En defensa del neoliberalismo

 

El Futuro de Irak, en esquema: Jerry Bremer,
el administrador apurado

 

Stephen F. Hayes
Bagdad

Si usted pasa cualquier cantidad de tiempo con Jerry Bremer y advertirá dos cosas. Piensa y habla en esquemas. Y comprime cualquier horario que se le dé, a menudo a la mitad. Así que cuándo Bernie Kerik, antiguo jefe de policía de Nueva York y actual asesor de seguridad a la Autoridad Provisional de la Coalición, le dijo a Bremer que necesitaría cuatro años para "levantar'' 70,000 policías en el Irak libre, Bremer le hizo un contraproposición: 18 meses.

Bremer, enviado del presidente Bush a Irak y jefe de la Autoridad, discutió los problemas de seguridad -- y casi una docena de otros temas -- en su oficina el 17 de julio. Con botas color marrón y un traje azul, habló durante casi una hora con seis periodistas que viajaron con el Secretario Adjunto de Defensa Paul Wolfowitz. La oficina de Bremer es suntuosa. Esta en lo que aquí todos llaman el "palacio de las cuatro torres," por las enormes esculturas sobre las cuatro torres de edificio. La decoración es escasa, y los estantes que se alzan 30 pies hasta el techo están en su mayor parte vacíos, con excepción de unos pocos libros incluyendo "El Liderazgo'' de Rudy Giuliani. Los muebles también escasean -- un escritorio demasiado grande en una esquina y una mesa redonda con siete regios sillones en la otra.

Tras un breve comentario editorial sobre las noticias de que su equipo carece de una estrategia ("tonterías"), Bremer pasó a sus esquemas. "Tenemos que hacer tres cosas," comenzó. "Tenemos que establecer un sentido de seguridad y estabilidad en el país. Tenemos que comenzar el proceso de la reforma económica. Y tenemos que avanzar hacia la transición a una estructura política democrática." Bremer plantea preguntas y las contesta. Sobre la seguridad: "¿Dónde está nuestro problema? Nuestro problema está en gran medida limitado a lo que se llama el 'Triángulo sunita' o el 'centro del país sunita."' Sigue: ‘‘¿Cual es nuestro problema? Hay dos. Ambos son estructurales. Uno es que ésta es la parte del país por la no luchamos. Cuando llegamos al norte de Bagdad, las dos divisiones de la Guardia Republicana que estaban estacionadas allí se desvanecieron. Así que nunca conquistamos esa área como conquistemos el resto del país. En segundo lugar, esta es el área tradicional de apoyo del partido Baas. Es donde se encuentra la base tribal de Saddam. Está donde se encuentra la mayor parte del complejo militar industrial. . . . Ahí es donde está el problema. No está en ninguna otra parte. Está ahí." Los restos del régimen, según Bremer, están tomando como objetivo los éxitos de la coalición. Naturalmente, da tres ejemplos. Al soldado americano muerto en la Universidad de Bagdad "lo mataron porque no quieren que tengamos abiertas las universidades." El alcalde de Haditha y su hijo fueron ejecutados porque él estaba cooperando con la coalición. Y el bombardeo de la academia de la policía en Fallujah fue el resultado del progreso de la coalición en establecer una fuerza iraquí de policía.  

Sobre política, Bremer alega que el proceso tiene que tener dos características. "Tiene que ser un proceso iraquí, una constitución escrita por iraquíes para iraquíes. Y tiene que ser visto como un proceso legítimo a los ojos del pueblo iraquí." Bremer no ha querido especular públicamente sobre el tiempo que tomará este proceso. Pero al contestar preguntas, sugirió que redactar una constitución podría tomar menos de ocho meses. Ese compacto marco de tiempo será necesario si Irak va a tener elecciones dentro de un año, algo Bremer insinuó es posible. Bremer parece estar muy consciente de la escéptica cobertura que sus esfuerzos están recibiendo en los medios de comunicación americanos. Está ansioso por disipar los mitos antes de que cuajen en clisés establecidos pero, para quien trabaja 18 horas diarias y para quien el concepto del "fin de semana'' es un vago recuerdo, sus críticas son más lácticas que amargas. ''Sigo leyendo en la prensa que estamos retrasados o por detrás de nuestro cronograma," dice de la transición política. "Cuando llegué aquí el 13 de mayo, dije que tendríamos un concilio político (entonces lo llamamos así), establecido a mediados de julio. Lo tuvimos el 13 de julio, básicamente justo dentro de nuestro cronograma."

Bremer nos dijo que revitalizar la economía iraquí será el desafío más difícil que enfrenta su equipo. La destrucción no viene de la guerra -- "la guerra casi no hizo daño," dice -- sino de una "economía enormemente mal administrada durante 35 años." La devastación, alega Bremer, volviendo a su esquema donde lo había dejado, "recorre toda la economía y significa dos cosas. Número uno, la infraestructura es muy frágil porque casi no tiene sistemas de respaldo, lo que, por ahora, la hace muy susceptible al sabotaje político. Y dos, significa que tendremos que dedicar cantidades extraordinarias de dinero para reedificar la infraestructura en los próximos 5 a 10 años, lo que será extremadamente costoso." Si un marco de 10 años es realista para inversiones en la infraestructura, evidentemente la prioridad inmediata de la coalición deberá ser ir pasando las responsabilidades cotidianas de la administración a iraquíes tan pronto como sea posible.

Cuándo le pregunté a uno de sus diputados sobre el apresurado ritmo de su jefe, me respondió sarcásticamente: "¿Se dio cuenta?" Con todo, aquí los funcionarios se irritan ante la sugerencia de que se están preparando para irse del país en un futuro más o menos cercano. "Eso no va a pasar," dijo uno.  Algunos miembros del nuevo Concilio Gobernante de 25 miembros están desalentados por la demora en devolver el país a los iraquíes. Ahmed Chalabi, el jefe del Congreso Nacional Iraquí, ha dicho querer más participación iraquí ahora, particularmente en lo que la coalición continúa organizando las fuerzas de la seguridad en todo el país. Bremer es realista. "Tenemos un problema de seguridad," admite. Pero no se siente desalentado. "Cuando llegué a Bagdad hace ocho semanas," dice Bremer, "la ciudad estaba en llamas. En Bagdad no había otro tráfico que no fueran los vehículos de la coalición. Y yo dormía con tapones en los oídos debido a los disparos durante la noche. Esto ha mejorado notablemente en los tres aspectos."

Stephen F. Hayes es redactor de The Weekly Standard.

Traducido por AR.