En defensa del neoliberalismo
 

Los protocolos del niño Elián

 

ADOLFO RIVERO CARO


Ha llegado a mis manos un documento altamente confidencial y totalmente apócrifo sobre una reunión secreta a los más altos niveles del gobierno titulado ``Los Protocolos del Niño Elián''. El documento trata sobre las deliberaciones de un equipo especial (task force) organizado por el presidente Clinton para resolver el problema, y que incluye juristas, militares, diplomáticos y científicos.

Las discusiones se celebraron en el Air Force One por temor a un golpe militar cubano (según informes de la CIA, Cuba tiene prácticamente lista una bomba atómica de bagazo de caña) y se discutieron varias opciones tácticas.

Un abogado del equipo personal del Presidente planteó que un niño, por definición, era una persona con poca experiencia, pero que Elián había tenido experiencias tremendas por lo que, rigurosamente hablando, no era un niño. Por consiguiente, no era verdad que hubiera un niño Elián en Estados Unidos.

Un representante del Estado Mayor Conjunto dijo que en 1765 Inglaterra había participado en un conflicto llamado ``La Guerra de la Oreja de Jenkins''. ¿Por qué no podría haber entonces ``La Guerra del Niño Elián''?, preguntó. El Pentágono podría bombardear media docena de edificios estratégicos en La Habana para eliminar a Fidel Castro (orientándose por los mapas de Norberto Fuentes), aunque también sería necesario eliminar a Ricardo Alarcón para poder garantizar que el régimen estaba realmente descabezado. Eso eliminaría el problema del niño Elián. Y, de paso, el del pueblo cubano.

El representante de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) propuso una ofensiva conjunta entre el Departamento de Estado y la CIA. Afirmó tener información fidedigna de que Castro había estado comiendo lechón en Nochebuena. Esto representa un patrón, dijo. Teniendo en cuenta su edad y sus problemas digestivos, el Departamento de Estado podría presionar para que todas las embajadas acreditadas en La Habana lo invitaran a comer carne de puerco en sus respectivas sedes. La Agencia, por su parte, garantizaría que los puercos estuvieran genéticamente alterados para que fueran particularmente altos en colesterol. ``¡Pero nuestro gobierno está en contra de la alteración genética de los animales!'', dijo alarmado el vicepresidente Al Gore. ``No tiene mayor importancia'', dijo el funcionario de la CIA, ``nosotros sabemos que Castro ni come ni bebe en ningún lugar donde es invitado''.

``Hay un plan alternativo'', añadió. ``La CIA puede preparar un robot-bomba completamente parecido al niño Elián. Se puede mandar de regreso a Cuba y cuando Castro lo reciba y pretenda cargarlo, el robot puede explotar''. ``¡Pero una explosión podría contaminar la atmósfera!'', dijo el vicepresidente Al Gore palideciendo. ``De ninguna manera'', dijo el funcionario de la CIA. ``No habrá ninguna explosión. Una copia del plan se le entregaría con anterioridad a los Pastores por la Paz que informarán a la Seguridad cubana sin nuestro conocimiento''.

``Los planes de la Agencia son interesantes'', dijo el Presidente. ``Demuestran que nuestro gobierno está dispuesto a tomar medidas audaces, duras y enérgicas para acabar definitivamente con los dictadores que quedan en el mundo. Al mismo tiempo demuestran que el gobierno es cauteloso, sensato y prudente, y no pretende alterar el status quo. Porque, señores, a mí lo que me preocupa es mi legado''.

``Con su permiso, señor Presidente'', dijo el representante del Consejo Científico Asesor de la Casa Blanca, ``hay otra posibilidad. El gobierno no puede permitirse el lujo de parecer débil frente a Castro. Ceder ante el chantaje de un viejo dictador, con un país en ruinas, desprestigia al gobierno de Estados Unidos, afecta su credibilidad y envía una señal de debilidad que alienta a las dictaduras y grupos terroristas del mundo entero. Y no hay que olvidar las elecciones de este año. Castro, por otra parte, es un hombre extremadamente peligroso. Despreciarlo, hacerlo quedar en ridículo, puede llevarlo a tomar medidas desesperadas. Creo que la ciencia norteamericana tiene la solución. El proceso de clonación ha avanzado extraordinariamente, más de lo que el público sospecha. Por consiguiente, propongo clonar al niño Elián. De esa forma, pudiéramos mandar la copia de regreso a Cuba, y que el original se quedara viviendo en Estados Unidos. Fidel Castro podría dar su acto en la Plaza de la Revolución, y la comunidad cubana pudiera dar el suyo en el Orange Bowl.

``¡Brillante!'', dijo Madeleine Albright. ``Se pudiera llegar a un acuerdo discreto, no sería la primera vez''. ``Cada parte podría decir que tiene el original y que la otra miente''.

``Me parece bien'' --dijo el Presidente levantándose-- ``Yo siento el dolor de la comunidad cubana y el dolor del pueblo de Cuba. ¡Y la clase de dolor de espalda que tengo!'', añadió. ``Ya podemos autorizar al Servicio de Inmigración para que proceda. Aunque en definitiva, por supuesto, el original del niño se va a quedar en...''

Los últimos párrafos de ``Los Protocolos del Niño Elián'' son ilegibles. La opinión pública debe movilizarse para que sean publicados en su integridad. El público tiene derecho a saber.

10 de diciembre del 2000