En defensa del neoliberalismo

 

Por qué Estados Unidos es diferente

 

Thomas Sowell

Cuando uno ve las escenas de miseria del Tercer Mundo, personalmente o en imágenes, ¿se ha preguntado usted alguna vez porque EEUU no ha corrido la misma suerte?

Cuando usted sabe de la terrible opresión que tantas personas han sufrido en países despóticos de todo el mundo, ¿se ha preguntado usted alguna vez porque a los americanos no les ha pasado lo mismo?

Cuando usted ve escenas de carnicerías promovidas por los gobiernos o las masacres perpetradas por turbas frenéticas en países como Rwanda, Sudán o los Balcanes, ¿se ha preguntado alguna vez por esas terribles escenas no se han visto nunca en las calles de Estados Unidos?

Nada más fácil que dar por descontado las cosas a las que estamos habituados, e imaginar que son naturales, así que no requieren explicación. Por el contrario, muchos americanos exigen explicaciones de por qué las cosas no son todavía mejores y expresan indignación porque no lo son.

Algunas personas piensan que el problema es si el vaso está medio lleno o medio vacío. Más importante es la cuestión de si el vaso empezó vacío o empezó lleno.

Los que constantemente está buscando las "raíces" de la pobreza, del crimen y de otros problemas nacionales e internacionales actúan como si la prosperidad y el comportamiento respetuoso de la ley fueran tan naturales que lo que tiene que ser explicado es su ausencia. Pero, por supuesto,  basta con echar un vitazo por el mundo de hoy, o a la historia, para descartar la concepción d que es natural que pasen cosas buenas, mucho menos que sean inevitables.

Estados Unidos es la excepción, no la regla. Nuestra celebración nacional del 4 de Julio es un momento apropiado para preguntarnos por qué gente de todas partes del mundo viene huyendo precisamente a nuestro país.

Una vez que nos damos cuenta de que EEUU es la excepción, pudiéramos tener entonces una sensación de gratitud por haber nacido aquí, aunque la gratitud no esté precisamente de moda. Al menos, debiéramos tener alguna preocupación por que no se vaya a perder lo que ha hecho mejor a este país.

Los que siempre están elogiando el "cambio" en términos vagos y generales no parecen comprender que una confianza ciega en el cambio pudiera significar un riesgo enorme en un mundo donde tantos países diferentes al nuestro están en una situación infinitamente peor.

Cantar el "cambio" puede proporcionar una sensación de excitación o de euforia personal pero, como suele suceder, lo malo está en los detalles. Hasta regimenes despóticos que han acometido cambios radicales han llegado a la conclusión que esos cambios solo han conseguido empeorar su situación.

Los zares de Rusia, el Shah de Irán o la dictadura de Batista en Cuba fueron gobiernos despóticos. Pero parecen hermanas de la caridad en comparación con lo que vino después. Los zares, por ejemplo, nunca ejecutaron en medio siglo el número de personas que Stalin mandó a matar en un solo día.

Aun los mejores países tienen que hacer cambios y Estados Unidos ha hecho muchos cambios económicos, políticos y sociales para mejorar. Pero eso es algo totalmente distinto de tomar el "cambio" como una palabra mágica.

Estar a favor o en contra del cambio en general es pueril. Todo depende de los cambios que se estén considerando. Estar por un "cambio" a secas es decir que lo que tenemos es tan malo que cualquier otra cosa sería una mejoría.

Semejante pose les permite a algunas personas sentirse superiores a otras que sienten que merece la pena preservar nuestros valores, tradiciones e instituciones. El status quo nunca es sacrosanto pero su misma existencia demuestra que es viable, por seductoras que puedan resultar algunas alternativas teóricas.

La mayoría de los americanos da tan por descontado nuestros valores, tradiciones e instituciones que nos cuesta trabajo darnos cuenta de que estos se encuentran bajo constante ataque en nuestras escuelas, nuestras universidades, en gran parte de la prensa, el cine y la literatura.

En Estados Unidos se está librando una guerra cultural. En realidad, se está librando en todo el mundo occidental y es tan importante para la supervivencia de nuestra civilización como la guerra contra el terrorismo.

Hay todo tipo de recompensas ideológicas y psicológicas por socavar la sociedad americana y sus valores. A no ser que tomemos conciencia de la existencia de esa guerra cultural y de lo que nos jugamos en ella, pudiéramos perder lo que nuestros antecesores tanto sacrificaron por ganar y por mantener.

Traducido por AR