SEMEJANZA ENTRE BANDIDOS
Por Hugo J. Byrne
“De las cosas inferiores
siempre poco caso hicieron
los celestes resplandores;
y mueren porque nacieron,
todos los emperadores”.
Quevedo
¿En qué se parecen las protestas de ignorancia del Congresista
norteamericano Charles Rangel ante la Comisión de la Cámara que
juzga sus presuntas múltiples violaciones de ética con la
increíblemente hipócrita llamada de Chávez a la pacificación de
los narcoterroristas colombianos? ¿No es para revolcarse de risa
la demanda de liberación para los cautivos de las FARC por el
Macaco Llanero?
Entre esos secuestrados los hay que han sido mantenidos en
cautiverio en las más inhumanas condiciones durante largos años
y su triste predicamento ha sido publicado extensamente en la
prensa internacional y hasta por los mismos secuestradores para
dramatizar sus demandas de rescate. Las súplicas de las víctimas
por que se pague ese recate, acompañadas de la evidencia
audiovisual de sus sufrimirentos en las que resaltaban las
selvas inhóspitas y las cadenas del cuello a las piernas para
restringir movimientos, han llegado a todas partes.
¿Desconocía Chávez eso cuando hace pocos meses demandaba
reconocimiento y respeto para esta gavilla de terroristas,
asesinos y plagiarios?
El denominador común de los villanos es un tema muy
frecuentemente visitado por esta columna y a despecho de sonar
repetitivo, mencionarlo nuevamente resulta de rigor al cubrir el
presente acontecer en esta parte del mundo. Individuos como
Chávez, o los presidentes Correa de Ecuador, Ortega de Nicaragua
y Morales de Bolivia, satélites del primero, reaccionan de
manera idéntica ante similares estímulos. Esta semejanza entre
los capos de una pandilla internacional de bandidos, se hace más
pronunciada en los momentos de triunfo o en los de crisis. Un
análisis objetivo concluye que para ellos el presente no es
satisfactorio. El momento actual lo consideran de
gran peligro y quizás de crisis.
Aunque el legítimo director de esta verdadera oligarquía
(palabra que sus miembros utilizan para designar a las
sociedades que no controlan, pero cuya definición desconocen),
es por supuesto Chávez, la primera manifestación de retirada
estratégica de la “línea dura” vino hace un par de meses de boca
de su satélite más cercano, Rafael Correa. Muchos lectores
quizás se sorprendan de que en este contexto criminal yo ni
siquiera haya mencionado hasta ahora a “Fifo” (Fidel Castro).
Lo hice con toda intención.
No es un secreto que el régimen de La Habana provee a Caracas
con asesoría militar y política y que el personal castrista es
quien hasta ahora había hecho muchas decisiones importantes en
Venezuela, porque así lo había aceptado Miraflores. Sin
embargo, abundan múltiples elementos de juicio indicando que
ahora existen abrumadores problemas económicos y políticos tanto
en el aún tentativo proyecto totalitario chavista, como
en la esclerótica tiranía de Castro. Problemas prácticamente
imposibles de solucionar en el presente contexto. La
simbiosis Chávez-Castro parece de repente no estar produciendo
los resultados cotidianos.
Este es un proceso que empezaron los hondureños derrocando a
Zelaya, el más reciente satélite de Chávez y el primero entre
ellos en morder el polvo. Las apuestas se mantuvieron en
contra del presidente interino Micheletti, prácticamente hasta
que su gobierno lograra celebrar elecciones en un proceso cuya
transparencia y legitimidad ya nadie serio pone en duda. La
elección del Presidente Lobo resultó en el primer revés de
importancia del expansionismo chavista.
El segundo fue la serie ininterrumpida de victorias del Ejército
Colombiano sobre los narcoterroristas de las FARC y ELN,
eliminando a sus más peligrosos jefes como Raúl Reyes y
Marulanda, quienes estaban siendo exponencialmente protegidos
por Caracas y Quito. Al mismo tiempo, la elección del
empresario Sebastián Piñera a la presidencia de Chile, la nación
más sólida económica y militarmente en el Cono Sur del
Hemisferio, no sólo puso de punta los muchos pelos en la
irsuta y hueca cabeza de Evo Morales, sino que eliminó de golpe
el iaslamiento de Bogotá.
La abrumadora victoria electoral del antiguo Ministro de Defensa
colombiano e incondicional de Uribe Juan Manuel Santos y las
incuestionables evidencias presentadas por Uribe sobre la
complicidad chavista en la subversión, constituyeron en mi
criterio el jaque final al bocón de Caracas en lo que se
referiere a su diferendo con Colombia. Su ruptura de relaciones
con Bogotá, cierre de frontera y consiguiente movilización no
engañaron a nadie. La ola populista que encabezara Chávez a
principios de la década que termina y que parecía haber llegado
a su cénit hace un par de años, empieza a desinflarse. Eso
puede poner en salmuera el eje La Habana-Caracas. Mientras
finalizo estas cuartillas, Chávez, reunido con el Presidente
Santos en Santa Marta, anuncia el restablecimiento total de
relaciones diplomáticas y comerciales con Bogotá. Y mientras
Chávez capitula, “Fifo”, elogia la memoria “mártir” de Marulanda
ante la llamada “Asamblea del poder popular”.