En defensa del neoliberalismo
 

Un intelectual marxista

 

Adolfo Rivero


Fidel Castro ha cambiado drásticamente una vieja constante de su política desde el caso de Elián González. Tradicionalmente, el único enemigo reconocido del gobierno revolucionario era el gobierno de Estados Unidos (el "imperialismo yanqui''). Los cubanos exiliados no eran sino simples instrumentos de la voluntad imperial. Se trata, por supuesto, de un viejo recurso leninista para restarles legitimidad a los adversarios políticos. Ese mismo recurso se utiliza contra la oposición interna en Cuba.

Desde el caso de Elián, sin embargo, esa política ha tenido una curiosa inversión: los cubanos exiliados han dejado de ser el instrumento de la voluntad imperial norteamericana y ¡ha sido el gobierno de Estados Unidos el que se ha convertido en instrumento de los exiliados cubanos! Por ese camino, no sería de extrañar que cualquier día Fidel Castro responsabilizara a la disidencia cubana por la detención de Slobodan Milosevic, el bombardeo de Irak o el ingreso de los países bálticos en la OTAN.

Un subproducto de ese cambio de política, ha sido la aparición de algunas páginas electrónicas, como La Jiribilla, dedicada, casi íntegramente, a atacar a Miami. La muerte de Manuel Moreno Fraginals dio pie a uno de esos ataques. Una nota publicada en Granma y reproducida por ellos dice: ``Su extenso trabajo como historiador, realizado en lo fundamental dentro de la revolución e inspirado por ella, estuvo marcado por un profundo sentimiento antiimperialista y de defensa de la nación cubana desde una visión marxista. En 1994 abandonó el país, se radicó en Miami e hizo humillantes concesiones intelectuales y políticas para ser aceptado en un medio que es la negación misma de su creación''. Aquí vienen bien algunas precisiones. Como ha subrayado agudamente Emilio Ichikawa, lo mejor de la producción marxista cubana y, en realidad, casi toda la misma, es anterior al triunfo de la revolución. De seguir insistiendo en anexarse los méritos de Moreno Fraginals, pronto veremos a Castro diciendo que Azúcar y población en las Antillas de Ramiro Guerra (1935) o Azúcar y abolición de Raúl Cepero Bonilla (1948) estuvieron inspirados en la revolución cubana. La realidad es que es mucho más fácil ser marxista, y hasta leninista, soñando con una utopía igualitaria que viviendo su desastrosa realidad.

La producción intelectual marxista no es un producto de la revolución de Castro, sino justamente al revés: fue la producción intelectual marxista la que hizo posible la revolución de Castro. Una perspectiva pesimista sobre el futuro del capitalismo estimulada por la I Guerra Mundial y la Gran Depresión crearon las condiciones para que la atmósfera intelectual del siglo XX estuviera profundamente influida por el marxismo. Y la premisa visceral, no intelectual, del marxismo era un indignado rechazo del capitalismo.

Cualquier sociedad de instituciones sólidas puede asimilar una enorme cantidad de crítica negativa, sacarle provecho, descartar sus exageraciones y seguir adelante, más fuerte que antes. Pero si una coyuntura debilita excesivamente las estructuras políticas de esa sociedad, esto puede ser aprovechado por aventureros que van a llamar a la demolición de las instituciones democráticas para establecer su dictadura ``salvadora''. Y que van a utilizar esas visiones sociales exageradamente críticas de los intelectuales marxistas para justificarla.

Las ideas que dominaban durante la juventud de Moreno Fraginals, Ramiro Guerra o Cepero Bonilla eran las ideas marxistas. La obra de Moreno Fraginals, de enorme riqueza y profundidad, es una visión ácida de la historia de la industria azucarera. Pero una crítica negativa, por justa que sea, no agota una valoración. Al triunfo de la revolución, Cuba era uno de los países más desarrollados de América Latina. En gran medida, ese desarrollo fue un producto de la industria azucarera. Nuestra dinámica cultura comercial, nuestra integración nacional, nuestra apertura al extranjero, nuestro elevado nivel de urbanización y nuestros estrechos vínculos con EU fueron tan producto de la industria azucarera como la esclavitud y el barracón.

La historia ha demostrado que el pesimismo sobre el futuro de la libre empresa estaba totalmente injustificado. Ahora está claro que ``la defensa de la nación cubana desde una perspectiva marxista'', es decir, la oposición de los intereses de la nación cubana a los intereses de EU, nación emblemática del capitalismo, como un principio y no como un incidente ocasional y momentáneo, es profundamente errónea. Esa posición puede llevar, como ha llevado, a consecuencias económica y políticamente desastrosas.

La Jiribilla publicó una entrevista con Beatriz Moreno, la hija del autor de El ingenio. Beatriz no comprende por qué su padre no regresó a Cuba, y lamenta que haya muerto ``en una familia extraña''.

Su salida de Cuba parece un misterio. ¿Por qué se fue de Cuba este ilustre marxista? La respuesta es brutalmente simple. Se fue de Cuba porque la revolución marxista había desviado a la nación hacia un callejón sin salida y su gobierno era una dictadura cerril que explotaba al pueblo cubano a nombre de la justicia social. Y porque cada día era más insoportablemente evidente. Nadie lo obligó a emigrar: fue su decisión.

En EU Moreno encontró, sin duda, dificultades y frustraciones. Pero también encontró un inmenso respeto por su calibre intelectual y muchos nuevos amigos. Su enorme intelecto no estaba haciendo ``humillantes concesiones intelectuales y políticas'', sino repensando críticamente su propia obra, como hace constantemente todo verdadero intelectual. Pero, más importante todavía, Moreno encontró en EU a Teresita Pedraza, una investigadora y compañera de trabajo que le demostró su amor hasta la saciedad. Ella le dio, en las nuevas y difíciles condiciones de la libertad, nueva familia y una renovada felicidad. Y es ella la que continúa, con todo rigor, los trabajos que interrumpió su muerte.
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