En defensa del neoliberalismo

 

Ciegos en Bombay

 

 

Adolfo Rivero Caro

Desde hace años, a fines de enero, se viene reuniendo el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. La reunión de este año empezó el pasado miércoles con 2,280 participantes de 94 países, incluyendo unos 800 presidentes y directores generales de corporaciones, mil millonarios como Michael Dell y Bill Gates, 203 embajadores y 31 jefes de estado y gobierno. El tema de este año será ''Asociarse para la Seguridad y la Prosperidad'' y el ambiente será mucho más optimista que el del año pasado. Las reuniones de los últimos años se han visto un tanto opacadas por las agrias divisiones surgidas al calor de la Guerra de Irak entre el eje francoalemán y Estados Unidos. Todo parece indicar, que la situación va a mejorar este año.

La internacional revolucionaria del Foro de Sao Paulo, por su parte, reunida en Porto Alegre, Brasil, en 2001, decidió crear el Foro Social Mundial para contrarrestar al Foro de Davos. En realidad, la internacional revolucionaria había decidido, sabiamente, que era mejor ocultar su imagen terrorista y mostrar el rostro de la compasión militante. Es la fórmula dorada para explotar la mina inagotable de los tontos útiles. El Foro Social Mundial clausuró hace pocos días su última reunión en Bombay, India. Asistieron unos 75,000 delegados de 130 países y, aunque parezca increíble, la reunión casi pasó inadvertida. Es cierto que había muchos delegados, pero Bombay tiene 16 millones de habitantes y las noticias de la reunión nunca llegaron a las primeras planes de los grandes periódicos. A diferencia de Brasil, el presidente de la India no se molestó en ir a la reunión. En realidad, no había simpatía en el ambiente, extraordinariamente pujante y optimista, de la India actual.

Es cierto que la India ha sido tradicionalmente conocida por su miseria, pero ésta no es ninguna condición congénita o insuperable. Desde hace unos 10 años, la India está empezando a romper con el modelo socialista abrazado por Nehru y sus sucesores, y a acometer reformas neoliberales. Pese a lo limitado de las mismas, los resultados han sido espectaculares. El PNB de la India creció 7% en 2003 y se espera que crezca 9% este año. El número de suscriptores de teléfonos celulares está creciendo a un ritmo de un millón por mes. ''La India lo demuestra: la mundialización capitalista es progresista'', escribía un analista indio. Y todo esto con una economía que, en su mayor parte, todavía no es libre. Las reservas de crecimiento que tiene la India son realmente enormes. Pero la lucha contra los tradicionalistas y los críticos de las reformas es muy cuesta arriba. Es una vieja historia.

Las lamentaciones y las protestas de los miembros del Foro siempre tienen una parte de verdad. De no tenerla, nunca podrían hacerse populares. Es totalmente cierto que defienden los intereses a corto plazo de muchos trabajadores humildes. El problema es que siempre defienden el status quo, el pasado, las mínimas ventajas adquiridas. Eso los convierte en enemigos del progreso capitalista y de sus vastas aunque desconocidas posibilidades. En los años 50, por ejemplo, los comunistas cubanos lucharon en contra del azúcar a granel y la mecanización del corte de caña. En efecto, el azúcar a granel, es decir, llevar el azúcar directamente a los barcos a través de grandes tuberías, hubiera desempleado a miles de estibadores portuarios. De la misma manera, se opusieron a la mecanización del tabaco. Sin duda, miles de obreros tabacaleros hubieran quedado desempleados. ¿Era popular entre los obreros esa lucha de los comunistas? Por supuesto que sí lo era. ¿Quiénes se oponían a la misma? Las grandes empresas. Ahora bien, ¿defendían los comunistas cubanos causas verdaderamente progresistas? ¿Defendían causas que llevaban a la modernización y el desarrollo de la sociedad cubana? ¿O, muy por el contrario, defendían a capa y espada un status quo que, aunque muy favorable para grandes sectores de los trabajadores cubanos, frenaba el desarrollo económico y afectaba duramente a los jóvenes? En efecto, éstos tenían que incorporarse a una fuerza laboral que, por el hecho mismo de disfrutar de muchos beneficios, resultaba extraordinariamente costosa y, por consiguiente, se mantenía prácticamente estancada. La población estaba creciendo, las escuelas y universidades estaban produciendo jóvenes calificados, pero faltaba la necesaria expansión económica. De aquí el malestar social en Cuba de los años 50.

¿Por qué este malestar? ¿Por qué este desempleo? ¿De quién era la culpa?, se preguntaban los intelectuales. ¡Del imperialismo yanqui!, decían los comunistas. Sus inversiones se llevan las ganancias. Si esas ganancias se quedaran en el país, éste se enriquecería rápidamente. Por consiguiente, era obvio que lo que había que hacer era nacionalizar las empresas extranjeras. ¡Como querían los revolucionarios del 30! ¡Como querían los líderes de aquella revolución frustrada! ¿Frustrada por quién? ¡Por los americanos! ¡Por la burguesía nacional! ¿Por qué razón? ¿Porque creían que esa ''revolución'' sólo aparejaría desastres para toda la sociedad? ¡No! Porque estaban defendiendo sus miserables y mezquinos intereses personales, porque no se preocupaban por los intereses de ''la sociedad en su conjunto.'' Y porque, como bien había dicho Marx, lo que es bueno para los capitalistas es malo para lo trabajadores. ¡Lástima que en Cuba no hubiera jóvenes sin compromisos con el pasado y que tuvieran el valor de barrer con los intereses creados!, escuché muchas veces en los años 50.

Lo que se decía en las revistas cubanas ''progresistas'' de los años 30 del siglo pasado es más o menos lo mismo que dicen hoy los furiosos enemigos de la globalización. Esos que acaban de reunirse en Bombay. Y que aspiran al poder en toda América Latina. Claro que son buenos muchachos, idealistas. El problema es que, como son tan idealistas, les tienen mucho odio a los que discrepan de ellos porque los ven como agentes de tenebrosas conspiraciones capitalistas. Y, por consiguiente, estiman que, por el bien de las masas populares y en aras del futuro luminoso, hay que exterminar a esos reaccionarios. ¿Hasta cuándo tendremos que ver repetirse esta trágica historia?