En defensa del neoliberalismo

El odio al éxito ajeno

Raúl Zapata
raulzapataa@hotmail.com

El odio a Israel y EE.UU. se debe, principalmente, al enorme éxito que estos países han alcanzado. Mientras más los superan, más el odio.

El odio los hace perder toda racionalidad y razonabilidad: pregonan la intención de desaparecer a Israel del mapa, y pretenden que se lo permitan. Hablan de amor a sus pueblos y los usan de escudos humanos, esconden sus bombas y bombardean desde escuelas, donde están sus niños, porque saben que el gobierno Israel, por ser una democracia, debe responder, moralmente, frente a sus ciudadanos y el mundo, y los asesinos de Hamas no responden ante nadie.

No tienen ni las más remota posibilidad de ganar, y eso los enloquece. Si Irán logra construir bombas nucleares, por mil muertos israelíes, morirían millones de inocentes musulmanes: inevitable y fatalmente. El éxito del 11 de septiembre lo pagaron, los terroristas, con creces, perdieron entre otras cosas Afganistán Los pacifistas permitieron que Hitler se armara, y los Hamas alemanes, después de producir inmensos daños a la humanidad, fueron derrotados… en mucho, gracias al intervencionismo americano.

Por odio mienten, Irak no fue invadida porque tuvieran armas de destrucción masiva, sino porque se negaron a la supervisión internacional de los observadores de la ONU. Dado que ese gobierno las había usado, en el pasado, contra Irak, Kuwait y contra su propio pueblo Y la ONU después de destruir las que poseían, necesitaba garantías de que no se volverían a construir.

A los gringos, y los judíos, se les puede igualar, y superar, fácilmente. Los árabes, musulmanes, y cualquier otro pueblo, sólo tienen que dotar a sus ciudadanos de más libertades políticas y económicas, de las que gozan los americanos y los israelíes. Superar sus modelos democráticos y de libre empresa, con más libertades individuales y menos poder para sus elites políticas

La actual crisis financiera, demuestra que el exceso de intervensionismo gubernamental produce un enorme daño, a todo el mundo, aun en EE.UU. La democracia y el crecimiento económico hacen desaparecer los odios. Como esta evidenciando Sudáfrica, gracias a Nelson Mandela, después del apartheid.

Pero las élites políticas de fracaso y la pobreza apuestan al fundamentalismo, al fanatismo y al odio, porque su talento es destruir, pueden ser reconocidos, les permite justificar la concentración de poder y pueden aspirar a gobernar eternamente, como aquí en Venezuela.

Lo de la razas es cuestión secundaria, al menos, para un negro iberoamericano, como yo. Árabes y judíos me caen igual de bien. Pero estoy, sin la menor duda, al lado de los valores fundamentales del mundo occidental, democracia y libertad. Y apuesto a, lo que considero uno de nuestros soportes fundamentales: la visión espiritual que subyace en el viejo y nuevo testamento: libre albedrío y amor al prójimo, como a uno mismo.

Enero, 2009

 

 

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