En defensa del neoliberalismo

 

Psicologia del terrorista suicida

 

Daniel Esquibel

La psicología del terrorista suicida es aún una zona oscura de las ciencias humanas y sociales.

Este estudio pretende incursionar en dicha zona y generar hipótesis de trabajo que ayuden a comprender con mayor profundidad un fenómeno que conmociona al mundo.

El punto de partida consiste en identificar las notas esenciales que caracterizan al terrorismo suicida. Si dejamos entre paréntesis todo lo accesorio nos encontramos con unos pocos elementos que forman parte estructural de estos eventos.

Lo accesorio para una interpretación científica de estos casos está dado por todo aquello que diferencia unos episodios de otros: lo accidental,las coordenadas espacio-temporales,los detalles anecdóticos,la precisión del acto terrorista,las consecuencias del mismo,los blancos elegidos,la nacionalidad y la cultura de quienes cometen los atentados,la organización a la que pertenecen y los objetivos que declaran perseguir.

Más allá de esa superficie surgen regularidades,aspectos sin cuya presencia el terrorismo suicida no sería lo que es.

LA ESENCIA DEL TERRORISMO SUICIDA

Las notas esenciales son las siguientes:

1. Homicidio de una o más de una persona.

2. Suicidio de los atacantes.

3. Destrucción de bienes materiales.

4. Fundamentación supraindividual del acto a través de explicaciones político-ideológicas,religiosas,históricas,socioeconómicas,etc.

5. Pertenencia a una organización militarizada rígidamente estructurada.

6. Planificación minuciosa de los atentados.

7. Búsqueda de la espectacularidad del evento.

8. Explotación del factor sorpresa.

9. Primacía absoluta de la acción sobre los otros lenguajes humanos.

Dejamos de lado, a los efectos de esta definición operacional de terrorismo suicida,otros fenómenos fronterizos con el mismo: el terrorismo sin suicidio del atacante,la acción violenta individual,la violencia espontánea ya sea individual o colectiva y la autoinmolación con objetivos políticos o religiosos.

METODOLOGÍA DE ANÁLISIS

El objetivo de este trabajo es profundizar en la psicología del terrorista suicida,apuntando hacia la construcción tanto de un perfil psicológico de quienes protagonizan estos actos como de un modelo explicativo de su conducta.

Se trata de un estudio exploratorio donde convergen diversas disciplinas: los estudios de laboratorio sobre el cerebro y la conducta,las ciencias del comportamiento,el psicoanálisis y la psicología social. Con esta caja de herramientas teórico-técnicas y con una concepción epistemológica basada en la conjunción y la integración de la diversidad,podemos abordar el fenómeno que nos ocupa.

Contamos con una dificultad metodológica por demás obvia: no podemos, por definición, realizar entrevistas ni análisis directos de ninguna clase al terrorista suicida. Simplemente porque muere al consumar su acto. Pero sí podemos aplicar el instrumental teórico-técnico sobre los datos disponibles respecto a su vida y al acto terrorista en sí.

EL CEREBRO Y LA CONDUCTA DEL TERRORISTA SUICIDA

Hace varias décadas que Paul MacLean dio a conocer las conclusiones básicas de su estudio de laboratorio sobre la evolución cerebral y la conducta animal y humana ("A triune concept of the Brain and Behaviour",University of Toronto Press,Toronto,1973). Sus conceptos son un aporte inestimable a la hora de interpretar muchas conductas difíciles de entender.

MacLean elabora un modelo acerca de la estructura y el funcionamiento del cerebro humano. Lo concibe como si fueran tres ordenadores biológicos interconectados,cada uno de los cuales posee su propio sistema operativo diferente al de los otros dos. Cada uno de los tres "cerebros" que todos llevamos tiene singulares correspondencias con una etapa trascendente de la evolución de las especies.

El ordenador más primitivo es el Complejo R,compartido en rasgos generales con reptiles y mamíferos y constituído por la médula,el cerebro posterior y zonas del cerebro medio.

Rodeando al Complejo R se encuentra el Sistema Límbico, que en sus aspectos más desarrollados es característico de los mamíferos.

Y el tercer ordenador,el más típicamente humano y el de más moderna evolución,es el Neocórtex.

En suma,y sobresimplificando: la conducta del ser humano es programada desde tres computadoras biológicas con sistemas operativos altamente diferenciados. Una de ellas opera con bases racionales y capacidad de abstracción,otra lo hace con las intensas emociones de los mamíferos y la otra con el comportamiento ritual de los reptiles. Es el modelo del Cerebro Trino,según MacLean.

