La curva de LafferJude Wannisky El
modelo de la cuña de Laffer La lección de hoy quisiera grabar en ustedes algunas imágenes
sencillas sobre cómo funciona el mundo que, según he descubierto, es
la mejor forma de que se me "peguen" las lecciones. La lección
#3 estuvo dedicada a una de esas imágenes, la Curva de Laffer, que
bauticé cuando Art Laffer me la dibujó en una servilleta de papel en
1974. No es más que la ley de los rendimientos decrecientes aplicada a
la política tributaria, lo que significa que es una verdad eterna que
no puede ser satisfactoriamente impugnada. En aquellos días, Laffer
también desarrolló lo que él llamó "el modelo de la
cuña", que nos da una imagen que nos ayuda en la ulterior
comprensión de la ley de Say, Lección #4. Además, con el pasar de los
años, he jugado con otras
imágenes que me han ayudado a utilizar este concepto a la hora de
analizar. Si uno no puede simplificar un concepto de economía política
para la gente pueda comprender de lo que uno está hablando, no me
parece que uno haya desarrollado una idea realmente significativa. Mucho
de lo que hoy pasa por macroeconomía
está “probado” por elegantes modelos matemáticos que tienen
fallas menores o no tan menores. Los
estudiantes que salen al mundo equipados con ese tipo de conocimiento
siempre estarán en desventaja, especialmente si pretenden trabajar en
algún segmento del vertiginoso mundo de la industria de los servicios
financieros -- donde se puede ganar o perder dinero muy rápidamente. * * * * * La "cuña" en el modelo debe verse como una carga que el
gobierno interpone entre dos potenciales negociadores. Laffer me
explicaba la cuña entre un empleador y un empleado, entre la
administración y los trabajadores de la manera siguiente. Al trabajador
le pagan $12.50 por hora o $500 por semana, pero puesto que el gobierno
federal, estatal y local cobran una serie de impuestos que se descuentan
del salario directamente de nómina, el trabajador ve un neto de sólo
$380, o $9.50 la hora. La diferencia de $120 a la semana es la cuña… El trabajador está haciendo un trabajo que vale $500 pero sólo está
recibiendo $380 por el mismo, y tiene una tendencia a ofrecer menos
trabajo a medida que la cuña aumenta. Con un impuesto progresivo a los
ingresos (progressive income tax), puede que al trabajador se le ofrezca
tiempo y medio por una hora extra de trabajo pero debido a que la hora
extra es gravada a una tasa progresiva más alta, el trabajador recibirá
menos de tiempo y medio. La cuña se volvió particularmente onerosa en los años 70 de rápida
inflación puesto que ésta empujaba a los obreros a grupos impositivos
más altos sin ningún aumento en su capacidad adquisitiva. (A
los efectos de los impuestos, la población de Estados Unidos se divide
en varios grupos de acuerdo a los ingresos que perciban. Cuando uno pasa
de un grupo de ingresos a otro más alto, aumenta el porciento que tiene
que pagar por esos ingresos. Eso es lo que se llama un impuesto
progresivo. Digamos
que las personas que ganan menos de $200 al mes no tienen que pagar
nada. Las que ganan entre $201 y $1,000 tiene que pagar el
l0% de impuestos. Es decir, su salario nominal puede ser de
$1,000 pero su salario real, el que cobra después de los impuestos, es
$1,000 menos el 10% de $1,000 (o $100). Es decir $1,000 - $100 = $900.
