En defensa del neoliberalismo
 

Una respuesta necesaria

 

Adolfo Rivero


En su desafiante conferencia de prensa, Marta Beatriz Roque, Félix Bonne Carcacés y René Gómez Manzano exigieron la liberación de Vladimiro Roca. Es el único de los cuatro redactores de La Patria es de Todos que todavía sigue preso. Y, sin embargo, en el exilio muchos lo siguen viendo con profunda desconfianza. Es, después de todo, el hijo de Blas Roca. Me parece necesario responder a esa desconfianza, natural pero injusta.

No es nada extraño que Vladimiro haya sido comunista. Lo extraordinario es que un hombre con acceso a todos los privilegios del poder, dados sus antecedentes familiares, haya renunciado a los mismos y se haya sumado a la oposición. Hay que detenerse a pensar en la profunda irritación que esto tiene que haber provocado en Fidel Castro. Y en el enorme riesgo personal que eso significa. La posición de Vladimiro representa un grave desafío político y un serio peligro potencial.

El hijo de Blas Roca, uno de los jefes del núcleo comunista original, está afirmando que, a nombre de la ``dictadura del proletariado'', Fidel Castro le ha arrebatado sus conquistas al movimiento obrero, lo ha privado de su independencia y lo ha hundido en la miseria. Si el hijo de Blas Roca piensa así, ¿qué no pensarán otros mucho menos comprometidos con esas ideas? Y ¿cómo acusarlo de lacayo del imperialismo e instrumento de la burguesía?

Vladimiro representa un desafío a Fidel Castro desde la izquierda. Y esto es un serio peligro potencial porque Cuba tiene una larga historia de sindicalismo y miles de cuadros sindicales frustrados y dispersos por todo el país. ¿Qué sucedería si el ejemplo de Vladimiro se popularizara entre ellos?

Cuando alguien le preguntó qué le parecía la constitución socialista que había redactado su padre, Vladimiro repondió que estaba de acuerdo con todo menos con el artículo 5. Muchos amigos se irritaron. Piensan, igual que yo, que una de las primeras tareas de la transición es abrogar la constitución socialista. Completa. Pero no hay por qué irritarse tanto. El elemento clave de toda la estructura totalitaria es, precisamente, el artículo 5: ``El Partido Comunista de Cuba es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del estado''.

Pero, ¿quién la otorga ese papel al Partido Comunista? Se lo asigna el mismo partido. Ahora bien, en el mundo moderno, la única fuente reconocida del poder político está en la voluntad popular, expresada en elecciones libres. Al confirmarlo, Vladimiro está cuestionando la legitimidad de todo el sistema totalitario. Y exigiendo democracia. No es por gusto que lleva más de tres años preso y más de dos años en aislamiento. Nuestro presidio histórico sabe lo que eso significa. No puede haber señal más clara de los temores que inspiran sus posiciones.

Con su observación sobre la constitución, dicho sea de paso, Vladimiro ha dado una excelente, aunque involuntaria, definición de la socialdemocracia --una corriente política tan popular en el siglo XX que algunos piensan que ser neoliberal y rechazar el socialismo (o el ``liberalismo'' americano) es una malévola aberración. Vladimiro se ubica dentro de esa izquierda.

Cierto que los socialistas han tenido que ir renunciando a sus vieja hostilidad al mercado y a la empresa privada. Cierto que ya no defienden las nacionalizaciones y la planificación centralizada. De ahí la aparición de los ``nuevos demócratas'' como Bill Clinton o del ``nuevo laborismo'' de Tony Blair. Siguen utilizando la retórica socialista, pero saben que sólo el neoliberalismo es capaz de fomentar la prosperidad.

En Cuba, estas ideas ya se estaban discutiendo en 1988, cuando se fundó el Partido Pro Derechos Humanos como ala política del Comité Cubano Pro Derechos Humanos. En realidad, ya Ricardo Bofill me hablaba de eso hace 20 años, cuando estábamos presos en el Combinado del Este. El PPDHC quiso representar un viraje en la tradicional política cubana. Fue por eso que Martínez Lara, Tania Díaz Castro y otros luchadores plantearon que no utilizarían los métodos de la lucha armada, sino los de la resistencia pacífica, y por lo que se declaró no sólo anticomunista, sino también neoliberal. No era cuestión de estar contra los ``excesos'' socialistas del comunismo, sino contra el socialismo mismo. Había que ir a reconquistar las ideas liberales que inspiraron a los fundadores de la nación cubana --y de los Estados Unidos. El PPDHC está por el embargo y por trabajar en estrecha alianza con el exilio cubano. Pero también hay otras posiciones.

En Cuba han surgido muchos opositores socialistas (cualquiera se confunde con tantos enemigos del neoliberalismo en los mismos Estados Unidos). Con todo, a la hora de desconfiar de esos socialistas que han roto con el comunismo, es bueno recordar que el Partido Comunista de Cuba tiene en la actualidad más de medio millón de militantes. Y que, dentro de Cuba, adoptar una posición socialista que rompa con el comunismo significa tener que afrontar cárcel y persecuciones. Fue, es y seguirá siendo, hasta la desaparición de la dictadura, una posición honesta y valerosa. Por consiguiente, en la Cuba democrática del futuro habrá espacio tanto para ellos como para los neoliberales.

Y, después de todo, quizás Vladimiro Roca llegue a convertirse en neoliberal. Le falta información, pero le sobra integridad. Por eso lo respeto y somos amigos. No pierdo las esperanzas. ¿Acaso ha sido más comunista que Boris Yeltsin?