Mi hipótesis número 1 es que en el terrorista suicida se registra un predominio funcional del Complejo R.

Para MacLean el Complejo R es vital en la determinación de la conducta agresiva,la territorialidad,los actos rituales y las jerarquías sociales. Si analizamos estas cuatro zonas de la conducta del terrorista suicida las encontramos altamente reforzadas y exacerbadas.

La agresividad no es adecuadamente contenida y canalizada,sino que se desborda y estalla en violencia contra otras personas,contra objetos materiales y contra sí mismo.

La territorialidad adquiere un peso enorme: trazar fronteras infranqueables entre los territorios reales y virtuales de "ellos" y "nosotros",defender su propio territorio,atacar el de los otros,explorar la zona del ataque y planificar las acciones desde zonas protegidas o clandestinas que les brinden seguridad.

La vida cotidiana del terrorista suicida es plena de rituales: pensamiento ritualizado por factores políticos o religiosos que imponen fórmulas repetitivas y rígidas, ritos impuestos por el entrenamiento terrorista y por las peculiaridades de una vida clandestina, ceremoniales burocráticos de la organización que integra,y hasta el atentado como el último ritual que lo "purifica" y lo "salva" desde la primitiva ceremonia del sacrificio humano. El establecimiento de jerarquías estrictas es otro de los nudos de su personalidad,en la medida que la disciplina,la verticalidad del mando,el cumplimiento de las órdenes y el respeto a la autoridad de los jefes del grupo son factores siempre presentes en estas situaciones. El orden y la simplicidad del mando exigen ausencia de dudas y de críticas.

El predominio funcional del Complejo R tiene dos caras complementarias. Por un lado la fuerza de los componentes reptílicos ya mencionados. Y por otro lado la debilidad de factores del Sistema Límbico y del Neocórtex que en condiciones normales podrían operar como controles o mecanismos de equilibrio y compensación. Podríamos afirmar que hay elementos límbicos y corticales claramente bloqueados en estas personas: la empatía emocional con las personas que van a morir en el atentado,el temor a la propia muerte,la compasión por las víctimas,la creatividad para escapar de los rígidos determinismos intelectuales y culturales,la libertad para pensar con cabeza propia,el amor por los seres queridos con el consiguiente deseo de compartir su vida con ellos y hasta los impulsos sexuales que podrían conducirlos hacia otra clase de vida totalmente distinta a la que los conduce a la muerte.

PSICOANÁLISIS DEL TERRORISTA SUICIDA

Desde otra vertiente científica completamente diferente, hace ya más de 100 años que Sigmund Freud construyó el modelo psicoanalítico de un "aparato psíquico" de base también tripartita: consciente,preconsciente e inconsciente. Sus conceptos surgieron ya no en el laboratorio sino en la clínica,encarada por Freud con un permanente espíritu crítico y de investigación.

Este modelo explica que la conducta humana tiene muy fuertes determinaciones en lo inconsciente, región psíquica que no solo es desconocida para cada uno sino que además y fundamentalmente es ajena y distinta a lo consciente.

Porque el inconsciente es una forma de organizar la vida psíquica y sus contenidos en base a patrones muy peculiares. Allí no rige la lógica clásica sino otra lógica que asocia imágenes,palabras y afectos con insólita y desconcertante libertad. En el mundo inconsciente,que apenas podemos atisbar por ejemplo a través de los sueños, no rigen las leyes habituales que ordenan el espacio y el tiempo. Es el reino absoluto de los más desmedidos impulsos sexuales y agresivos,que pugnan por la satisfacción inmediata sin otro criterio que la búsqueda irracional del placer.

Mi hipótesis número 2 es que el terrorista suicida dramatiza con sus actos una problemática inconsciente que no logra manejar en su mundo interno y que ni siquiera puede poner en palabras.

Lo que le ocurre en la profundidad de su psiquis es tan lejano y extraño a su consciencia que carece del lenguaje capaz de vehiculizarlo y ayudar a su elaboración. Ese núcleo que no puede nombrar ni decir trabaja como un topo en su interior para construir un camino que le permita emerger a la superficie. Y emerge en forma de acto terrorista. Un acto que,aunque a veces pueda estar fría y concientemente planificado,en su desarrollo despliega esa irracionalidad inconsciente que le resulta inaccesible e innombrable.

Todas las explicaciones políticas,sociales,históricas o religiosas que el terrorista suicida y/o su organización puedan ofrecer son racionalizaciones que encubren las raíces psicopatológicas del hecho.

Mi hipótesis número 3 es que el terrorista suicida externaliza con sus actos un inmenso terror que lo acompaña y lo constituye desde etapas muy tempranas de su vida.

