En torno a la Gran DepresiónJude Wanniski Salvo unos pocos especialistas, ya nadie habla mucho de los años 30. Y,
generalmente, estos sólo manejan los mismos viejos argumentos de
echarle la culpa a la Reserva Federal. Toda esa época parece sumergida
como un trauma infantil. Y, sin embargo, las consecuencias de los años
30 están constantemente con nosotros, especialmente en relación con
los bancos centrales y su manipulación de la moneda.
El actual régimen de moneda flotante provoca incesantes
crisis y desastres económicos en el mundo entero pero se justifica,
consciente o inconscientemente, con argumentos de que el mundo necesita
la Reserva Federal y las monedas flotantes para evitar otra depresión
como la de los años 30. Por consiguiente, es hora de revisar los años 30 porque los errores
intelectuales de hoy no van a resolverse nunca hasta que no comprendamos
adecuadamente esa etapa. Como pretende demostrar el siguiente informe
(..) el Fed y el patrón oro no han tenido la culpa de las acusaciones
de que han sido víctimas durante las últimas décadas. Desprovistas de
su justificación, las actuales monedas flotantes quedan expuestas como
lo que son: grotescas aberraciones.El patrón oro siempre ha sido el
sistema monetario del capitalismo. En siglos de uso, no ha fallado
nunca, aunque frecuentemente los gobiernos no se hayan atenido al mismo. El mundo sufrió un enorme desplazamiento intelectual en los años 30.
La perspectiva clásica de Adam Smith, que había estado en ascenso
desde mediados del siglo XVIII, fue descartada por una especie de
neo-mercantilismo, que ahora permea toda discusión de política económica.
Todas las fascinaciones intelectuales de hoy – las obras públicas
gubernamentales, la expansión del gobierno, las monedas flotantes y la
manipulación monetaria, los “desequilibrios’’comerciales y la
concentración en “la demanda de los consumidores,” así como la
tendencia hacia el nacionalismo económico – fueron compartidas por
los Mercantilistas del siglo XVII. Fue un siglo de gobierno grande,
altos impuestos, guerras comerciales y guerras constantes, bastante
semejante al siglo XX. Se abandonó la perspectiva clásica porque ésta no podía explicar
satisfactoriamente los acontecimientos de la Gran Depresión. En
realidad, los puntos de vista convencionales de la época fueron, en
gran medida, los responsables de la Gran Depresión. Los gobiernos
trataron de resolver sus problemas económicos subiendo los impuestos en
un esfuerzo por equilibrar el presupuesto. Eso hizo que la Gran Recesión
se convirtiera en algo mucho peor. Los economistas clásicos de la época
no comprendían los efectos potencialmente destructivos de los impuestos y
las tarifas. Este vacío intelectual fue llenado por una nueva especie de
Mercantilismo, con nuevas explicaciones para los eventos de los años
30. Los Neo-Mercantilistas tampoco comprendían el papel de los
impuestos y, por consiguiente, tendían a concentrarse en los factores
monetarios. La Reserva Federal, creada en 1913, se convirtió en el foco
de la atención. Los keynesianos no le echaron la culpa a la Reserva
Federal por la Depresión pero insistieron en que el Fed debió de haber
devaluado la moneda para ayudar a contrarrestar los fuerzas económicas
de la contracción. Posteriormente, los monetaristas plantearon argumentos similares. Aun
los austríacos, que eran los principales herederos de la sabiduría clásica
del siglo XIX, también le echaron la culpa al Fed por la Depresión. Echarle la culpa al Fed significaba echarle la culpa al patrón oro
porque ese era el sistema monetario usado por el Fed y las demás
autoridades monetarias de todo el mundo. La realidad es que el Fed no
podía hacer lo que los keynesianos y monetaristas querían que hiciera,
a no ser que abandonara el patrón oro. Esas ideas se popularizaron por
todo el mundo a principio de los años 30, y provocaron una serie de
devaluaciones mundiales empezando por la de Gran Bretaña en 1931. Los
mismos argumentos condujeron a que Estados Unidos abandonara el patrón
oro en 1971 desatando una estanflación (staginflation) mundial que fue realmente provocada
por el Fed. Desde entonces, el mundo ha sufrido tres décadas de
constantes perturbaciones monetarias, totalmente innecesarias. Las monedas flotantes no van a funcionar nunca. La única solución perdurable es regresar al sistema de monedas fijas, como el patrón oro que prevaleció desde 1690 hasta 1971. Pero primero hay que absolver al Fed (y al patrón oro) del desastre de los años 30. La Gran Depresión fue provocada por el aumento mundial de las tarifas y de los impuestos, y fue rápidamente empeorada por una serie de devaluaciones en todo el mundo. Pese a su ceguera en relación con los impuestos, los economistas clásicos de los años 20 eran muy sofisticados en relación con los asuntos monetarios, más sofisticados que los de hoy. Comprendían que la contracción económica después de 1929 no fue provocada por un problema monetario – razón por la que se quedaron sin explicación para los eventos que vinieron a continuación. Restablecer la inocencia del Fed y del patrón oro es el primer paso hacia la reconstrucción de un sistema monetario mundial que funcione adecuadamente. POLYCONOMICS, Inc. Consultar: |
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