajo las torturas y combatiendo y delante de los pelotones de ejecución. (Los compañeros, los maestros de mi infancia y de mi primera joventud). Encuentro vergonzoso que también por culpa de la izquierda, mejor dicho sobretodo por culpa de la izquierda (piensa en la izquierda que inaugura sus congresos aplaudiendo al representante de la OLP, en Italia el jefe de los palestinos que quieren la distrucción de Israel) los judíos de las ciudades italianas tengan otra vez miedo. Y en las ciudades francesas y holandesas y danesas y alemanas, lo mismo. Encuentro vergonzoso que al paso de los malos vestidos de kamikaze tiemblen como en Berlin temblaban en la noche de los cristales, es decir la noche en la cual Hitler empezó la caza al judío.
  Yo encuentro vergonzoso que obediendo a la estupida, ruin, deshonesta y para ellos ventajosa moda del "Politically Correct", los oportunistas de siempre, mejor dicho los parasitos de siempre, exploten la palabra Paz, que en nombre de la palabra Paz, ya más jodida que las palabras "Amor y Humanidad", absuelvan sólo de una parte el odio y la bestialidad, que en nombre de un pacifismo (lease conformismo) delegado a los grillos cantarines y a los juglares que antes lamían los pies a Pol Pot, exalten a la gente confundida o ingenua o atemorizada, que la timen, la corrompan, la lleven atrás medio siglo, es decir a la estrella amarilla en el abrigo. Estos charlatanes a los cuales le importa de los palestinos lo mismo que a mi me importa de ellos. Nada.
Yo encuentro vergonzoso que tantos italianos y tantos europeos hayan elegido como bandera (es un decir) Arafat. Esta nulidad que gracias al dinero de la familia real Saudita hace el Mussolini perpetuo y que en su megalomanía se cree que pasará a la Historia como el George Washington de Palestina. Este inculto que cuando lo entrevistas no consigue construir una frase completa, un discurso articulado. Asi que para reconstruirlo todo, escribirlo, publicarlo tienes que hacer un esfuerzo
tremendo y llegas a la conclusión que comparado con él, hasta Gadafi es Leonardo da Vinci. Este falso guerrero que va siempre uniformado como Pinochet, nunca se pone un traje civil, y que todavía no ha participado en una batalla. La guerra la manda a hacer , siempre la mandó a hacer a los demás. Es decir a los pobres que creen en él. Este pavo incapaz que actuando en la parte del Jefe de estado, ha hecho naufragar los acuerdos de Camp David, la mediación de Clinton. No , no , Jerusalén , la quiero , toda , para , mi. Este eterno mentiroso que tiene un esbozo de sinceridad sólo cuando (en privado) niega siempre a Israél el derecho de existir, y que, como digo en mi libro, se retrata cada cinco segundos.Siempre hace el doble juego, miente hasta si le preguntas qué hora , es asi que no puedes confíar nunca. Nunca! Por él acabas sistematicamente traicionado. Este eterno terrorista que sólo sabe hacer el terrorista (quedandose al cubierto) y que en los años setenta, es decir cuando lo intrevisté, entrenaba también a los terroristas de la Baader-Meinhof. Con ellos, niños de diez años. Pobres niños. (Ahora los entrena para hacer de ellos unos kamikazes. 8Cien baby-kamikazes están en la cantera: Cien!!!!!!!) Esta veleta que tiene la esposa en Paris, servida como una reina, y que tiene su pueblo en la mierda. De la mierda lo saca sólo para mandarlo a morir, a matar y a morir, como las chicas de dieciocho años que para tener la igualdad con los hombres tienen que forrarse de
explosivo y desintegrarse con sus victimas. Y sin embargo muchos italianos los aman, sí. Exactamente como amaban a Mussolini. Muchos europeos también.
Yo lo encuentro vergonzoso y veo en todo esto el surgir de un nuevo fascismo, un nuevo nazismo. Un fascismo, un nazismo, tanto más siniestro y despreciable en cuanto que es conducido y nutrido por aquellos que hipocritamente se hacen los buenos, los progresistas, los comunistas, los pacifistas, los catolicos, mejor dicho los cristianos, y que tienen la cara dura de llamar "amante de la guerra" a quien como yo grita la verdad. Lo veo, sí, y digo lo que sigue. Yo con el tragico y shakespeariano
Sharon no he sido nunca tierna. ("Se que ha venido a añadir una nueva muesca a su fusil" murmuré casi con tristeza cuando fui a intrevistarle en 1982). Con los israelies me he peleado muy a menudo, me he peleado mucho, y en el pasado he defendido bastante a los palestinos. Puede ser que más de lo que merecían. Pero estoy con Israél, estoy con los judíos.
Estoy como estuve de adolescente, es decir en los tiempos en los cuales combatía con ellos, y las Anne Marie morían fusiladas. Defiendo su derecho a existir, a defenderse y a no hacerse exterminar una segunda vez. Y disgustada por el antisemitismo de tantos italianos, de tantos europeos, me da vergüenza de esta vergüenza que deshonra a mi país y a Europa. En el mejor de los casos, no una Comunidad de Estados, si no un pozo de Poncios Pilatos. Y también si todos los habitantes de este planeta pensasen de una manera diferente, yo seguiré pensando así.

Oriana Fallaci es periodista y escritora. Reside actualmente en Nueva York. Este artículo es un resumen del publicado ayer por la revista italiana Panorama.