En defensa del neoliberalismo
 

Venona: lo que no sabia mi padre

 

Alan Caruba

Mi padre estaba suscripto al famoso boletín de I.F.Stone en los 50 y 60. Stone era un periodista "independiente" altamente considerado y su boletín siempre estaba criticando y denunciando al Sen. Joseph McCarthy y otros a que advertían contra los espías y simpatizantes comunistas. El problema era que Stone era un "agente de influencia," en la jerga del espionaje sovietico, financiado por el Kremlin. Mi padre no lo sabía y probablemente, si se lo hubieran dicho, no lo hubiera creído.

No hubiera creído que Alger Hiss, un alto funcionario del Departamento de Estado y el primer Secretario General interino de Naciones Unidas, fuera un agente soviético o que Harry Hopkins, uno de los principales asesores de Franklin Delano Roosevelt, también lo fuera. Probablemente creyó que los Rosenbergs -- que ayudaron a los soviéticos a obtener nuestros secretos atómicos -- no eran culpables, aunque sí lo eran. J. Robert Oppenheimer, que dirigió el Proyecto Manhattan que desarrolló la bomba atomica, dio ayuda y asistencia a la Unión Soviética, pero era tan admirado tras el fin de la guerra que el gobierno simplemente le retiró sus credenciales de seguridad.

El hecho es McCarthy tenía razón, pero su nombre se ha convertido en una mala palabra por la misma maquinaria de propaganda liberal, izquierdista, que hoy esta tratando de convencer a los americanos de que el presidente les "mintió" sobre Irak. Tuvieron que esperar hasta después de la muerte del primer director del FBI, J. Edgar Hoover, antes de atreverse a calumniar su reputación.

¿Cómo sabemos esto? La respuesta es "Venona," el nombre dado a un programa secreto para descifrar los códigos soviéticos y leer las comunicaciones interceptadas entre Moscú y sus estaciones de inteligencia en Occidente. El programa comenzó en febrero de 1943 con el Servicio de Inteligencia de Señales del Ejército de EEUU, el precursor de la Agencia Nacional de Seguridad. Los cables sobre los que trabajó un un pequeño grupo de descifradores muy jovenes se despacharon inicialmente entre 1940 y 1948, pero el esfuerzo continuó vigorosamente de 1947 a 1952, y siguio descifrando los códigos de los cables soviéticos hasta 1980.

Para el final de Venona, se habian traducido 2,900 mensajes soviéticos. Fueron simplemente asombrosos los resultados de este trabajo de inteligencia sobre la forma en que el Partido Comunista de EEUU, totalmente dirigido por el Kremlin, trató de descubrir nuestros secretos e influir la política de nuestro gobierno. En 1995, Venona fue desclasificado.

Podemos estar agradecidos a Herbert Romerstein y al fallecido Eric Breindel por hacer el esfuerzo inmenso de contar la historia de este extraordinario programa para descifrar los cables secretos sovieticos en su libro, “Los Secretos de Venona: Exponiendo el Espionaje Sovietico y los Traidores Americanos”  (Regnery Publishing, $19.95, 608 pps). Este libro,  documenta en parte las revelaciones que aparecen en el best seller de Ann Coulter, "Traición." Esta basado en la información desclasificada de Venona y en los archivo de la Internacional Comunista que eran mantenidos en Moscú, así como en los archivos de otros partidos comunistas en Europa Oriental y Central. Los investigadores tuvieron acceso a los mismos tras el colapso de la Unión Soviética.

¿Por que saben tan poco los americanos sobre el proyecto Venona? Háganle esa pregunta a la gran prensa liberal que, hasta el día de hoy, sigue calumniando a los valientes que se atrevieron a decir que el Partido Comunista de EEUU representaba una amenaza para esta nación, y sigue insistiendo que la verdadera amenaza es el macartismo. La verdad es que la verdadera amenaza es ignorar a los verdaderos enemigos, como aprendimos el 9/11.

Venona reveló que la politica norteamericana se vio influida por la existencia de americanos que eran agentes soviéticos. Algunos de ellos estuvieron en altas posiciones del gobierno o en instituciones desde las que tuvieron acceso a vital información clasificada. No eran espías que vendían secretos nacionales por dinero, eran verdaderos creyentes en el comunismo.

Francamente, dudo que mi padre comprendiera plenamente la amenaza que significó la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Estoy seguro, sin embargo, que él compró todas las mentiras izquierdistas que le vendían en su epoca empezando por las de The New York Times y que incluia la New Republic e inclusive Foreign Affairs, la revista trimestral del Concilio en Relaciones Exteriores. Vivía con una dieta constante de propaganda diseñada para hacer aparecer la dictadura del proletariado como una aspiración noble, una meta magnífica, en vez de la esclavitud que representó para los millones que vivian del otro lado de la Cortina de Hierro o sometidos a ella en China, Corea del Norte o Cuba.

Usted sabrá la verdad, y ésta lo hará libre. La verdad es que en los años 40 y las décadas que siguieron, el Departamento del Estado, El Departamento del Tesoro, la CIO (hasta que expulsara algunos de sus sndicatos e incluso el mismo ejército de EE.UU estuvo completamente infiltrado por americanos totalmente leales a la Unión Soviética, una nación dedicada a la destrucción del capitalismo y la democracia. Irónicamente, usted puede darle las gracias a la Unión Soviética por la Seguridad Social y por el fracaso de nuestro actual sistema educativo. Ambos fueron aplicados por izquierdistas, el segundo estuvo basado en el antiguo modelo soviético.

Hollywood no lo dirá eso. En lugar, usted puede alquilar The Majestic protagonizado por  Jim Carrey, que incluye las escenas de un guionista arruinado por el "Susto Rojo" de los años 50. Los miembros del "Comité Político Progresista" del Congreso no le dirán eso, pero ellos son tan rojos como el que más. The New York Times no le dirá eso, pero la larga historia de mentiras de ese periódico ahora se está siendo más ampliamente conocida.

Los Secretos de Venona, sin embargo, lo especifica, precisa y documenta todo. Mi padre murió en 1993. Venona fue desclasificado dos años después. Era un hombre bueno, inteligente y culto pero estaba equivocado en muchas cosas. Nunca se dio cuenta de lo que muchos americanos ordinarios y trabajadores comprendieron instintivamente: La amenaza era y sigue siendo el comunismo. Y ahora, hay que añadir a ese enemigo otro nuevo: el fundamentalismo islámico. No es extraño que ambos utilicen el terrorismo como instrumento de conquista y control.

Traducido por AR