Los que ganan entre $1,001 y $10,000 tienen que pagar el 20%. Los que
ganan entre $10,001 y $100,000 el 40%. Y así sucesivamente. Nota del
traductor)
En 1965, a un carpintero le pagaban
$3.12 la hora o $125 la semana o $6,500 al año. Tras todos los
impuestos que se descuentan por nómina, incluyendo la Seguridad Social,
el salario neto era aproximadamente de $118 por semana si tenía una
esposa y dos hijos. El gobierno le dada a cada miembro de la familia una
deducción de $500 del salario bruto, lo que significaba que el ingreso
gravable era de $4,500 al año o $86 por semana. En aquel momento, el
empleador ponía la misma cantidad que el trabajador para la Seguridad
Social y también pagaba beneficios de salud y bienestar social, que podía
deducir de los ingresos gravables de la empresa. Si la combinación de
estos sumaba 25 centavos la hora, en el transcurso del año el empleador
estaría pagando otros $500 o $7,000 en total por el trabajo del
empleado. Los $7 por semana
de que se apropiaba el gobierno serían $364 al año o 5.2% del total. Tras 30 años de inflación, el carpintero ha sido empujado a grupos
tributarios cada vez más altos. Hoy, aún después de las rebajas de
impuestos de Reagan y de la
protección contra la inflación del impuesto a los ingresos, el
carpintero recibe una paga bruta $25 la hora -- $1,000 por semana,
$52,000 al año. Además, ha negociado mayores beneficios de salud y
bienestar social con su empleador de $3 por hora. Eso viene como un
costo de hacer negocios y por consiguiente no es gravable para ninguna
de las partes, y el costo de la Seguridad Social le ha subido al
empleador la hora en $2. En conjunto, esos son otros $10,400 al año. El
carpintero no sólo se ha movido a un grupo tributario más alto debido
a la inflación sino que el valor de las deducciones familiares, de
$1,000 cada uno, no se ha mantenido a la par con la inflación. Tiene un
ingreso gravable de $48,000 tras la deducción de $4,000. Tras varios
otras deducciones su neto sería aproximadamente de $36,000 – en un
estado que tenga un impuesto a los ingresos. El empleador está pagando
$62,400 por la carpintería y el carpintero está recibiendo $36,00 más
los beneficios de salud y pensión cubiertos por su empleador, o
$46,400. Lo que el gobierno se apropia, la cuña, es de $16,000 o algo
por arriba del 25% del total, en comparación con 5.2 % hace 30 años. Tenemos que hacer otro cálculo para mostrar la dinámica que está
funcionando en lo que 30 años de inflación ha erosionado la eficiencia
de la economía nacional. En 1965, el precio del oro era de $35 la onza.
En el curso del año, el carpintero tenía 190 onzas de oro que podía
gastar. Hoy, con el oro a $325 la onza, en un año, el carpintero tiene
111 onzas de oro para gastar. Está obteniendo algunos beneficios extra de seguro de
salud como resultado de desplazar esos gastos de su hogar a su
empleador, que puede deducirlos de su ingreso gravable. Pero la
diferencia muestra por qué la esposa del carpintero tiene que trabajar
por lo menos a tiempo parcial para poder mantener la casa al nivel de
1965. Habrá sugerencias de que el oro no es tan buena medida del poder
adquisitivo como las estadísticas gubernamentales, que muestran que el
carpintero y su familia no están tan mal como dice el oro. En lecciones
anteriores hemos cubierto este punto y o profundizaremos en futuras
lecciones. El hecho observable, sin embargo, es que es mucho más difícil
que hace 30 años para un trabajador poder mantener una familia de
cuatro. La cuña de Laffer nos explica, parcialmente, por qué. * * * * * En The Way the World Works, utilicé a Smith y Jones como los
negociantes cuando el negocio es nacional. Cuando cruza las fronteras
internacionales, uso a Schmidt
como el extranjero y a Jones como el americano. Smith hace pan y Jones
hace vino, y quisieran cambiar una hogaza por una botella. El gobierno necesita apoderarse de un pedazo de la transacción para
poder mantenerse – una parte del pan y una parte del vino. Se
