En defensa del neoliberalismo

Venezuela: la batalla decisiva

Adolfo Rivero Caro

Es probable que estemos presenciando el fin de la democracia venezolana. Comprendo que esta afirmación contradice las populares expectativas de un triunfo de la oposición en las elecciones del próximo domingo. Mi experiencia como cubano de la vieja generación no me permite compartir ese fácil optimismo. Es cierto que Chávez no tiene el absoluto control de las fuerzas armadas que tuvo Fidel Castro. Pero ha tenido casi una década para conseguirlo. Y ha tenido una asesoría no sólo teórica sino práctica: cientos de cuadros de la Seguridad del Estado cubana han estado interviniendo, durante años, en la depuración de las fuerzas armadas venezolanas. Y no sólo eso. Su sola presencia ha exhibido ante los militares chavistas la posibilidad de un poder eterno. Es una gran tentación. Después de todo, Fidel Castro lleva casi medio siglo en el poder. Y sus simpatizantes siguen teniendo influencia en América Latina, y en el mundo. ¿Quedarán demócratas dentro del ejército venezolano? Nadie lo sabe.

En Venezuela vivimos un momento extraordinariamente peligroso. Desde hace años, Fidel Castro viene diciéndole a Chávez que la popularidad es efímera, que no puede contar con ella y que es necesario que imponga su dictadura o se prepare para perder el poder. El sabe, mejor que nadie, que la popularidad de los gobiernos populistas es muy transitoria, que son incapaces de crear riqueza y que, más temprano que tarde, generan una profunda decepción entre las masas. La popularidad de Chávez ha sido excepcionalmente prolongada debido a precios del petróleo extraordinariamente altos. Ahora, sin embargo, como ha venido pronosticando Fidel, esa coyuntura está pasando y, por consiguiente, Chávez tiene que apresurarse a imponer su dictadura, tiene que aprovechar la popularidad que le queda, porque es poca y está menguando rápidamente.

A Chávez no le importa el pueblo venezolano como a Fidel Castro nunca le ha importado el pueblo cubano. Baste recordar que Castro le recomendó a Nikita Jruschov lanzar un ataque atómico contra Estados Unidos, consciente de que, en esa coyuntura apocalíptica, el pueblo cubano sería incinerado. Hoy, en medio de la enorme desolación nacional provocada por una serie de catástrofes naturales, ese mismo Castro rechaza la ayuda humanitaria de EEUU y, desde su lujosa mansión con aire acondicionado, explica las positivas (!!) consecuencias del desastre para el pueblo cubano. ¡Y este es el modelo de Chávez! En realidad, por supuesto, su único y verdadero modelo es el de un gobierno que lleva medio siglo en el poder. Eso es por eso que repite su mismo discurso. En mi opinión, el antiamericanismo es una brújula política esencialmente defectuosa (ver ensayos en neoliberalismo.com). Es natural y apropiado criticar cualquier aspecto de la política americana. Lo profundamente erróneo es tratar de convertir a EEUU en el causante de todos los problemas del mundo, lo que no es sino una crítica velada del capitalismo. Es por eso que es una posición directamente relacionada con el comunismo. No hay que tener un carnet del Partido Comunista para compartir sus ideas. Y el que lo dude sólo tiene que visitar su website (cpusa.org).

¿Qué terrible ataque le ha hecho el gobierno de EEUU a Chávez? Obviamente ninguno. Bush ha sido excepcionalmente cuidadoso en no darle ningún pretexto. Pero Chávez necesita desesperadamente un enemigo externo para exacerbar el sentimiento nacionalista y aprovecharlo para demandar poderes extraordinarios: su único objetivo. Porque, una vez que tenga esos poderes, va a mantenerlos a perpetuidad. Su único objetivo es establecer su dictadura. No ha tratado de hacerlo porque, hasta ahora, los precios del petróleo le han permitido, simplemente, sobornar a todo el mundo. Pero la situación ha cambiado. Y es por eso que está recurriendo a la ayuda de una Rusia que pretende restablecer un papel hegemónico mundial, y de un Irán gobernado por una teocracia musulmana. Y uno se pregunta, ¿qué tienen que ver los venezolanos con los extremistas musulmanes? ¿Es esa la perspectiva política que Chávez le ofrece a su pueblo? Y no sólo eso. El gobierno ruso está disgustado porque EEUU quiere establecer un escudo antimisiles en Europa dado que Irán está desarrollando un plan de armas atómicas. Para subrayar su oposición a ese plan, los rusos hacen maniobras navales hostiles a EEUU en el mar Caribe. Y, para hacerlo, utilizan a Chávez. Por favor. ¿Qué tiene eso que ver eso con los intereses del pueblo venezolano?

Chávez sabe que ha perdido popularidad. Es por eso que está amenazando al pueblo con sacar los tanques a la calle si la mayoría no apoya a sus candidatos. Es increíble pero no es para menos. ¡Tres días después de las elecciones va a estar recibiendo al presidente ruso! ¿Cómo tolerar la humillación de una derrota? Ha preparado el fraude y ha advertido que reprimirá por la fuerza cualquier protesta popular. Es un momento excepcionalmente difícil para el pueblo venezolano. Esta es, probablemente, la última oportunidad que va a tener para que sus opiniones jueguen algún papel. Es por eso que, en esta ocasión, la abstención es una actitud suicida. Si Chávez logra establecer su dictadura, sus opositores sólo van a tener la opción del destierro, la cárcel o la muerte. Este es el momento de dar la batalla hasta sus últimas consecuencias. Y confiar en que queden militares que no estén dispuestos a matar venezolanos para mantener a Chávez en el poder. Pero tiene que haber venezolanos dispuestos a correr ese riesgo. No hay alternativa.

¡A votar contra Chávez el domingo! ¡Ni un paso atrás! ¡A dar la batalla en la calle! El mundo entero los va a estar mirando.

Noviembre, 2008

 

 

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