En defensa del neoliberalismo

La biblia del idiota

 

Mary Anastasia O'Grady

Días después de que Hugo Chávez le entregara al presidente Barack Obama un ejemplar del libro Las venas abiertas de América Latina en Trinidad, la versión en inglés del libro ascendió vertiginosamente hasta ocupar la segunda posición en  Amazon.com

Al parecer, los norteamericanos sintieron curiosidad por los gustos de lectura de Chávez.  Pero en América Latina, las Venas abiertas son bien conocidas como una diatriba del marxista uruguayo Eduardo Galeano.  Y posee otra distinción que quizás Chávez no esté tan dispuesto a publicitar: en los círculos de partidarios del libre mercado es considerado como “la biblia del idiota”,

El libro se ganó ese sobrenombre en el best seller  de 1996 Manual del perfecto idiota latinoamericano.  Escrito por tres periodistas latinoamericanos –Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa--, el “manual”  es una aguda refutación de la mentalidad populista, militarista y caudillista que ha dominado la región durante cientos de años.

El capítulo tercero está dedicado a explicar la importancia que para el idiota tiene el libro de Galeano: “En el último cuarto de siglo el idiota latinoamericano ha contado con la notable ventaja de tener a su disposición una especie de texto sagrado, una biblia en la que se recogen casi todas las tonterías que circulan en la atmósfera cultural de eso a lo que los brasileros llaman ‘la izquierda festiva’. Naturalmente, nos referimos a Las venas abiertas de América Latina”.

En cualquier página del libro de Galeano que uno abra aprenderá que los latinos son los perdedores.  No por culpa de ellos mismos, claro está.  Lo son porque Europa y Estados Unidos (los vencedores del mundo) les compran materias primas y no les pagan por ellas un precio justo. De esta manera, los acaudalados del mundo explotan a los que nada tienen. “La historia del subdesarrollo de América Latina es, como alguien ha dicho, parte integral de la historia del desarrollo del capitalismo mundial”.

Galeano no ha sido el único que promovía estas ideas en 1971, fecha en la que apareció el libro. La “teoría de la dependencia”, el dogma económico que condicionó la política regional durante gran parte del siglo XX, partía de la misma premisa.  Sus raíces se encuentran en algo denominado “la economía estructural”, según el economista argentino Raúl Prebisch, quien fuera el primer secretario general de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Prebisch argumentaba que la pobreza persistía en América Latina porque los países ricos pueden elevar sus niveles de vida mediante aumentos de la productividad, mientras los países pobres, que sólo exportan productos agrícolas y materias primas, no podían acrecentarla debido a un exceso de fuerza laboral. Por consiguiente, no podían acumular el exceso de capital  que hace falta para ascender por la escala económica.

Estas creencias se mezclan perfectamente con el fascismo y el marxismo.  Los políticos, tanto de la extrema izquierda como de la derecha, apoyaron a Prebisch, lo que dio origen a una política regional que favorecía subsidiar las industrias locales y protegerlas de la competencia internacional.  El estado ocupó un lugar prominente en esta “industrialización mediante la sustitución de importaciones”, una política  que exacerbó la corrupción, originó una hiperinflación y destruyó cualquier esperanza de elevar los niveles de vida.  Ya a fines de la década de los ochenta, en medio de la crisis de América Latina, Prebisch y sus ideas contra el comercio se habían desacreditado.

No obstante, Galeano siguió siendo un icono de la izquierda revolucionaria y una fuente que nutría la difusión del odio ideológico.  La novelista chilena Isabel Allende escribió el prólogo de la edición dedicada al 25 aniversario del libro, en el que se lamenta de que los intentos de su primo Salvador Allende por convertir a Chile en otra Cuba se frustraran.

También resultó sorprendente que la novelista elogiara el “estupendo amor a la libertad” de Galeano, aunque, por supuesto, no a los que se  dedican al libre comercio. Galeano califica de culpable a este grupo: “Cuanta más libertad se otorga a los negocios, más cárceles se hace necesario construir para quienes padecen los negocios”.

¿Confundido?  El novelista Mario Vargas Llosa lo explica en la presentación del Manual del perfecto idiota latinoamericano: la historia del idiota “es una exitosa conspiración de los malos contra los buenos en la que aquéllos siempre ganan y nosotros siempre perdemos”. Dicho de otro modo, el intercambio comercial es un juego de suma cero, donde una parte gana todo lo que la otra pierde.  Esto podría parecer una parodia, pero es precisamente el razonamiento de Galeano.

Michael Reid, que tiene a su cargo la sección de las Américas en la revista The economist, señala en su libro Forgotten Continent (2007) que la historia de Galeano “es la historia de un propagandista, una mezcla potente de verdades escogidas, exageraciones y falsedades, una caricatura y una teoría de la conspiración”.

El libro de Galeano, aunque fue promocionado a bombo y platillo como un regalo, estaba muy lejos de serlo.  Después de todo estaba en español, idioma que Obama no lee, algo que seguramente la inteligencia militar cubana y venezolana puso en conocimiento de Chávez.  El verdadero propósito del supuesto regalo era que el resentido venezolano mostrara a Obama sus prejuicios anticapitalistas y antinorteamericanos frente a las numerosas cámaras de televisión.

Sin embargo, la broma del regalo de Chávez, sin que éste se lo propusiera, sirvió a otros fines.  Si queda alguna duda de cómo ha dirigido su país rico en petróleo hasta hundirlo durante una década de altísimos precios del crudo, el misterio queda aclarado.  El libro de Galeano es la biblia de Chávez.

Tomado del Opinion Journal del WSJ

Mayo, 2009

 

 

Regresar a la portada