En defensa del neoliberalismo

“yo soy 132”: Los mismos fascistas de siempre (con caretas nuevas)
Por: Leopoldo Escobar

“Si hablamos de hostigamiento y amor, quiero enseñarle que he sido hostigado por sus correligionarios: es a fuerza con ustedes o a fuerza... veo muchas gentes que lo apoyan con espíritu fascista”

                                                                                                                            Javier Sicilia

 (Dicho del escritor en un encuentro público con los candidatos presidenciales y refiriéndose específicamente al aspirante izquierdista Andrés Manuel López Obrador)

Nosotros somos socialistas, somos enemigos del sistema económico capitalista y estamos decididos a destruirlo en todos sus aspectos

                                                                                                                          Adolfo Hitler

México ya tiene su versión vernácula de los energúmenos fantoches conocidos como “Los Indignados”: se hacen llamar “yo soy 132”.

Aunque estos sujetos se arrogan la representación de la juventud mexicana, la verdad es que nadie se las dio. Si ellos representaran a los jóvenes de México, entonces el país estaría condenado, pero por supuesto no lo está.

Se trata de un grupo de estudiantes de universidades privadas y públicas con ideas totalitarias no muy estructuradas y prácticas de intolerancia y provocación. Su movimiento es artificial, inflado por los periódicos izquierdistas.

La algarada de marras comenzó hace unas semanas, cuando Enrique Peña Nieto, el candidato del PRI a la Presidencia de la República se presentó en la Universidad Iberoamericana, a petición de sus dueños, que no son otros, que los jesuitas partidarios de la “Teología de la Liberación”. Peña Nieto habló ante un auditorio hostil y al final fue increpado, abucheado y debió salir del lugar apresuradamente ante el riesgo de una agresión física. Quienes incurrieron en este comportamiento tan poco civilizado, por decir lo menos, fueron una centena de estudiantes identificados desde hace tiempo como izquierdistas y simpatizantes, tanto del “Ejército Zapatista de Liberación Nacional” (EZLN) como del candidato presidencial de la izquierda Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

El incidente no fue fortuito. Se trató de una verdadera celada orquestada por los jesuitas dueños de la universidad y quienes simpatizan claramente con el EZLN y AMLO. Los directivos de la universidad con toda seguridad buscaban presentar el suceso como el pretendido repudio de la juventud mexicana al candidato priista (y de apasionado amor al izquierdista López).

Colaboradores de Peña expresaron que quienes lo abuchearon e increparon eran una pequeña minoría de simpatizantes de AMLO. En respuesta, los aludidos declararon –sin el menor respeto a la lógica- que no eran una minoría sino “131 estudiantes”. (¡la citada universidad tiene miles de estudiantes!) En “solidaridad” por el supuesto desagravio al ser señalados como una minoría, los activistas izquierdistas de otras universidades mediante twitter se reclamaron como el número 132 de los opositores a Peña. De ahí surgió el ridículo nombrecito. Uno de las “132” es, por cierto, la comunista chilena al servicio de Hugo Chávez y Fidel Castro, Camila Vallejo (que viene a México el 15 de junio para intercambiar técnicas de provocación con los de “yo soy 132”).

La vida está plagada de ironías. En 2004 un millón de personas marcharon en la ciudad de México para demandar seguridad pública al entonces jefe de gobierno, AMLO. Este sujeto respondió echando fuego por la boca: satanizó a los manifestantes, tachándolos de “pirruris”, es decir de ser o ricos o “clasemedieros” y por tanto carentes de todo derecho, según su visión socialista. El vocablo “pirruris” fue inventado por un humorista hace ya décadas, para referirse a los estudiantes de universidades privadas y ahora algunos de los nuevos “pirruris idolatran a López Obrador quien durante años usó esa palabra como insulto.

Estos “pirrurris” que ahora se hacen llamar los 132, son ciertamente jóvenes tan opulentos como ebrios de aburrimiento, que han decidido cambiar los juguetes caros que les han regalado sus papis y que ya les hastiaron, por un nuevo juguete, que se llama México y con cuyo futuro quieren jugar.

Yo digo que son fascistas. Y por supuesto no utilizo la palabra fascista como la utilizan los izquierdistas, esto es, como insulto. La uso como caracterización política y por las siguientes razones:

1)    Se declaran anti-neoliberales. Sin entrar en la discusión bizantina sobre lo que realmente significa el término “neoliberalismo”, aquí lo que importa es lo que significa para ellos: privatizaciones, libre mercado, libertad económica. Ellos no quieren al capitalismo, quieren destruirlo como también lo querían los nazis.

2)    Se oponen a la industria minera porque supuestamente perjudica al ambiente. Igual pensaban los nazis. Los nacionalsocialistas habrían suscrito hoy los manifiestos de los ambientalistas radicales como son los 132.

3)    Su consigna es: “si hay imposición habrá revolución”. Es decir, si la mayoría de electores escoge a un candidato que no sea López Orador, entonces incendiarán el país. Lo mismo decían los nazis, entre finales de los años veinte e inicios de los treinta del siglo XX: o nos entregan al poder o incendiaremos Alemania.

4)    Estos sujetos que no tienen el poder, con su conducta nos dejan muy claro lo que harían si lo tuvieran, cuando se han dedicado a intentar sabotear los actos de los candidatos a la Presidencia de la República (con la excepción de los actos de López Obrador ¡obviamente!). Eso era exactamente lo que hacían las tropas de asalto y las juventudes hitlerianas: ir a sabotear los mítines de los socialdemócratas o de los liberales, y si había sangre, mejor.

5)    Otro ejemplo de lo que estos sujetos harían de tener el poder es realizar plantones frente a las instalaciones de la empresa de televisión “Televisa”, para coaccionarla a fin de que sea más favorable a López Obrador.

6)    Personajes de izquierda no dudan en tachar de fascistas a los seguidores de López Obrador, como “los 132”. Javier Sicilia, un escritor y periodista de izquierda que el año pasado sufrió el asesinato de un hijo y encabezó un movimiento de protesta contra la violencia, sostuvo un encuentro público con los 4 candidatos a la presidencia de México. Para todos ellos tuvo palabras muy duras y a López Obrador le espetó: “Si hablamos de hostigamiento y amor, quiero enseñarle que he sido hostigado por sus correligionarios: es a fuerza con ustedes o a fuerza... veo muchas gentes que lo apoyan con espíritu fascista”. Y para que de ello no quedar a duda, tras del encuentro seguidores de López Obrador insultaron por twitter a Sicilia, y uno incluso escribió en Facebook: "¡Qué bueno que te mataron a tu hijo, viejo asqueroso!"

7)    Maldicen a Enrique Peña Nieto porque él tomó una de las pocas decisiones correctas cuando fue gobernador del Estado de México: detener al grupo de criminales del municipio de San Salvador Atenco que, ligados al EZLN y con pretextos políticos, bloqueaban carreteras, despojaban de sus vehículos a sus propietarios o les prendían fuego, privaban de la libertad a funcionarios de gobierno y agredían y lesionaban policías. Es cierto que durante la detención de estos sujetos la policía cometió excesos, pero no son esos abusos inadmisibles lo que los de “yo soy 132” y otros izquierdistas condenan, sino la decisión de aplicar la ley contra un grupo violento. Ellos reclaman el falso “derecho” a secuestrar, bloquear vías de comunicación, destruir propiedad ajena y en general a coaccionar a gobernantes y particulares, para que satisfagan sus exigencias ilegítimas.

A estos fascistas sólo hoy queda decirles una cosa: ¡No pasarán!, ¡los derrotaremos!