introduce una cuña de impuestos. Si la cuña aumenta hasta un punto
donde Smith y Jones deciden que el intercambio ya no tiene sentido
porque el gobierno acaba con la mayor parte del pan y del vino,
abandonan el mercado y el gobierno no consigue nada. Ese es el modelo
simple de la cuña. Supongamos que el gobierno pone una pequeña cuña en la puerta, y ahora
decide añadir regulaciones a la transacción. El pan sólo se puede
hacer de este material y del otro, y lo mismo el vino. Y la gente que
ayuda a Smith y a Jones a hacer el pan y el vino tienen que ser tratados
de esta forma y de aquella, y hay que pagarles por lo menos tal
cantidad, que también va a ser gravada por el gobierno. Entonces la cuña
puede aumentar hasta el punto donde no hay comercio y el gobierno no
recibe nada, aun cuando en la superficie el impuesto inicial del
gobierno parezca razonable. Para objetivos analíticos, el modelo de la
cuña nos recuerda los miles de obstáculos que el gobierno puede poner
sobre una potencial transacción para desalentarla. También nos alerta
sobre la idea de las transacciones marginales, donde ocurren todos los
cambios. Smith tiene mil hogazas y Jones tiene mil botellas. En lo que
la cuña gubernamental aumenta con el tiempo desalienta algunas
transacciones. Smith está
dispuesto a cambiar algunas hogazas por vino porque es demasiado trabajo
hacer las dos cosas el mismo. Jones puede querer comerciar más vino
para conseguir más pan, lo que significa que tiene que darle mejores
condiciones a Smith. A determinada cuña, se alcanza un equilibrio donde
750 hogazas se cambian por 812 botellas. Llega un punto, por supuesto,
donde tanto Smith como Jones deciden olvidarlo todo, consumir tanto de
su propio vino y de su propio pan como puedan –liquidando su
inventario – y al mismo tiempo piensan hacer las inversiones
necesarias para producir su propio pan y vino. En este punto extremo de
la Curva Laffer, o a su “cuña” máxima, ambos productores se han
salido de la economía de mercado. Observen que si el gobierno le reduce el impuesto a Jones pero se lo
mantiene a Smith, Jones va a estar dispuesto a negociar más de sus 812
botellas por más pan, y el negocio pudiera ser de 800 hogazas por 900
botellas. El gobierno recibirá más ingresos de Smith y quizás lo
mismo, al nivel más bajo, de Jones. O, el gobierno pudiera dejar
iguales las tasas de impuestos. Quizás pudiera eliminar una regulación
engorrosa para las transacciones. Si la transacción está ocurriendo en una economía monetaria, no en
una economía de trueque, quizás el gobierno sería más prudente en su
producción del “dinero” usado como medio de cambio entre Smith y
Jones. Si el negocio tiene que ser hecho durante cierto período de
tiempo – 750 hogazas hoy por 812 botellas el año que viene -
Smith tendrá que preocuparse, si el contrato está hecho en dólares,
un dólar por una hogaza, alrededor de 92 centavos por cada botella, que
el valor del dólar pueda cambiar antes de la entrega del vino. Si el
gobierno devalúa el dólar en ese tiempo, Jones no va a tener que
entregar tanto vino. Si el negocio se hiciera en oro, Smith no tendría
esa preocupación. O, si se le pagara en dólares tan bueno como oro
tampoco las tendría. Si sospechara que el gobierno iba a renegar de su
promesa y devaluar el dólar contra el oro, Smith le pediría a Jones más
vino para compensar por el resto, y este aumento de la cuña provocaría
en sí mismo una renegociación. El modelo de la cuña es útil para el análisis político porque vemos
que es interés del gobierno en todo momento garantizar que el tamaño
combinado de la cuña impuestos-regulaciones-dinero no llegue a un tamaño
que rompa el espinazo del camello (para utilizar una metáfora). La
sencillez del cuadro nos alienta a ver que la disposición de Smith de
comerciar una hogaza más en un equilibrio de 750 por 812 botellas puede
asegurarse si la cuña del gobierno es ligeramente reducida en alguno de
sus elementos. Si el gobierno puede hacerlo, será recompensado con una
parte de la transacción. La transacción óptima de 1000 hogazas por
