En defensa del neoliberalismo

 

La guerra necesaria

 

Adolfo Rivero Caro

La guerra con Irak es justa y necesaria. Algunas personas bienintencionadas insisten en que todas las guerras son malas. No es verdad. Estados Unidos y todos los países latinoamericanos seguirían siendo colonias de no haber sido por las guerras de independencia. Estados Unidos mantuvo su unidad nacional y eliminó la esclavitud porque no tuvo miedo de afrontar una sangrienta guerra civil. La Alemania nazi sería la dueña de Europa si Estados Unidos no hubiera invadido el viejo continente. Japón seguiría siendo una potencia agresiva y reaccionaria si Estados Unidos no hubiera aplastado su poderío militar. No sólo eso. La Unión Soviética y todos los países comunistas de Europa oriental seguirían existiendo si Estados Unidos no hubiera estado dispuesto a confrontarlos militarmente. Cuando Ronald Reagan ordenó la instalación en Europa de cohetes Pershing y Cruise para confrontar los SS-20 soviéticos, los partidos comunistas y sus simpatizantes organizaron enorme manifestaciones ''por la paz'' mucho mayores que las que los nuevos pacifistas han organizado en los últimos meses.

Por cierto, ¿alguien se acuerda del Consejo Mundial de la Paz? Fue una organización pantalla creada por los soviéticos en los años 50 con el objetivo de hacer aparecer a Estados Unidos como una potencia ''guerrerista''. Moscú le estableció su cuartel general en París pero, en 1954, el gobierno francés lo acusó de ser una organización títere soviética y lo expulsó de Francia. Se trasladó entonces a la Viena ocupada por los soviéticos pero, cuando Austria se declaró neutral, decidió instalarse en Praga. En los años 70, Moscú nombró a un tal Romesh Chandra como presidente del CMP. Supuestamente era un indio yoga, apolítico y neutral. En realidad, era miembro de la Comisión Nacional del Partido Comunista de la India. El mismo Jruschov le aprobó un presupuesto anual de $50 millones y le puso como tarea fundamental condenar la intervención americana en Vietnam como ''una aventura criminal'' y organizar manifestaciones contra el imperialismo americano en el mundo entero. Pues bien, increíblemente, el viejo Romesh Chandra sigue al frente del Consejo Mundial de la Paz. Ahora está radicado en Atenas y es uno de los principales organizadores de las recientes manifestaciones contra la guerra en Irak.

Los que se interesen en estas cuestiones pueden constatar que casi todas las organizaciones ''de base'', que fundamentalmente proliferan en las universidades, se agrupan bajo la dirección del Internacional Action Center (IAC) y de ANSWER (Act Now to Stop War and End Racism). IAC está dirigido por Ramsey Clark, antiguo secretario de Justicia de Lyndon Johnson que, aunque parezca surrealista, apoyó al gobierno chino cuando la matanza de Tiananmen y a los iraníes cuando la toma de rehenes... Es un franco admirador de Kim Il Sung y de su hijo, Kim Jong Il. Tanto IAC como ANSWER son organizaciones pantalla del Partido de los Trabajadores del Mundo, un pequeño grupo marxista, desprendimiento de los trotskistas, con una desenfrenada admiración por Kim Il Sung y su hijo y heredero Kim Jong Il.

La otra organización sombrilla importante de los marchistas leninistas es la UPJ, Unidos por la Paz y la Justicia. Esta es muy diferente. Los dirigentes de la UPJ son viejos cuadros del Partido Comunista de Estados Unidos.

Es totalmente justo y moral apoyar la decisión del gobierno de Estados Unidos de imponer un cambio de régimen en Irak. Algunos columnistas mencionan con presunto espanto una ''guerra preventiva''. Me parece que no comprenden adecuadamente la nueva situación mundial. En el pasado, una guerra significaba lenta movilización de grandes ejércitos, solemne cruce de fronteras, prolongados bombardeos de escasa precisión. Todo claro, anunciado y, por consiguiente, potencialmente evitable hasta el último momento. En esas condiciones, era eminentemente razonable no atacar hasta no ser atacado. Ahora es muy diferente. Un país delincuente puede producir, más o menos secretamente, armas nucleares, químicas o bacteriológicas de enorme poder destructivo (las llamadas WMD --armas de destrucción masiva) y luego venderlas o regalarlas a grupos terroristas de muy difícil identificación. De esta forma, unos pocos individuos con maletines cargados de dispositivos nucleares, químicos o bacteriológicos pueden infiltrarse en cualquier país y producir una terrible devastación. Considerar, en estas condiciones, que hay que esperar a ser atacado antes de eliminar el peligro es simplemente suicida, como señaló el mismo presidente Bush en su discurso del 17 de marzo.

De la misma forma, es simplemente patético proclamar que la guerra aumentará el peligro de los ataques terroristas. Debía ser obvio que es justamente lo contrario. Eso es casi repetir exactamente el mismo argumento de Neville Chamberlain cuando afirmó que el Pacto de Munich significaba ''la paz en nuestro tiempo''. Sólo para que, pocos meses después, Hitler invadiera Polonia. Saddam Hussein ha estado mismamente ''contenido'' gracias a la Guerra del Golfo de 1991. Con todo y eso, bajo la más estricta supervisión internacional, se ha negado a cumplir los acuerdos de Naciones Unidas, expulsó del país a sus representantes y se ha mantenido en posesión de armas de destrucción masiva. Plantear que la política hacia Saddam Hussein ha sido un éxito y que el gobierno de Bush es agresivo y guerrerista porque ha decidido garantizar por la fuerza un cambio de régimen, revela una total inversión de valores y un antiamericanismo visceral.

La derrota de Saddam Hussein implica inevitables riesgos y sacrificios pero va a ser un duro golpe para el terrorismo internacional. Eso lo saben Fidel Castro, viejo compinche del dictador iraquí, y Hugo Chávez, su más reciente amigo y admirador. Es por eso que Castro ha ordenado arrestos masivos de disidentes y, vísperas de la guerra, atacó rabiosamente a Ricardo Bofill en su Mesa Redonda llamándole ''precursor de la infamia'' y calificando a Marta Frayde, de ''agente de la CIA''. Está furioso y tiene miedo. Otra señal de que ésta es una guerra justa.