Una parte de su personalidad crece y se desarrolla en contacto con la realidad,aprende y se integra de algún modo a la vida social (inclusive con la posibilidad de alcanzar logros afectivos,intelectuales,interpersonales y/o económicos).

Pero otra parte queda anclada en vivencias terroríficas primitivas que seguramente han sido experimentadas durante los primeros meses de vida.

Me refiero particularmente a la etapa anterior al quinto o sexto mes de vida,para cuya comprensión son muy válidos y complementarios los conceptos trabajados por los psicoanalistas Lacan,Winnicott y Melanie Klein.

Mi hipótesis número 4 es que el núcleo del terror inconsciente del terrorista suicida es la oscura vivencia del cuerpo fragmentado,de la no integración de la personalidad y de la amenazante potencia de los impulsos destructivos.

El niño de pocos meses todavía no se vive a sí mismo como una unidad con identidad propia.Su personalidad aún no está integrada y los contenidos psíquicos constituyen fragmentos débilmente conectados unos con otros.Tampoco las distintas partes de su cuerpo están en un funcionamiento coordinado,todo lo cual contribuye a que su mundo sea formado por impulsos y objetos parciales donde ni siquiera hay una línea clara que distinga lo interior de lo exterior.

En este tiempo todavía no hay individuo,no hay unidad,por lo tanto no existe el afuera y el adentro.

En ese contexto los impulsos destructivos,nacidos de la energía corporal que mueve brazos y piernas y crecidos ante las frustraciones experimentadas,toman un enorme y angustiante protagonismo.

De acuerdo a este modelo,estas características estarían exacerbadas en ciertas personas debido a un fallo ambiental durante esos primeros cinco o seis meses de vida.El fallo estaría dado por una relativa incapacidad del ambiente para sostenerlo,continentarlo,hacerlo sentir cuidado con amor y ayudarlo a construirse como unidad.

Mi hipótesis número 5 es que junto a ese núcleo de terror operan poderosas tendencias antisociales.

El momento más primario de aparición de las tendencias antisociales en el niño es entre el primer y el segundo año de vida.Surgen como respuesta a la desposesión emocional.El niño ha podido vivir algún tiempo significativo sintiendo que el ambiente le brinda un marco de confianza y estabilidad,pero luego siente que ese mismo ambiente le quita ese marco.

Allí pueden comenzar a afirmarse esas tendencias antisociales,manifestadas luego en conductas de robo,mentira y destrucción.

Es como si buscara una respuesta de parte del ambiente,como si le exigiera un nuevo marco de estabilidad y control.Y cuanto más grande la necesidad de ese ambiente protector,más intensa podría llegar a ser la conducta antisocial.

Debe considerarse que la demanda-desafío es dirigida primero hacia la madre y luego hacia afuera en círculos concéntricos:la familia,la escuela,la localidad donde vive y la sociedad toda con su cultura y sus leyes.

Mi hipótesis número 6 es que en el terrorista suicida hay núcleos de ideas delirantes de carácter paranoide.

Se trata de ideas bien estructuradas y sistematizadas desde el punto de vista lógico,que no interfieren con los otros aspectos de la vida de la persona sino que se mantienen con cierta autonomía dentro de una serie temática específica (ya sea ideológica,religiosa,etc.).La perturbación es a nivel del contenido del pensamiento,no de su forma.Comienza con ideas sobrevaloradas y/o deliroides y puede llegar,aunque no necesariamente en todos los casos,al delirio propiamente dicho.

Las ideas delirantes del terrorista suicida van construyendo un mundo ficticio que es como un puente fallido entre las realidades interna y externa,y que le permite escapar de los aspectos más intolerables de ambas.En ese mundo él es protagonista activo de grandes acontecimientos sociales que involucran diversos eventos cargados de contenidos persecutorios.

Este núcleo de ideas paranoides es irreductible a toda lógica y a toda experiencia, y muchas veces es protegido y ocultado frente a los demás pero posee un poder tal que puede estructurar por completo la vida de la persona.

Mi hipótesis número 7 es que el terrorista suicida presenta una profunda escisión de su personalidad.

Por un lado vive una vida interior secreta que es ajena y muchas veces opuesta a la realidad externa. Y por otro lado también vive un falso self construído en base al sometimiento formal al mundo externo y sus demandas.

Esta escisión es resultado del desarrollo emocional primitivo. El ambiente que en sus primeros meses de vida debió adaptarse activamente a sus necesidades, tuvo un fallo y no cumplió cabalmente dicha tarea.