1000 botellas, requiere habilidad por parte del gobierno para saber como
manejar los instrumentos de que dispone. De esto trata fundamentalmente el estudio de la política y
por qué la economía clásica era en realidad un estudio de “economía
política” donde el proceso del mercado político está entretejido
con el mercado económico. Cuando los negociantes son internacionales, hay implicados dos
gobiernos, lo que significa que hay cuñas en ambos lados del
intercambio. Si una botella del vino de Jones se va a cambiar por una
hogaza del pan de Schmidt, se puede más fácilmente el ejemplo nacional
que presentamos anteriormente de tasas variables de impuestos. Si
Estados Unidos dice que va a poner un impuesto del 5% en todo el pan que
venga de Europa y Europa dice que va a poner un impuesto del 95 por
ciento en todo el vino que venga de Estados Unidos, la combinación de
las dos tasas producirán una casi eliminación del comercio. Los
europeos comprarán su propio vino, con la excepción de los muy ricos
que podrán comprar 10 botellas de vino americano para satisfacer sus
gustos. De acuerdo con la ley de Say de los Mercados, vemos entonces que
los americanos sólo tienen suficiente “dinero” para comprar 10
hogazas de pan. Es importante observar que se cambiaran las tasas, 95%
en el pan y 5% en el vino, el resultado neto sería el mismo. Esto nos
dice que si nuestras tasas son altas, nos es provechoso bajarlas,
independientemente de lo que haga el gobierno extranjero. Si nuestras
tasas son bajas, es beneficioso para nosotros persuadir al gobierno
extranjero a bajar sus tasas más altas, aún cuando dejemos intactas
las nuestras. En realidad, una de las razones por las que el Impuesto al valor añadido
(VAT) es popular entre las empresas que exportan gran parte de su
producción es que elimina la cuña gubernamental en la frontera. Todo
el que compre una hogaza de pan en Europa paga un impuesto VAT, pero
cuando se ofrece el pan para vender en el exterior, excluye el VAT.
Cuando Jones ofrece su vino en el exterior, lo cambia por un pan que es más barato
del que pudiera comprar en el exterior. Los términos del comercio se
nos hacen favorables porque estarán dispuestos a cambiar más pan por
menos vino, puesto que terminarán con el mismo vino tras el descuento
del VAT. ¿Es una ventaja para un país sin VAT tener uno, para que sus
industrias de exportación puedan vender más vino por menos pan. Los
gobiernos tienen que tomar la decisión sobre beneficiar a los que hacen
vino a los que comen pan. Las devaluaciones de la moneda son parecidas a un VAT, en que intentan
cambiar los términos del comercio entre Jones y Schmidt. Si cambiamos
una botella por una hogaza a una tasa de cambio de 1 dólar por 2 marcos
alemanes, una devaluación donde $1 sólo compre 1 DM significa que una
botella se va a cambiar por
sólo media hogaza de pan. Puede que sea bueno para los exportadores de
vino vender más vino a 50 centavos la botella, puesto que suponen que
van a vender más. En la práctica, la devaluación no cambia los términos
de intercambio. En la combinación de impuesto, regulación y dinero a
la cuña entre Schmidt y Jones, los términos de intercambio permanecen
los mismos pero al devaluar el dinero, el país que devalúa aumenta el
riesgo no sólo a sus exportadores e importadores sino a todos los
ciudadanos que tienen que negociar entre sí en la moneda del país. En el curso de los años me ha sido útil transponer la cuña de Laffer
en una pared, que se levanta ladrillo a ladrillo o se desmonta ladrillo
a ladrillo. Eso es así porque resulta más fácil ver los efectos de
las paredes del gobierno entre los negociadores. Una pared de tarifas en
nuestra frontera y una pared de tarifas alrededor de los países de
Europa o Asia nos obliga a pensar en términos de dos paredes entre
Jones y Schmidt, que están tratando de intercambiar bienes por encima
de las mismas. Entonces nos permite ver los efectos nacionales, cuando
levantamos dos paredes entre Smith y Jones.
