En defensa del neoliberalismo

 

POR EL CAMINO INCORRECTO
Por Miguel Arzuaga Guerra, economista cubano. 
arzuaga@pochta.ru

- Raúl: ¿Voy bien, hermano?

- Fidel: Mira, chico, mejor coge otro camino porque éste yo lo he c… todo.

Por fin ha llegado la hora de los analistas económicos cubanos. Empezó a deshelarse la vida económica en la isla.

El gobierno de Raúl Castro, al parecer, pretende emprender una serie de cambios económicos, aunque, por supuesto, ni rozarán el añejo cimiento del inoperante e insostenible sistema económico marxista. ¿Pero acaso podríamos esperar otra cosa de la desfasada administración castrista?
 
Hemos de destacar que tan sólo unos años atrás la economía cubana no representaba ningún interés para aquellos economistas que querían hacer un análisis sereno de la situación cubana, con razonamientos puramente económicos, evitando caer en prejuicios políticos. Los economistas estudian el mercado, la influencia de la conducta de diferentes agentes económicos, los resortes para incentivar el crecimiento y elevar el bienestar social, la calidad de vida de población. En Cuba las leyes económicas han sido suplantadas por la voluntad y el capricho de un hombre, a lo más – de un grupúsculo formado por la cuadrilla partidista, dogmática y conservadora hasta los tuétanos. La “ciencia” que estudiaba los procesos voluntaristas en las economías análogas a la cubana, desapareció, por suerte, tras el derrumbe del socialismo.

Pero como decía al principio, parece que por fin ha llegado el momento del analista económico cubano. Se vislumbran algunos indicios, aunque por ahora muy vagos y confusos, de que las autoridades cubanas pretenden instaurar algo parecido a una economía de mercado, lo cual merece una reflexión y análisis.

Me refiero en concreto al inicio de un proceso de saneamiento económico que supone el despido de 500 mil trabajadores, el 12 % de todos los empleados en las empresas estatales. Según los planes del gobierno, los trabajadores despedidos se incorporarán a las filas de los hombres y mujeres que se ganan la vida negociando en la calle o haciendo trabajos particulares.

                           Adiós pleno empleo

Presten atención: esta vez el gobierno no se compromete a reubicar a los parados en otras actividades económicas: obras de construcción, cañaverales, cafetales, etc., pues ¿qué van a hacer allí? Estos sectores están profundamente deprimidos y no pueden absorber este ejército de desventurados.

Es obvio que tales recortes de plantillas (regulación de empleos) se realizan en todo el mundo; es un medio de redistribuir la mano de obra, suprimir los gastos superfluos en trabajo, reducir costes de producción y superar los desbalances. Sin embargo, no debemos olvidar que allí existe una serie de condiciones que permiten paliar el daño de esta dolorosa pero necesaria medida. Veamos, cuáles.

En primer lugar, en esos países los trabajadores están afiliados a sindicatos independientes que defienden sus intereses.

En segundo lugar, los trabajadores tienen el legítimo derecho a organizar huelgas contra el gobierno o sus empleadores directos, a hacer manifestaciones públicas, y proceder a otras formas de protestas pacíficas, que les permitan evitar el despido, o por lo menos, ponerse en una posición ventajosa para negociarlo beneficiosamente con el empleador. 

Por último, los trabajadores desplazados tienen derecho a un subsidio mensual.  

Por cierto, en muchos países el despido de un trabajador le sale tan caro al empleador, que éste lo piensa dos veces para decidirse a hacerlo.

Sobra decir que en Cuba no existe ni siquiera una de estas condiciones. Nuestros trabajadores no tienen ninguna protección: ni jurídica, ni gremial, ni sindical. Están desamparados e indefensos frente a un gobierno desconsiderado y brutal.

                               Crimen sin castigo

Según los sesudos que asisten a Raúl Castro, esa masa de desempleados se dedicará al trabajo por cuenta propia y al pequeño negocio. ¿Pero existen hoy en Cuba las mínimas condiciones para esto? La respuesta es un rotundo “No”. Y sería ingenuo esperar que sean creadas a corto, mediano e incluso a largo plazo, pues eso significaría renunciar a los nauseabundos principios revolucionarios.  

Hemos de preguntarnos: ¿quién es el culpable de la penosa situación económica de la Isla? ¿El trabajador que no ha hecho más que subsistir durante estos años de revolución y que ha permanecido ignorado, o el gobierno, dueño y señor de todas las empresas del país? 

Hasta el promotor del sistema económico cubano recientemente reconoció que era ineficaz. Y por consiguiente admitió que el Estado como administrador y dueño es una calamidad y el culpable del descalabro.

Con eso quiero decir que en vez de esos 500 mil trabajadores, es el Estado el que tiene que ser castigado por sus constantes fracasos y debe abandonar las fábricas, cuanto antes, mejor. Las empresas tienen que pasar a manos de los colectivos. 

                             Reformas de verdad

Desde nuestro punto de vista, el Gobierno tendría que iniciar el proceso de reconstrucción económica con la aprobación de las siguientes medidas: 

Primero: Promulgar constitucionalmente el derecho y el reconocimiento de la propiedad privada. 

Segundo: Emitir un paquete de leyes que proteja y garantice el derecho de los propietarios privados, y castigue a aquel que vulnere el derecho a la propiedad privada, ya sea un particular o funcionario.

Tercero: Aprobar medidas fiscales y tributarias a fin de incentivar las PYMES, así como simplificar el procedimiento de concesión de licencias para la apertura de negocios.

Cuarto: Abolir el monopolio del Estado en el comercio exterior. Toda persona jurídica debe tener derecho a efectuar operaciones mercantiles y financieras en el exterior.

Quinto: Simplificar el procedimiento de concesión de visas a los ciudadanos cubanos, donde quiera que residan, para visitar Cuba o el extranjero con fines turísticos, de negocio, etc. 

Por último, la mayoría de las empresas estatales deben pasar a manos de los colectivos obreros.

          ¿Cómo los trabajadores pueden convertirse en copropietarios de sus empresas?

Sin dudas, uno de los puntos que más polémica causará en el momento de la transición en Cuba será el problema de la propiedad, en particular, la privatización. Para emprender esta delicada y difícil tarea tendríamos que repasar la experiencia de los países de Europa Oriental y Rusia, estudiar sus aciertos y errores para luego adaptarla a Cuba y a la fecha de hoy.

A mi parecer, la entrega de acciones de la fábrica a los colectivos de trabajadores es un medio bastante efectivo y justo. Pero, para evitar cometer los mismos errores que en Rusia, han de tomarse medidas para que los antiguos directivos de las empresas no se apoderen de ellas valiéndose de la información privilegiada que poseen. 

                          A modo de conclusión

En fin, se puede vaticinar que las pseudoreformas de Raúl Castro serán un fiasco. Este intento de remediar lo irremediable es, desde el punto de vista social, una aventura riesgosa, mal pensada y precipitada con un coste social altísimo. Y desde el punto de vista económico, aún peor, es estéril y contraproducente en el contexto cubano actual.

No obstante, en sentido general, si se crean condiciones apropiadas, éste puede ser el primer paso, aunque muy tímido, para instituir una economía real y para que se rompan de una vez y por toda las relaciones hipócritas y enviciadas entre los trabajadores y el Estado cubano, cuando el trabajador hace como si trabajara, y el Estado, como si le pagara. La historia nos ha enseñado que esa farsa conduce a un callejón sin salida.             

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