En defensa del neoliberalismo

Cuba y el asbesto: un crimen impune
Adolfo Rivero Caro

Es probable que muchos de mis lectores hayan visto un lúgubre anuncio en la televisión sobre el mesotelioma y su vinculación con el asbesto. Es particularmente relevante para los cubanos. El asbesto, como sabemos, es un conjunto de seis silicatos conocido, entre otras cosas, por su resistencia al calor (asbesto viene del griego “inextinguible”). Fue esa característica la que lo hizo prácticamente ideal para diversos usos y sumamente popular entre los constructores a fines del siglo XIX. Para mediados del siglo XX se usaban en la fabricación de concreto, ladrillos, tejas, tuberías y aislamiento de los cielorrasos, entre muchas otras cosas. Fue usado en el alambrado de los hornos eléctricos y en la construcción de edificios por sus capacidades aislantes y para impedir los incendios. Las fibras de asbesto se usaron para zapatos, frenos y embragues de automóviles. Kent, el primer cigarro con filtro del mercado, usó asbesto para su filtro entre 1952 y 1956. Durante la II Guerra Mundial se utilizaron miles de toneladas de asbesto para envolver las tuberías y cubrir los motores y las turbinas.


Cuando el asbesto es utilizado por su resistencia al fuego o al calor, sus fibras se mezclan frecuentemente con cemento o se entrelazan en los tejidos. La inhalación de fibras de asbesto puede ocasionar serias enfermedades, incluyendo el mesotelioma, una forma maligna de cáncer del pulmón, así como la asbestosis (un tipo de pneumoconiosis). A principios del siglo XX, los investigadores empezaron a notar un gran número de muertes tempranas y de enfermedades de pulmón en los pueblos mineros donde se extraía asbesto. La primera muerte documentada relacionada con el asbesto fue en 1906. La asociación del mesotelioma con el asbesto fue observada por primera vez en los años 40. Durante la II Guerra Mundial había unos 4.3 millones de trabajadores en los astilleros en EEUU. Se calcula que unos 14 de cada 1,000 murieron de mesotelioma, y un número desconocido de asbestosis. En Australia, el asbesto fue ampliamente utilizado en la construcción entre 1945 y 1980, pero la conciencia de sus peligros hizo que se fuera eliminando progresivamente. Su minería cesó en 1983 y su uso fue totalmente prohibido en el 2004. La Unión Europea ha prohibido todo uso del asbesto así como la extracción, manufactura y procesamiento de productos de asbesto.

El gobierno de Estados Unidos y la industria del asbesto han sido duramente criticados por no haberle informado al público con la suficiente rapidez, sobre los peligros del asbesto. A fines de los años 70, documentos de los tribunales probaron que los funcionarios de la industria sabían de sus peligros desde los años 30 y que los habían escondido al público. En Estados Unidos se calcula que unas 100,000 personas han muerto o van a morir por su exposición al asbesto, vinculada con la construcción de barcos. Los síntomas del mesotelioma pueden permanecer latentes hasta 50 años.


Ahora bien, toda la industria de la construcción en Cuba está basada en el asbesto. Paredes, pisos, tuberías, válvulas, bombas, turbinas y tanques de cemento están hechos todos con asbesto. Si cualquiera de estos materiales fuera dañado o reemplazado, fibras microscópicas de asbesto pudieran llegar al aire, donde pudieran ser inhaladas. Pero, como afirma la Agencia de la Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), no hay ningún nivel seguro de exposición al asbesto y la inhalación de sólo unas fibras puede provocar el mesotelioma posteriormente.


Por increíble que parezca, los centenares de fábricas y talleres dedicados a tareas de construcción y que trabajan con asbesto en Cuba no utilizan absolutamente ningún equipo de protección. Como, por otra parte, a los obreros cubanos no se les informa absolutamente nada sobre los graves peligros del asbesto, se puede decir que la dictadura castrista está comprometiendo deliberadamente la salud de la clase obrera y del pueblo cubano para poder mantener sus míseros niveles de construcción. Es una política criminal y prácticamente genocida.


La industria cubana de la construcción tiene que ser totalmente rehecha desde la misma base y la dictadura le debe al pueblo miles de millones de pesos en compensación por este brutal atentando contra su salud. Observadores de todo el mundo debían ir a Cuba a comprobar esta realidad y denunciarla. La revolución cubana pasará a la historia como una de las estafas políticas más grandes del siglo XX y futuras generaciones de investigadores analizarán a sus simpatizantes con la misma curiosidad con que hoy miramos a los creyentes en las brujas del siglo XVII. La revolución ha sido una verdadera catástrofe social para el pueblo de Cuba incluyendo, particularmente, las áreas de la educación y la salud pública. Basta ya de elogiar éxitos inexistentes y de ignorar crímenes que están a la vista de
todos.


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