El gobierno dice que cuando Smith y Jones son iguales, las
paredes de impuestos entre ellos tendrán la misma altura. Si Jones
vende 1000 Botellas por $1000 y Smith 1000 hogazas por $1000, sus impuestos serán
los mismos. Pero si Jones puede hacer 2000 botellas y Smith y su hijo
juntos pueden hacer 2000
hogazas para hacer el intercambio, el gobierno dice que Jones tendrá
que pagar el doble de impuesto que Smith y su hijo. El impuesto progresivo a los ingresos significa que mientras mejor se
vuelva Jones produciendo vino, más tendrá que darle al gobierno. A la
mayor parte de los economistas de academia se les enseña que un
incremento en la productividad ocasiona una disminución en el precio,
pero en la práctica esto no funciona así. Si Jones puede obtener una
hogaza de pan por una botella cuando está produciendo 1000, ¿por qué
se tendría que tomar el trabajo de aumentar su eficiencia a 2000
botellas, si el precio del vino iba a bajar en términos de pan?
El panadero, que no hizo ningún esfuerzo por aumentar su
eficiencia, conseguiría entonces 2000
botellas por 1000 hogazas. En la práctica, Jones produce 2000 botellas
y Smith, cuya panadería sólo pudiera mantener su propia familia, ahora
puede contratar a su hijo para que mantenga la suya. Cada uno hace 1000
hogazas. El gobierno es recompensado con un aumento en los ingresos por impuestos
debido a la duplicación del comercio. Los esfuerzos de Jones para
producir el doble son recompensados por una duplicación de su salario. En lo que el gobierno grava a los ricos para alimentar a los pobres, sólo
puede llegar hasta cierto límite antes de que las paredes de impuestos
entre el rico vinatero y el pobre panadero impidan cambios marginales de
botellas por hogazas. Si el vinatero no tiene incentivo para aumentas
sus ingresos (ganancia, ganancia del capital), consiguiendo el doble de
hogazas por producir el doble de botellas de vino, el panadero no va a
tener necesidad de hacer más de 1000 hogazas y su hijo permanecerá
desempleado. ¿Quién lo alimentará a él y a su familia? Probablemente
sea el gobierno con los ingresos de los impuestos que creía iba a
conseguir gravando a los ricos, o pidiendo prestado las hogazas y
botellas producidas por Smith y Jones para alimentar al hijo del
panadero y a su familia. En otras palabras, debido a que hay dos paredes
los ricos y los pobres, ellos no pueden intercambiar bienes
si una de las paredes es alta, o si una es cero y la otra es
100%. Al subir la pared del lado de la mayor productividad, quien más
se perjudica es el otro lado. El gobierno, por supuesto, actúa implícitamente
según estos principios cuando le da una exención tributaria a
un individuo que amenaza con mudar su empresa de Nueva York a
Connecticut porque la pared del gobierno local mas la del gobierno
estatal mas la del gobierno federal amenazan con llevarlo a
la quiebra. En general, esta es la forma menos eficiente de
afrontar el problema. La ciudad y sus dirigentes deberían de estar
alentando a los gobiernos estatal y federal a bajar los impuestos,
reducir las regulaciones y hacer el dólar tan bueno como el oro, lo que
va a dejar a la compañía en su lugar y al mismo tiempo aumentar los
ingresos de la ciudad. En ese punto, la ciudad podría bajar los
impuestos de todo el mundo. Hoy, en Nueva York, las finanzas públicas
se están saneando no debido a nada que haya hecho el alcalde Giuliani
para alentar el crecimiento sino debido del mejor manejo de las “cuñas”
federal y estatal en los últimos años. Uno de los mejores ejemplos de la pared de impuestos en los últimos 25
años es la exención que se le hace a los médicos en Japón de los
impuestos a los ingresos La pared de impuestos entre los médicos y los pacientes depende
exclusivamente del tamaño de la pared del paciente. Esto significa que
los ricos tienen que cambiar más de su producción después de los
impuestos para conseguir el mismo volumen y calidad de servicio de los
trabajadores de bajos ingresos. Tiene sentido hacer esto con los médicos
pero no con todas las profesiones porque, en última instancia, la
necesidad de médicos es universal mientras que la necesidad de otros
servicios es cuestión de status o de riqueza. Yo uso otras imágenes en relación con los mecanismos de los impuestos
pero dejemos que la cuña y la pared sirvan para ilustrar los puntos de
hoy. Octubre 27, 2000 |
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