En defensa del neoliberalismo

El peligro de Irán
 
Adolfo Rivero Caro                                                         

Es importante que el público tome consciencia de que Irán es, y va a seguir siendo, uno de los centros de la política mundial. Es un país con una vieja y firme vocación imperial que está trabajando, firme y deliberadamente, para convertirse en  la potencia dominante en la que quizás sea la región más importante del mundo. Europa es irrelevante y lo va a ser, cada vez más, durante su rápida transformación en una parte del mundo musulmán. Estamos hablando de veinte o treinta años.

Por increíble que parezca, los gobiernos de Cuba y Venezuela son los principales peones de este vasto ataque del mundo musulmán contra la cristiandad. Nuestros pueblos no le dan a estos fenómenos la importancia que merecen porque les parecen demasiado alejados de nuestra realidad. Es un profundo error. ¿Quién hubiera podido pensar en que un gobierno cubano iba a poder establecer una dictadura totalitaria, sin precedentes en el hemisferio, con el apoyo de la Unión Soviética? Y, sin embargo, no sólo ha sido posible que ha durado medio siglo. Si hoy Londres está lleno de mezquitas, no me digan que mañana no va a suceder lo mismo en Caracas o Buenos Aires. ¿Imposible? Imposible era una Habana soviética en el apogeo de la Guerra Fría. Y La Habana sigue siendo soviética aunque la URSS haya desaparecido.

En una entrevista con el ayatola Komeini en el 2001, éste subrayó la importancia del pensamiento islámico en el enorme vacío espiritual del mundo occidental de hoy, y la particular importancia que el Islam le da a la justicia. El ayatola Komeini criticó a las iglesias cristianas por permanecer silentes o indiferentes ante la ``injusticia'' cotidiana mientras hablaban de la justicia social como la mayor necesidad de la humanidad. Obviamente, el libre mercado no tiene nada que ver con la igualdad social. Todo lo contrario, es inherentemente desigual. Este sistema ha hecho de nuestras sociedades las más ricas y exitosas de la historia. Las sociedades musulmanas, por su parte, en su inmensa mayoría, permanecen ancladas en la pobreza. Nuestras sociedades, sin embargo, generan un vasto resentimiento social del que cualquier demagogo se puede aprovechar. Basta hablar de las diferencias entre los ricos y los pobres. Fue por eso que Castro describiera a Estados Unidos como un régimen débil y extremadamente vulnerable, y por lo que dijera que Irán era el centro espiritual del mundo. Parece una locura pero no lo es.

Irán está desarrollando un plan de armas atómicas para convertirse en la potencia hegemónica del Medio Oriente. Cuba y Venezuela están colaborando activamente para que este plan se haga realidad. Un Irán con armas atómicas y con misiles capaces de transportarlas no sólo va a ser una potencia mundial ferozmente antisemita y comprometida con la aniquilación de Israel sino decididamente anticapitalista y antiamericana. Cerrar los ojos a esta realidad es francamente suicida.

Desgraciadamente, en esta coyuntura internacional extraordinariamente peligrosa, Estados Unidos se ve con uno de los gobiernos más ineptos de su historia. Rusia y China no se sienten particulamente amenazados por Irán. Por el contrario, un Irán agresivo y con armas atómicas es un grave peligro para Israel e indirectamente para Estados Unidos que siempre lo ha protegido. Y también lo es, obviamente, para Europa. Está claro que, desde un punto de vista geopolítico, para Rusia y China es muy positivo que Estados Unidos no pueda concentrar su atención en ellos.

El gobierno de Obama ha querido conseguir, a toda costa, el apoyo de Rusia para frenar la amenaza iraní. Ha llegado a renunciar a sus bases de cohetes en la Europa del Este para tratar de lograrlo. Rusia se ha burlado de estos esfuerzos, y ha reafirmado su apoyo a la teocracia iraní y a sus planes armamentistas. Obama ha recorrido el mundo dando excusas por el comportamiento de Estados Unidos. Sólo ha conseguido que se le considere un gobierno vacilante, inepto y débil. Y que la situación internacional sea más peligrosa que nunca. Es bueno señalarlo ahora, antes de que los desastres se hagan trágicamente evidentes.

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