En defensa del neoliberalismo

 

Siria y el nuevo eje del mal

 

 

Charles Krauthammer

Podrán decir lo que quieran de Bashar Assad, el dictador de Siria y probablemente el oftalmólogo de menos visión que hayan graduado nunca las escuelas de medicina británicas, pero ciertamente no es un hombre sutil. Tras las enormes manifestaciones de masas en contra de su ocupación del Líbano, ha habido tres ataques terroristas en ese país, todos en barrios predominantemente cristianos y anti-sirios. Sólo poco menos sutil ha sido la manifestación de casi medio millón de personas demandando que Siria mantenga su ocupación, organizada por Jezbolá, el cliente libanés de Siria seguida por demostraciones “espontáneas” que Assad organizó a favor de si mismo en Damasco.

Y luego está la admisión pública esta semana por parte de un terrorista de Hamas capturado en Israel que había sido entrenado en Siria. Esta es la primera prueba directa de la activa participación de Siria, aunque todo el mundo sabe que los grupos terroristas palestinos Hamas y la Jijad Islámica están radicados en Siria y reciben su ayuda. Todo el mundo también sabe que Siria está alentando la insurgencia terrorista en Irak.

Siria dejó bien claras sus intenciones cuando Assad envió su primer ministro a Teherán para declarar una alianza con Irán en cuanto empezó a crecer la presión internacional sobre Damasco a raíz del asesinato del exprimer ministro del Líbano Rafiq Hariri.

Todo este trabajo de disrupción regional es crítico porque estamos en el amanecer de una Primavera Árabe - el primer brote de democracia en Irak, en el Líbano, en Egipto, en Palestina y a través de todo el gran Medio Oriente – y su mortal enemigo es un nuevo eje del mal cuyo centro está en Siria. El eje se extiende desde Irán, el otro estado terrorista que queda en la región, hasta Siria y hasta los grupos terroristas locales – Jezbolá, Hamas y la Jihad Islámica – decididos a desestabilizar Líbano, Israel y la Autoridad Palestina, y a destruir tanto la independencia libanesa como la actual aproximación entre Israel y los palestinos.

Irán es el elemento más importante de este eje del mal. Siria es la parte central que le permite a un estado no-árabe llegar al corazón del Medio Oriente. Jezbolá, por ejemplo, recibe sus armas de Irá, a través de Siria. Y los guardias revolucionarios iraníes están estacionados hoy en el Valle de Bekaa, bajo protección Siria.

Esta alianza no es nueva. Siria bajo la dinastía de Assad fue el único  país árabe importante que apoyó al Irán persa contra el Irak árabe en la guerra entre Irak e Irán. Forman un verdadero eje porque, a diferencia del eje que mencionaba Bush en su discurso del Estados de la Unión de 2002, Irán, Corea del Norte y el Irak de Saddam Hussein eran malvados pero no eran ningún eje. Eran como puntos de maldad y la inclusión de Corea del Norte era, como dije por aquel entonces, una concesión a la diversidad étnica. 

Hoy, el objetivo inmediato de este eje Irán-Siria-Jezbolá-Hamas-Jihad Islámica es desestabilizar a los vecinos de Siria (Irak, Líbano, Israel y la autoridad Palestina) y sabotear cualquier paz entre Israel y los palestinos. Su objetivo estratégico es aplastar la primavera árabe, que, de no ser detenida, va a aislar, rodear y poner en crisis a estos centros remanentes de terrorismo.

¿Cómo, entonces, derrotarlo? Irán es demasiado grande, demasiado rico en petróleo y demasiado agresivo para ser confrontado directamente. Los grupos terroristas, por su parte, son muy esquivos. Pero Siria es diferente. Como es un estado, tiene una dirección. La identidad y ubicación de su dirección política, sus instalaciones militares y sus demás recursos son bien conocidas. A diferencia de Irán, sin embargo, no tiene ningún petróleo significativo. Es pobre. Y el régimen es débil, despreciado no solo por su corrupción e incompetencia sino también por la estrechez de su base étnica. Assad y su pandilla son casi exclusivamente de la secta alawita, un desprendimiento chiíta considerado herético por muchos musulmanes y que sólo representa alrededor de 10 por ciento de la población del país.

Por consiguiente, Siria es el objetivo. Es vulnerable y es el centro geográfico del eje: el punto de distribución de las armas y el refugio  para los terroristas de la región.

Si se puede echar abajo su gobierno, se quiebra el eje. Irán no podrá comunicarse directamente con los terroristas locales. Estos se verán ulteriormente debilitados por la pérdida de su patrocinador y protector sirio. Las perspectivas de una verdadera independencia del Líbano y de una paz entre israelíes y palestinos aumentarían dramáticamente.

En lo que Irak empieza a encontrar su camino hacia la auto-determinación, el centro de gravedad de la doctrina Bush y del proyecto americano de democratización se desplaza hacia Líbano/Siria. La rápida evacuación y el colapso de la posición siria en el Líbano son cruciales no solo por lo que significará para el Líbano sino por el efecto debilitador que tendría sobre la dictadura de Assad.

Necesitamos, por consiguiente, ser implacables en nuestra insistencia en una evacuación total (y lo más humillante posible) del Líbano, seguida de una campaña de presión económica, política y militar contra sobre el régimen de Assad. Tenemos que empujar ahora, y empujar duro.

Abril 1, 2005
Traducido por AR