La defensa frente a tal situación consiste en escindirse y desarrollar dos núcleos bien diferenciados de su personalidad, fracasando de este modo todo camino integrador y toda elaboración conducente al equilibrio.

PSICOLOGÍA SOCIAL DEL TERRORISTA SUICIDA

La psicología social ha construído otro conjunto de modelos explicativos de la conducta humana apelando a la compleja interacción entre individuo y sociedad.

En este nuevo marco el eje conceptual se desplaza hacia el vínculo con el otro, la comunicación, el aprendizaje, los procesos de cambio, los factores culturales y colectivos, los grupos humanos y las instituciones de diverso orden.

Mi hipótesis número 8 es que el terrorista suicida busca ciegamente, en su acto final, su lugar de pertenencia en una red social de la que se ha sentido excluído.

Su clásica trayectoria vital reconoce dos momentos cruciales.

En el primero desaparece de la superficie de la vida social, pasando a vivir la totalidad o una parte de su cotidianeidad en un ámbito oculto y clandestino. La mentira y el disimulo instalan una vida social secreta e invisible que se desarrolla bajo la apariencia de una estereotipada falsa adaptación a la realidad.

Y en el segundo momento reaparece en la superficie de un modo violento, abrupto y definitivo.

La clave psicosocial para comprender su conducta no está tanto en este último acto sino más bien en el primero.

Porque desaparece de la red social debido a que no ha podido integrarse a ella.

Esto implica que percibe que sus pensamientos, sentimientos y/o acciones no son pertinentes en relación a su grupo social. Que no acepta a ese grupo y/o cree que no es aceptado por él, siendo por lo tanto su comunicación intra-grupal bastante conflictiva.

Se trataría, entonces, de un individuo que no ha aprendido a ser parte de su grupo social de origen. De este modo se aparta de él y solo reaparece para reinscribirse simbólicamente en su vieja red a través del acto terrorista que resignifica su existencia.

Mi hipótesis número nueve es que el terrorista suicida destruye junto con su vida al objeto inconsciente de su amor.

Su grupo social de pertenencia le marca pautas y normas de conducta cuya internalización ya señalamos que sería conflictiva. Pero el individuo se conecta con otras pautas culturales, es seducido por ellas y llega a amarlas inconscientemente. Mientras tanto el sentimiento de culpa crece.

De esta trampa solo se puede escapar a través de procesos de cambio, ya sea modificando aspectos de su propia persona y de su vida y creencias o transformando junto con otros algunas pautas del grupo social de pertenencia.

Si la resistencia al cambio que opera desde su interior es muy potente y rígida, entonces el deseo de destrucción se multiplica por la explosiva combinación de amor, odio y culpa.

Cuanto más lo ama más lo odia porque le hace sentir culpable. Y cuando lo destruye debe destruírse a sí mismo por la doble culpa que significa amar lo que debería solo odiar, y también destruir lo que en el fondo ama.

Su acto final destruye todo, pero principalmente pone punto final a una ambivalencia que su mundo interno ya no tolera.

Mi hipótesis número diez es que el terrorista suicida es el emergente visible de un grupo social que vive una tensión interna insoportable.

Dicha tensión no se origina en el plano de los grandes relatos teóricos, políticos, filosóficos, ideológicos o religiosos.

El origen más real y más profundo de la tensión grupal está en la vida cotidiana y en los procesos de cambio que afectan la crianza de los hijos, la relación de pareja, la estructura familiar, la sexualidad, los roles masculinos y femeninos, la percepción de la realidad, las figuras de autoridad, los códigos de comunicación, la apropiación de la tecnología, la resolución de los problemas básicos de la supervivencia, la transmisión de la herencia cultural, las rupturas o continuidades intergeneracionales y el vínculo con otras pautas culturales y con el medio ambiente.

Cuando un grupo social determinado es inundado por angustias extremas derivada de su propia vida cotidiana, y cuando ese mismo grupo falla en todos sus mecanismos de elaboración sana, entonces sus mecanismos psicosociales inconscientes producen al terrorista suicida que será como la punta visible de un enorme iceberg sumergido.

Los grandes relatos surgen luego como racionalizaciones y justificaciones de actos y deseos que se originan en otro plano.

Daniel Esquibel es Licenciado en Psicología de la Universidad de la República Oriental del Uruguay. Especialista en Psicología Social y de la Comunicación, es consultor de empresas y gobiernos. CEO de www.psicociudad.com, es miembro de IAAP (International Association of Applied Psychology) y de ISPP (International Society for Political Psychology). Su correo electrónico es esquibel@psicociudad.com.