En defensa del neoliberalismo

No hay almuerzo gratis de estímulo

Es difícil gastar sabiamente y gastar con apremio

Gary Becker y Kevin Murphy, WSJ

¿En qué medida el paquete de estímulo que se discute en el Congreso estimulará realmente la economía?

Hasta ahora las evaluaciones han sido incompletas, por lo que abordaremos el probable efecto estimulador desde las secciones de gastos de las leyes de la Cámara y el Senado –más de $500,000 millones—y calcularemos los efectos cuantitativos de cuatro factores básicos.

1. ¿Qué incremento en el Producto Interno Bruto (PIB) se puede esperar del paquete de estímulos?

En una situación de pleno empleo, un mayor gasto gubernamental reemplazará en gran medida el gasto privado, por lo que el estímulo neto en el PIB probablemente sea muy pequeño. Sin embargo, en la situación actual, en la que crece el desempleo tanto del capital como del trabajo, el estímulo neto sería mayor debido a que el gasto gubernamental adicional pondría a funcionar algunos recursos no empleados.

Por ejemplo, si el gobierno gasta dinero en la construcción de casas nuevas con fuerza de trabajo desempleada, el estímulo al PIB podría estar cerca de, o incluso ser mayor que, la cantidad gastada. No obstante, dada la actual super-abundacia de viviendas, ésta no parece ser una política sensata, aunque constituye una parte pequeña de los paquetes de estímulos tanto de la Cámara como del Senado.

De hecho, buena parte del gasto propuesto se realizaría en sectores y en programas donde el gobierno tendría que, sobre todo, sacar recursos destinados a otros usos. Este tipo de gastos incluye llevar la banda ancha a las zonas rurales, gastar más en servicios de salud, alentar las innovaciones científicas, desarrollar la energía renovable y muchas otras cosas más.

Como dijera el presidente Barack Obama en días pasados: “Este plan es más que una receta de gasto a corto plazo. Constituye una estrategia para el crecimiento a largo plazo de Estados Unidos y una oportunidad en áreas como la energía renovable, la atención médica y la educación”. Semejante gasto puede estimular el crecimiento a largo plazo, pero su efecto a corto plazo en el PIB será pequeño.

Por consiguiente, nuestra conclusión es que el estímulo neto en el PIB a corto plazo no será cero; será positivo, aunque probablemente la magnitud del estímulo será modesta. Algunos economistas han considerado que por cada $1,000 millones que el gobierno gasta mediante el paquete de estímulos el PIB a corto plazo aumenta en $1,500 millones. O, para decirlo en jerga económica, el multiplicador es 1.5.

Esto parece demasiado optimista en virtud de la naturaleza de los programas de gastos que se proponen. Creemos que un multiplicador muy por debajo de uno es más probable.

2. Se supone que un mayor gasto gubernamental en el paquete de estímulos sea sólo temporal, hasta que la economía regrese al nivel del pleno empleo, pero lo más probable es que no ocurra así.

La enseñanza de pasadas expansiones de los programas gubernamentales es justamente lo contrario. Una vez creados tienden a sobrevivir y a crecer con el tiempo, incluso cuando en un principio se hubiera dicho que los incrementos eran temporales. La razón subyacente de este fenómeno es que alrededor de los programas nuevos y ampliados surgen y se desarrollan grupos de intereses, los cuales cabildean para mantener y expandir esos programas.

Esto implica que los programas de gastos en el paquete de estímulos en cierta medida seguirán vigentes después que la economía regrese al pleno empleo. En ese momento el multiplicador seguramente estará muy cerca de cero. Si nos adelantamos varios años veremos que el estímulo promedio conseguido por la expansión del gasto gubernamental será menor, quizás muy inferior, que el estímulo a corto plazo.

3. Los efectos del paquete de estimulación sobre consumidores y empresas dependen no sólo de los estímulos al PIB de corto plazo, sino también de cuán valioso es el gasto.

Cualesquiera que sean los méritos de otros gastos gubernamentales, lo más probable es que el gasto en este paquete tenga menos valor. Una gran cantidad de dinero se gastará rápidamente durante un período de dos años: $500,000 millones equivalen a aproximadamente una cuarta parte del total del gasto gubernamental anual de $2 billones. Es sumamente difícil que cualquier grupo, sea éste público o privado, pueda gastar acertadamente una suma tan grande en un corto período de tiempo.

Además, aunque la política desempeña un papel considerable al determinar todo el gasto gubernamental, las consideraciones políticas son particularmente importantes en un paquete de gastos adoptado rápidamente cuando la economía se tambalea y justo después que un presidente popular tomó posesión de su cargo. Muchos demócratas consideraron la ley de estimulación como una oportunidad dorada para aprobar partidas de gastos que durante mucho tiempo desearon. Por esta razón, algunos componentes del paquete tienen pocas probabilidades de pasar una prueba de costo-beneficio razonablemente rigurosa.

4. No hay almuerzos gratuitos en el gasto, sea éste público o privado.

La mayor deuda federal causada por este paquete de estímulos tendrá que ser pagada en algún momento mediante impuestos más altos a hogares y empresas. Los impuestos más elevados sobre la renta y los negocios por lo general desalientan los esfuerzos y las inversiones, y acaban siendo una carga social más grande que el nivel real de los ingresos fiscales que se necesitan para financiar una deuda mayor. El peso de los impuestos más altos en el futuro tiene que deducirse tanto de cualquier estímulo a corto plazo que el programa de gastos genere, como de sus efectos a largo plazo sobre la economía.

Creemos que incumbe tanto a los partidarios como a los oponentes de la ley evaluar minuciosamente cada uno de estos cuatro factores. Sabemos que la forma en que cada individuo evalúe estos factores determinará su actitud ante el paquete de estimulación y que las condiciones son propicias para la existencia de razonables diferencias de opinión.

Nuestro punto de vista es que el estímulo a corto plazo resultante de la legislación que discute el Congreso será menor por dólar gastado de lo que muchos otros esperan, debido a que el paquete trata de combinar el estímulo a corto plazo con los beneficios que obtendrá la economía a largo plazo. Desafortunadamente, los beneficios a corto y largo plazo son muy contradictorios entre sí. Además, es muy difícil gastar acertadamente grandes sumas durante períodos de tiempo cortos. Ni nadie puede olvidar que el gasto no es gratuito y, en última instancia, tendrá que financiarse mediante impuestos más altos.

Gary Becker, laureado con el premio Nobel en 1992, y Kevin Murphy son profesores de economía en la Universidad de Chicago

Tomado del Opinión Journal del WSJ

Febrero, 2009

 

 

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