En defensa del neoliberalismo
 

Los mitos de la gran prensa

 

ADOLFO RIVERO CARO

El lector probablemente  no se haya enterado, pero la Universidad de Miami va a disolver su famoso equipo de natación y clavado a fines de este semestre, según confirmó recientemente Paul Dee, director de atletismo de la UM. La razón es francamente sorprendente. Es para poder cumplir con el título IX de las leyes de equidad sexual... Resulta que las escuelas tienen que tener, obligatoriamente, una participación atlética similar a la proporción entre varones y hembras que haya entre los estudiantes. Increíble pero cierto. Esto es un igualitarismo demente. Los Huracanes han dado 20 campeones masculinos de la NCA y 15 olímpicos, incluyendo al dos veces medallista de oro Greg Lougnis. Las clavadistas de la UM han ganado, por lo menos, un título nacional en cada uno de los últimos nueve años. Y ahora resulta que, porque hay más varones que hembras en las actividades atléticas, hay que disolver los equipos masculinos e inventar nuevos programas de volleyball femenimo. Para que no las discrimen... Estos socialistas odian todo lo que se distingue, y lo trágico es que están gobernando nuestras escuelas. No es extraño que un gran amigo de Fidel Castro, Jesse Jackson, haya venido a encabezar manifestaciones contra el plan de Jeb Bush para ir disminuyendo las cuotas racistas.

Pero, ¿dónde están las pruebas de que en esta sociedad haya tanta discriminación? En ninguna parte. Lo que sucede es que, según los liberales americanos, cuando los sexos o los distintos grupos raciales o étnicos no tienen una representación proporcional a su número en los diferentes tipos de actividades sociales, es debido a la discriminación. ¿Absurdo? Sí, por supuesto. ¿En qué país del mundo o en qué época histórica ha existido semejante representación proporcional en todas las actividades humanas? En ninguna parte, por supuesto. Y en ninguna época. Pero no importa porque, como dijo Joseph Goebbels, el ministro de propaganda de Hitler, una mentira se convierte en verdad cuando se repite un número suficiente de veces.

Los judíos y los asiáticos, siendo minorías, están superrepresentadas en la vida intelectual de Estados Unidos. ¿Será porque alguien discrimina a los anglos? Las mujeres son el 50 por ciento de la población, pero son menos del uno por ciento de los grandes maestros de ajedrez. ¿Cómo se discrimina en el ajedrez? Give me a break.

¿Cómo es posible que estas ideas absurdas hayan ganado semejante influencia en nuestra sociedad? Bueno, también hay quienes creen que los ``psíquicos'' pueden pronosticar el futuro, que Fidel Castro es un humanista y que hay un montón de extraterrestres secuestrando gente.

Desde que Marx inventara la tesis de la lucha de clases, los socialistas han estado buscando víctimas. Primero fue el proletariado explotado por la burguesía. Ahora casi todo el mundo es explotado por alguien. Y todo el mundo sabe el control que tienen los socialistas americanos (``liberales'') sobre los medios masivos de comunicación.

Hace algún tiempo, el veterano columnista liberal Rolfe Neill se refería a este problema en la sección Viewpoint de The Miami Herald (10 de agosto de 1996). ``El problema está'', decía Neill, ``en que aunque los lectores están claramente divididos entre los dos puntos de vista (liberales y conservadores)'' los conservadores llevan las de perder ``porque la mayoría de los periodistas son liberales''... ``Se menciona frecuentemente al senador Jesse Helms como ultraconservador, pero nunca he leído que se califique a Ted Kennedy de ultraliberal''.

Ese dominio socialista se deriva, en gran medida, del control que consiguieron sobre las universidades en los turbulentos años 60. Es por eso que la mayoría de los egresados de las carreras de humanidades se ha vuelto hostil a los valores tradicionales de la sociedad norteamericana. Muchos periodistas adoptan, como si fueran verdades indiscutibles, lo que no son sino las opiniones (marxistas o marxoides) del mundo académico en que estudiaron. Mundo sumamente desvinculado, por cierto, de las luchas reales de nuestro tiempo y cuyo rechazo a la sociedad norteamericana lo llevó a enamorarse sucesivamente de Stalin, de Mao, de Fidel Castro, de Ho Chi Minh y de los sandinistas mientras le daba la espalda a la lucha de la disidencia anticomunista del mundo entero. Son los mismos que, a estas horas, plantean la equivalencia moral entre Estados Unidos y la Unión Soviética --como en el famoso serial de CNN sobre la guerra fría.

Los periodistas ``liberales'' se creen intelectualmente superiores porque creen haber descubierto que los grandes intereses económicos determinan la vida política (como explicó Carlos Marx en el Manifiesto comunista), y moralmente superiores porque sólo ellos tienen el coraje de enfrentarse a los poderosos explotadores --llámense burguesía (como fue originalmente) o bien blancos, europeos, heterosexuales o simplemente hombres, como ha sido después.

Este coraje de los periodistas liberales, por supuesto, no es más que una broma de mal gusto. En un medio ambiente totalmente dominado por la izquierda, hace falta valor para defender los valores tradicionales de este país. Ser un periodista o un profesor universitario de izquierda es ser, simplemente, otro miembro del rebaño, otro antiamericanista, uno más a repetir el catecismo secular del ``pensamiento políticamente correcto''. Esta gran prensa ``liberal'' americana tiene una responsabilidad, indirecta pero muy real, en la prolongada superviviencia de la dictadura cubana.