En defensa del neoliberalismo
 

La corte de los Tres Chiflados

 

Adolfo Rivero Caro

En las últimas décadas, las instituciones americanas han confrontado la tentación de la política. Profesiones y disciplinas académicas que tenían su propio sentido y propósito han ido sucumbiendo a la tentación de que no hay nada más importante que conseguir resultados políticamente deseables. En esta lucha, la política siempre trata de capturar a otras disciplinas y utilizarlas para sus propios objetivos, mientras que los objetivos de éstas --los del derecho, la pedagogía, la literatura, la cinematografía, la economía, el periodismo o cualquier otra-- luchan, cada vez más débilmente, por preservar su independencia. Infortunadamente, cada vez se fortalece más la idea de que nada importa, ni la lógica, ni la objetividad, ni siquiera la honestidad intelectual, como no sea la consecución de objetivos políticamente ''correctos''. Este no es tema que podamos abordar ahora. Baste decir que, en relación con el derecho, la tentación se produce cuando un juez se da cuenta de que la ley no refleja sus más profundas convicciones. Tiene entonces que escoger entre su propia versión de la justicia y su obligación de obedecer al texto de la ley, elaborada por el Congreso y ratificada por el poder ejecutivo. La función del poder judicial no es legislar. Legislar es su tentación.

Tres semanas antes de las elecciones revocatorias de California, el famoso Tribunal de Apelaciones del Noveno Distrito ha decidido que seis condados del estado usan máquinas para ponchar las boletas electorales, que éstas tienen un índice de error superior al de otros sistemas para contar los votos (lo que es falso), que esto viola el principio constitucional de igual protección ante la ley y que, por consiguiente, quedan suspendidas las elecciones revocatorias. Esto es un poco extraño. Después de todo, 26 estados y la mitad de los condados de California usan ese tipo de máquinas. Uno se pregunta por qué no fue inconstitucional entonces la elección del 2000 en la que salieron electos Gray Davis, como gobernador, y una mayoría demócrata en el Congreso estatal. No sería de extrañar que el pleno del tribunal cancelara este disparate.

La jurisdicción de esta corte es, con mucho, la más grande del país. Abarca 1.3 millones de millas cuadradas y más de 50 millones de habitantes. Comprende nueve estados del oeste y dos territorios del Pacífico. En comparación con ella los restantes once circuitos son verdaderos pigmeos. Fue establecida en 1866 cuando la mayor parte de los estados que la comprenden ni siquiera existían. Se ha tratado de dividirla. Los demócratas, por supuesto, no lo han permitido. El Tribunal de Apelaciones del Noveno Distrito es la corte más ''liberal'' del país. Aspira a transformarlo de acuerdo a sus propias ideas de igualitarismo radical. En realidad, como tribunal, parece integrado por clones de los Tres Chiflados.

Sólo en el ultimo año, ha declarado inconstitucional el Juramento de la Bandera (the Pledge of Allegiance) por utilizar la frase ''bajo Dios''. Ni el Partido Comunista de EEUU se hubiera atrevido a tanto. También falló que el Departamento de Transporte de California no podía autorizar que se pusieran banderas americanas en los elevados sin permiso especial, a no ser que la agencia hiciera lo mismo con los lemas en contra de la guerra. En todo el occidente del país la bandera americana no tiene más derecho a desplegarse en los terrenos públicos que la hoz y el martillo.

El Noveno Circuito también ha estado cambiando la Carta de los Derechos (Bill of Rights). Este año un panel de tres jueces declaró que la Segunda Enmienda no incluye un derecho individual a portar armas, en contra de lo que ésta afirma expresamente. El Noveno Circuito declaró inconstitucional un estatuto que requería en el National Endowment of the Arts (NEA) ''tomara en consideración estándares generales de decencia y respeto a las diversas creencias y valores del pueblo americano'' cuando se estuvieran tratando con donaciones financiadas por los contribuyentes. El 25 de junio, por una votación de 8-1, la Corte Suprema revocó la decisión del Noveno Circuito y sostuvo los requerimientos de decencia que exigen de las donaciones de la NEA.

Que el Noveno Circuito es un tribunal digno de los Tres Chiflados pudiera demostrarse matemáticamente. Baste decir que en los últimos siete períodos del Tribunal Supremo sus decisiones han sido revocadas entre el 80 y 90 por ciento de los casos. Durante ese mismo período sus fallos han recibido un promedio de entre 1.5 y 2.5 votos de los 9 magistrados del Supremo. En 1996-97, sus fallos fueron revocados en 27 de 28 casos, 16 de los cuales fueron unánimes. En 1999-200, sus fallos fueron revocados en 9 de 10 casos. Y en el 2000-2001, el Tribunal Supremo revocó sus decisiones en 14 de 18 casos, 7 de los cuales fueron unánimes. Entre 1985 y 1997, los fallos de los otros 11 tribunales regionales de apelaciones de la nación fueron revocados, como promedio, 46 veces cada uno. Los del Noveno Circuito fueron revocados en 157 ocasiones.

El Noveno Circuito, como el Tribunal Supremo de la Florida, aspiran a promover el ''progreso social'' interpretando la ley a su antojo. Atención: este es una de los capítulos más importantes de la guerra cultural que se está librando en Estados Unidos.