En defensa del neoliberalismo

Un nombramiento irresponsable
Adolfo Rivero Caro

En una columna anterior, comentaba sobre la idea de construir una gigantesca mezquita en Ground Zero, el área donde los terroristas islámicos derribaron las torres del World Trade Center. Se llamará la mezquita de Córdoba, antigua capital del califato musulmán de la península ibérica. El nombre no me parece casual. Los sueños de reconstruir el califato son muy importantes para los activistas islámicos. Y ¿dónde establecerlo mejor que en Nueva York, la capital social y financiera de estados Unidos? La construcción de esta mezquita no es un problema legal, sino de sensibilidad. La tolerancia no se puede confundir con la falta de principios. A muchas personalidades americanas no les importa que la mayoría de los neoyorquinos se oponga a la construcción de esta mezquita, lo único que parece importarles es que los vayan a acusar de racistas o discriminadores. Este es el tipo de corrupción interna que conduce a la impotencia frente al enemigo. No hay que olvidar que tras la amistad política de los musulmanes se oculta una profunda hostilidad ideológica. Hasta tradicionales amigos políticos como Arabia Saudita prohíben terminantemente la construcción de iglesias o sinagogas en su país y tratan a las mujeres como ciudadanos de segunda. Por no hablar de Irán.

Los grandes centros mundiales del poder nunca han colapsado por la fuerza de sus enemigos externos, sino por sus propias debilidades internas. Hoy estamos presenciando el hundimiento del poderío de Estados Unidos aunque no exista, ni siquiera de lejos, una potencia mundial equivalente. El multiculturalismo empuja deliberadamente hacia la balcanización del país y la lucha contra los valores cristianos, disfrazada de tolerancia, conduce a una desoladora indiferencia moral. La elección del presidente Obama, históricamente cercano a la extrema izquierda, ha sido una especie de culminación de este proceso. En estos días hemos visto un ejemplo, prácticamente ocultado por la gran prensa liberal. El imán Feisal Abdu Rauf, el promotor de la construcción de la mezquita en Ground Zero, será enviado a varios países árabes por el Departamento de Estado, como representante de Estados Unidos, para promover la tolerancia religiosa. Increíble pero cierto. ¿En qué pueden haber estado pensando Hillary Clinton y el presidente Obama con esta designación? Ileana RosLehtinen (R Florida) y Peter King (R N.York) han dicho: “Es inaceptable que los contribuyentes americanos tengan que financiar el viaje de este líder religioso que ha sido menos que categórico en su condena del 9-11. Este radical es una terrible opción como uno de los rostros de nuestro país en ultramar”.

Feisal Abdul Rauf, en efecto, rehusa considerar a Hamas como una organización terrorista, pese a que la misma ha realizado numerosos ataques suicidas contra Israel y aunque el gobierno de EE. UU. la considere como tal. Hamas es violentamente antisemita y está por la desaparición del estado de Israel. No sólo eso. El imán también se hizo famoso al afirmar que EE. UU. era, en cierta medida, responsable por los ataques del 9-11, debido a la forma en que había atacado a las naciones islámicas. El imán ha sido un campeón de la defensa de la ley islámica (Sharia) en Occidente y ha insistido en la necesidad de cabildear a favor de la misma.

P.J. Crowley, un portavoz del Departamento de Estado dijo que el presidente Obama no se había pronunciado sobre los planes de Rauf de levantar un centro islámico cerca de la zona de los ataques del 9 - 11, pero que tenía un profundo respeto hacia su mensaje de moderación, tolerancia y diversidad religiosa. Infortunadamente, el imán Rauf sólo pide moderación, tolerancia y diversidad religiosa en Occidente. Nunca ha defendido esos valores en los países islámicos, donde sí son urgentemente necesarios. Los nazis también acusaban a los británicos de imperialistas.

En realidad, los valores que defiende el gobierno de Obama, tanto en política exterior como en política interna, son todo lo contrario de lo que necesita el país. Lo que ha hecho grande a Estados Unidos, por ejemplo, ha sido su total compromiso con los derechos individuales y, por extensión, con los principios de la libre empresa. El gobierno del presidente Obama, sin embargo, le da prioridad al papel del estado y mantiene una constante crítica contra las grandes empresas. Su política de aumentar los impuestos y las regulaciones frena el crecimiento de las empresas y es la principal responsable de la elevada tasa de desempleo, que afecta, de manera particular a los latinos y que, de no ser radicalmente alterada, va a mantenerse durante el futuro previsible. Nuestros electores deben de reflexionar sobre esto.

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